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sábado, 19 de junio de 2021

Carta de un otoño lejano (En el día del padre)

 

Laura Antillano


Deseas escribir esta carta desde un otoño pálido y frío, desde una ciudad desconocida, con tranvía y subterráneo, con edificios ocres y un pasado histórico que parece pesar sobre la espalda de la gente, como un baúl viejo con ropa del abuelo.

En la memoria, como un álbum de fotos ves a papá,  gordo, pequeño, con bigote ralo, cuando discute mientras limpia sus libros, se pone los anteojos en la punta de la nariz mirándome por encima, porque los usa para leer y escribir y si le hablas, sube la cabeza y te mira, como si los anteojos se quedaran inútiles puestos allí, justo encima de su nariz.

Él sabe bailar y canta a gritos y tiene una risa muy sabrosa. Cuando se afeita pone mucha espuma en la brochita y lo hace con un gesto cuidadoso, poquito a poco, y canta un poco si no anda apurado. Piensas en esto y entonces recuerdas, página a página, el álbum de fotografías y el gato pequeño de felpa que dormía sobre la cama cerca del piso.

Y con tu frío de manos en el bolsillo y mejillas rojas, mientras compras estampillas o te preparas para la jornada de trabajo de hoy, sabes que quieres reconstruir palmo a palmo una tarde y otra, y meterte en el uniforme de la escuela de los nueve años y tener el bulto grandísimo que  arrastrabas por demasiado peso.

domingo, 22 de septiembre de 2019

Luchín de Víctor Jara: Para todos los niños que entienden desde la lucidez de su descubrimiento del mundo


Laura Antillano

Todos recordamos a Víctor Jara. ¿Cómo olvidarle?
La tradición de la canción chilena y de protesta lo tuvo, lo tiene, entre sus intérpretes más importantes, y se habló recientemente del juicio, finalmente, a quienes perpetuaron su muerte.
Y ahora descubrimos un bello texto atribuido a él por editorial Lom de Chile. Es un poema, canción y cuento, ilustrado a todo color por Raquel Echenique y se llama: Luchín.
El cuento está compuesto por el hilar de versos sencillos, típicos de la canción popular folclórica.
Describe las andanzas de un niño, que juega con una niña, con un caballo, un gato y un perro. Luchín en la playa, con el mar y los techos de Barrancas.
El tono del verso popular, de la canción de calle, del refrán y la retahíla, está en este libro de Lom hermosamente presentado, lleno de sencillez y mesura, entre tonos azules y amarillos con sepia, donde la sencillez descriptiva de los personajes nos acoge y nos hace comunicar con ese pequeño Luchín con sus manitas moradas de frío, y su miseria ignorada.

Marina Colasanti : La belleza en los vínculos descubiertos


 Laura Antillano

La editorial Global define una colección con el mismo nombre de la escritora Marina Colasanti de Brasil. Esta peculiar circunstancia nos puso en contacto con dos títulos de la autora, editados con bellas ilustraciones: Un amor sin palabras y Un verde brilla en el pozo. Leemos estos relatos con jóvenes que se inician en el taller literario de La letra voladora, y quienes acaban de terminar en la escuela primaria para iniciar la vida del bachillerato.
La belleza poética de estos cuentos y su contenido filosófico abre el diálogo.
Marina Colasanti toca importantes temas de la reflexión humana a partir de sencillas cadenas de circunstancias, donde sus personajes confrontan el día a día entre lo elemental y lo trascendente. La colección que lleva su nombre contiene otros títulos, pero los que localizamos en Venezuela fueron estos, y por el sabor y saber de su lectura aspiramos a leerlos todos.
Textos e ilustraciones son de la misma autora, lo que significa una total identificación entre lo uno y lo otro en la circunstancia de ideas que al ser desarrolladas han tomado la vertiente del camino ideal, en la búsqueda de lo sin lugar a dudas se quiere decir al lector.

domingo, 14 de mayo de 2017

Gonzalo Moure, el asturiano de la ternura escrita

Laura Antillano


“Yo, que maté de melancolía al pirata Francis Drake”  fue el primer libro que leí de Gonzalo  Moure. Me fascinó. Lo compré azarosamente en el Salón del Libro que organiza el chileno Luis Sepúlveda en Guijón,  Asturias. Tenían una feria de libros con varios proveedores y en una mesa, entre muchas cosas, ese título me ganó.
Me lo leí en dos noches, me conquistó la historia y el modo de relatarla. Varios años después, en Quito, invitada por Leonor Bravo al Maratón del Cuento, conocí al autor de aquella novelita.
Gonzalo  Moure intervino el día de la inauguración y habló con equilibrio y emotividad de alguien que había sido amiga de muchos de los presentes  y a quién todos guardaban especial afecto, ella había fallecido hacia no mucho y le había contado de este evento en Ecuador, para el que él era tan nuevo como yo. Coincidimos después en el transporte que nos trasladaba a todos, y sentados juntos conversábamos de literatura, salió el tema de los piratas y salió el nombre de su libro y salió el de mi cuento “Tuna de mar”, igualmente dedicado en este caso, a una mujer pirata.

martes, 20 de diciembre de 2016

Mi abuelo en Navidad (Cuento)

Laura Antillano



Yo no conocí a mi abuelita Lula, porque cuando nací ya ella no existía, pero, todos los años, al llegar el mes de diciembre, pienso en ella.

No puedo dejar de hacerlo porque mi mamá, en estos días de diciembre, todos los años, comienza por sacar sus cajas del cuartito de los corotos, (ese donde guardamos lo que no se usa siempre, o lo que no sé sabe cuando se usará, como mi bici pequeñita, o la aspiradora de antes).

Me gusta mucho estar allí cuando ella saca esas cajas. Es como una ceremonia,  como si la magia de la Navidad comenzara justo cuando esas cajas son destapadas.

Mamá las carga hasta el centro de la sala, y yo voy tras ella, ahora que estoy más grande la ayudo  llevando algunas, cuando estaba más chiquita solo la seguía como en una marcha de fiesta.

Cuando las tenemos a todas allí, nos sentamos en el piso y las vamos abriendo. Están cubiertas de papeles todos arrugaditos, y de paja también. Hay que revisar con cuidado porque cada cosa allí está muy envuelta, y está así  desde el pasado enero.

¿Y saben lo que sale de ellas?