sábado, 27 de octubre de 2018

La literatura infantil: un espacio para la construcción de sentido


María Graciela Bautista Cote*

La literatura no transmite certezas, más bien abre interrogantes. Hay
algo de inefable en la experiencia estética; algo que no se puede decir.
Por ello quizá los silencios, las sorpresas, las ambigüedades son tan
frecuentes en los textos literarios.
Marcela Carranza


La literatura entrega generosamente al lector o a quien escucha espacios de incertidumbres, preguntas, asociaciones, vínculos con experiencias propias y ajenas, construcciones de significados textuales y sentidos personales, que nos abren una puerta al mundo simbólico y a la comprensión del mundo que nos rodea, de nosotros mismos y de los otros.
Investigaciones en el campo de la biología, la neurociencia, las ciencias del comportamiento, la psicología del desarrollo, la educación y la economía concluyen que los primeros años de vida son esenciales y muy particulares para el desarrollo del ser humano en todos sus aspectos: biológico, psicológico, cultural y social. Desde el período de gestación, los niños cuentan con capacidades físicas, cognitivas, emocionales y sociales, que se deben reconocer, promover, potenciar; pues ellas sirven de fundamento para el aprendizaje, la comunicación, la socialización y en general para el desarrollo de habilidades, capacidades y competencias.

sábado, 13 de octubre de 2018

Un nuevo día: otro amanecer del escritor Carlos Pérez Mujica


Yony G. Osorio G.

Hagamos bulla
dejemos que despierte
la imaginación”.

(Pérez, 2017, “El amanecer”, p. 20).


Poeta Carlos Pérez Mujica


Aproximación, identidad y apropiación de una “pequeña cápsula cargada de poesía”

El libro Un nuevo día (2017), es otro amanecer que nos entrega hoy el escritor yaracuyano Carlos Pérez Mujica (1960), quien está actualmente residenciado en la ciudad de Mérida puesto que ejerce el magisterio como profesor de Anatomía Humana Normal en la Universidad de los Andes. Este alumbramiento se trata de una especie discursiva denominada Haiku y es publicada por la Fundación para el Desarrollo Cultural del Estado Mérida, cuyo formato ergonómicamente bello no pasa de 13 de alto por 10 de ancho. Desde el fondo constelado de la portada emerge la legendaria imagen del Samurái diseñada fraternalmente por los coterráneos, poeta Hermes Vargas y el autor de este del libro. Siendo su fachada fotografiada por Gonzalo Sánchez y la fisonomía del autor captada por la lente del escritor-narrador Ednodio Quintero. Producción editorial que contó con el auspicio y apoyo institucional del Presidente de FUNDECEM, Pausides Reyes, la Gobernación del Estado Mérida a cargo de su Gobernador Alexis Ramírez y contó con el diseño gráfico del artista plástico-diseñador-poeta Ever Delgado.

viernes, 12 de octubre de 2018

Para qué sirve leer


  Justo Serna


Leer ficciones sirve para dilatarse, para ensancharse, para darnos experiencias que jamás tendremos, para ampliar nuestra vida y para hacernos creer que esa existencia efímera que es la nuestra se prolonga vicariamente y a cada instante en otros individuos y en otras situaciones. Leer sirve para frenar la muerte y para contener el miedo, esas insidiosas amenazas que están siempre presentes. Quien ha leído, quien ha frecuentado novelas y vidas, narraciones y avatares de otros, ha conseguido burlar esa existencia breve que el azar le da, porque un minuto de su vida es varios y distantes, multiplicados y distintos. Ha dialogado con muertos y con vivos, con seres reales y con caracteres imaginados, ha conversado con contemporáneos y con antepasados, sin que barreras temporales ni espaciales le detengan. Quien ha leído ha emprendido viajes para los

martes, 4 de septiembre de 2018

Arte de leer


 
Ángel Eduardo Acevedo


La primera señal que permite distinguir entre los lectores una porción vasta cuyos incentivos son conformistas y otra reducida que ansía saber, es el despunte de esa raya sobre la sensibilidad adolescente, a una de cuyas márgenes queda campo para la tertulia principiante, mientras hacia la otra acontece repliegue íntimo, sentido de profanación o cumplimiento, preferencia – tortura y anhelo – de la soledad; hacia aquella, exhibición alegre de lo que leemos; hacia ésta, dificultad de tolerar que otros se enteren. Todo análogo a la diferencia entre el petulante donjuanesco y el enamorado de hondo fuego, abismo y silente.
Es a partir de este último grupo que interesa y se puede trazar una historia anímica de la lectura.

jueves, 30 de agosto de 2018

La mitificación de la realidad


Bruno Schulz

Lo esencial de la realidad es el sentido. Lo que no tiene sentido no es real para nosotros. Cada fragmento de la realidad vive en la medida que participa de un sentido universal.
Las antiguas cosmogonías expresaban esto con la sentencia: “En el principio fue el Verbo”. Lo que no es nombrado no existe para nosotros. Nombrar una cosa equivale a englobarla en un sentido universal.
Una palabra aislada, pieza de mosaico, es un producto reciente, resultado –ya– de la técnica. La palabra primitiva era divagación girando en torno al sentido de la luz, era un gran todo universal. En su acepción corriente, hoy la palabra es sólo un fragmento, un rudimento de una antigua, omnímoda e integral mitología. De ahí esa tendencia en ella a regenerarse, a retoñar, a completarse para regresar a su sentido entero.

domingo, 26 de agosto de 2018

Cuentos de José Gutiérrez Sánchez



Su primer contacto


Entonces Felipe apeló pero el suceso ya había creado su natural anormalidad. La víctima había achacado la seducción al olor de la rosas y al trinar de las aves. Luego lo negó para atribuírselo a aquel sueño, solo interrumpido por las cantadas de diana del soldado. Pero otra era la creencia porque fuego y sal, lágrimas y sangre de esto hablaron en el sitio. Huellas, murmullos y vidrio nocturno aseguraron ver y oír. Entonces se confirmó lo que antes anduvo como secreto y murmuró el Señor, arriba, desatendiendo su labor habitual lanzando el castigo, porque las aves depredadoras así lo exigían.

lunes, 26 de marzo de 2018

Si yo fuera un libro



Jesús Pérez Soto

Si yo fuera un libro, me gustaría que me regalaran un lector. Lo llevaría conmigo de la vista y lo compartiría con otros libros. Aceptaría que tuviera amigos y que me compartiera como el agua o la risa. Me encantaría que me leyeran y releyeran una y mil veces. Sería de agrado que me recomendaran y los lectores fueran corriendo por mí y en la librería me obsequiaran a quien me quisiera. Me apasionaría que dos chicos lectores se sentaran a tomarse un café y leyeran mis poemas, los que más le gustaron y conversaran animosamente, así ninguno me mire porque están embelesados: él, embrujado en sus ojos; ella, en sus torpes palabras.

No me molestaría ser motivo de una próxima cita entre enamorados o entre el joven que aspira ser escritor y su maestro. Oírlos hablar acerca de mí mientras el vino se mezcla en la sangre y el discurso de él, el maestro, se va añejando, poco a poco en su experiencia, hasta aflorar en palabras sencillas, claras y amenas y él, el aprendiz, se va embriagando lentamente, letra a letra, hasta llenarse de ensueños y ebrio de historias cae en la mesa, consumido por el lenguaje.