María
Graciela Bautista Cote*
La literatura no transmite certezas,
más bien abre interrogantes. Hay
algo de inefable en la experiencia
estética; algo que no se puede decir.
Por ello quizá los silencios, las
sorpresas, las ambigüedades son tan
frecuentes en los textos literarios.
Marcela Carranza
La literatura entrega generosamente
al lector o a quien escucha espacios de incertidumbres, preguntas,
asociaciones, vínculos con experiencias propias y ajenas,
construcciones de significados textuales y sentidos personales, que
nos abren una puerta al mundo simbólico y a la comprensión del
mundo que nos rodea, de nosotros mismos y de los otros.
Investigaciones en el campo de la
biología, la neurociencia, las ciencias del comportamiento, la
psicología del desarrollo, la educación y la economía concluyen
que los primeros años de vida son esenciales y muy particulares para
el desarrollo del ser humano en todos sus aspectos: biológico,
psicológico, cultural y social. Desde el período de gestación, los
niños cuentan con capacidades físicas, cognitivas, emocionales y
sociales, que se deben reconocer, promover, potenciar; pues ellas
sirven de fundamento para el aprendizaje, la comunicación, la
socialización y en general para el desarrollo de habilidades,
capacidades y competencias.
El niño es receptivo a los sonidos
del lenguaje desde el vientre materno, y esta recepción influye en
la maduración del cerebro, del sistema nervioso y del futuro
desarrollo del lenguaje. Especialistas de la Universidad de Helsinki
convocaron a un grupo de mujeres a las veintinueve semanas de
embarazo para ver cómo la experiencia prenatal de los sonidos moldea
las bases neuronales del aprendizaje fetal. La mitad de las mujeres
escuchaban una grabación varias veces a la semana con una palabra
inventada. Al nacer, los bebés que fueron estimulados con esta
experiencia, durante la gestación, respondían con un aumento de la
actividad cerebral, a diferencia de los niños que no la recibieron.
También se percibió que cuando los niños experimentaban una
estimulación de sonidos más larga, el beneficio era aún mayor en
su actividad cerebral y se extendía a otro tipo de sonidos.
Resultados como este muestran que el
cerebro del bebé en gestación aprende a escuchar antes del
nacimiento y puede crear memoria de los sonidos que escucha. Estos
cambios estructurales, según los investigadores, influirán de
manera relevante en el desarrollo del lenguaje durante la primera
infancia. También confirman la importancia de lo que hacen, tan
sabiamente, las madres embarazadas de todas las culturas, quienes
intuitivamente se comunican con sus recién nacidos a través de los
cantos de cuna, de los arrullos. Es la música del lenguaje
convertida en cuentos, poesías y juegos rítmicos, la que en algunas
oportunidades tranquiliza a los niños, les permite dormir, les
conjura los miedos, les da seguridad y los invita a jugar. Estos
valores sonoros del lenguaje inciden en el temprano oído del feto.
Al respecto, Evelio Cabrejo afirma
que las canciones hacen parte del aprendizaje del lenguaje desde la
vida intrauterina y condicionan al bebé para actuar en la comunidad
lingüística a la que va a pertenecer. Conviene, entonces, que los
adultos que acompañan al niño durante su cotidianidad cuenten con
un repertorio rico en lenguaje artístico, de tal manera que inviten
al niño a disfrutarlo con la naturalidad con la que se desarrolla su
vida en el hogar o en el jardín.
Como vemos, el acercamiento del niño
al lenguaje se da desde sus primeros meses de gestación, pero ¿será
el lenguaje estrictamente operativo y funcional? ¿O será el
lenguaje lúdico y estético de la literatura?
En el desarrollo de nuestra especie
y de los individuos, así como en el del lenguaje, primero nombramos,
nominamos y luego pasamos al relato, a la narración. El cuento, el
mito son universales y permiten al ser humano explicarse el mundo, su
creación y su existencia. A través de las narraciones construimos
una idea de quiénes somos, de dónde venimos y a qué futuro nos
enfrentamos. En las narraciones depositamos nuestra confianza para
ordenar selectivamente las cosas del mundo y de la vida, pues nos
cuentan de situaciones propias del ser humano, de las que tomamos y
seleccionamos lo que nos entrega un sentido propio, personal, de
acuerdo con nuestras propias vivencias.
