Justo
Serna
Leer
ficciones sirve para dilatarse, para ensancharse, para darnos
experiencias que jamás tendremos, para ampliar nuestra vida y para
hacernos creer que esa existencia efímera que es la nuestra se
prolonga vicariamente y a cada instante en otros individuos y en
otras situaciones. Leer sirve para frenar la muerte y para contener
el miedo, esas insidiosas amenazas que están siempre presentes.
Quien ha leído, quien ha frecuentado novelas y vidas, narraciones y
avatares de otros, ha conseguido burlar esa existencia breve que el
azar le da, porque un minuto de su vida es varios y distantes,
multiplicados y distintos. Ha dialogado con muertos y con vivos, con
seres reales y con caracteres imaginados, ha conversado con
contemporáneos y con antepasados, sin que barreras temporales ni
espaciales le detengan. Quien ha leído ha emprendido viajes para los