Es
necesario considerar que existen distintos tipos de texto, que
cumplen diferentes funciones y satisfacen diferentes necesidades;
pero ¿cuáles son los textos que dan cabida a todos los temas
posibles, a todos los asuntos posibles, a todo cuanto el hombre pueda
pensar, sentir, temer, anhelar, imaginar, simbolizar? ¿Cuáles son
los textos que comprometen más íntegramente a la persona: su razón,
su imaginación, sus sensaciones y sus emociones? Me refiero a los
textos literarios. Porque la literatura, como bien sabemos, es un
arte que permite reconocerse en los personajes y situaciones, que
evoca emociones, sensaciones que el niño relaciona con sus
vivencias, con su realidad. De esta manera, la literatura,
particularmente la poesía y la narrativa, le ayuda a resignificar
sus miedos, conflictos, deseos, necesidades, etc., dándole sentido a
su experiencia. Los niños suelen insistir en que se les lea un
cuento una y otra vez. Esto está relacionado con sus necesidades
emocionales, quizá ese cuento les reflejó una situación que les
dice algo, una representación que los ayuda y necesitan para
elaborar sus inquietudes y que internamente alimenta sus esperanzas y
elimina sus ansiedades.
Cuando quienes rodean al niño solo
le proporcionan el lenguaje de la vida cotidiana, principalmente
utilitario, no le brindan las posibilidades para lograr el máximo de
su potencial desarrollo. Si el niño escucha tempranamente
narraciones, juegos rítmicos y poesías, su oído se prepara, a
través del placer de ese juego sonoro, como futuro lector de
literatura y amplía sus habilidades comunicativas; se prepara como
futuro lector consciente y poseedor de mayores y diversas
posibilidades expresivas proporcionadas por el lenguaje y sus
alcances.
Por esta razón, es fundamental
vincular a los niños con narraciones que los diviertan, que
movilicen sus emociones, sensaciones, les abran paso a simbolizar y
despierten su curiosidad, que les propongan ambigüedades,
incertidumbres, exploraciones, así como también privilegiar la
literatura, cuyos textos le permiten elaborar sus realidades y crear
sentidos y estimulan su imaginación. Esta relación con el arte de
la palabra, con la literatura, responde a objetivos lúdico-estéticos,
relacionados con el placer, lejos de la obligatoriedad o de fines
escolarizantes. La literatura, a través de la poesía y los cuentos,
vincula a los niños con experiencias vividas por otros, con
emociones, con sensaciones que contribuyen a construir al niño como
una persona particular y singular. De esta manera, quedan atrás los
cuentos cuyo único fin es la enseñanza de valores, libros que
muchas veces no tienen otra pretensión que fines comerciales y que
menoscaban las capacidades de los niños y limitan la multiplicidad
de sentidos que puede otorgar la literatura artística.
En la literatura para niños cada
vez cobra mayor importancia el lenguaje por imágenes; pero los
factores de la sonoridad, del ritmo del texto literario, registrados
por la lectura eficaz en voz alta, serán siempre, a lo largo de todo
el desarrollo del niño y en todo tipo de texto literario, esenciales
para el disfrute del lenguaje y para la construcción de un sentido
personal del lector. Un sentido que podrá estar, con frecuencia,
abierto a otros sentidos.
Esa es la magia de la literatura.
Nos da más preguntas que respuestas. Y ya sabemos que la capacidad y
la necesidad de hacernos preguntas es un indicador de crecimiento y
de vitalidad más significativo que la acumulación de respuestas.
Las respuestas tienden a volarse con cualquier soplo. Las preguntas
pesan más y se quedan.
Cortesía:
Centro Regional para el Fomento del Libro
en
América Latina y el Caribe, Cerlalc
*
Pedagoga colombiana, naturalizada chilena. Tiene una amplia
trayectoria en la realización de diversas iniciativas de promoción
de lectura dirigidas a niños y jóvenes, entre ellas, el taller para
la primera infancia La Lectura desde el Vientre. Es una de las
fundadoras de la corporación Lectura Viva, en Chile, que trabaja en
la formación de mediadores.
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