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sábado, 10 de diciembre de 2016

Memoria de la infancia: Viaje en un barco de papel

Hay quienes imaginan el olvido
como un depósito desierto / una
cosecha de la nada y sin embargo
el olvido está lleno de memoria
Mario Benedetti.

José Gregorio González Márquez

La memoria no es una simple caja de resonancia donde se depositan los acontecimientos, acciones y saberes para rememorarlos ocasionalmente. Junto con el olvido, la memoria acompaña al hombre por los caminos sinuosos de la vida. Se apela al olvido para desdibujar las marcas que la existencia va imprimiendo con el devenir del tiempo. Dolorosas o de difícil aceptación, se guardan en las profundidades de la memoria; se olvidan por segundos o siglos completos; pero resurgen por jugarretas del destino o intemperancias de la cotidianidad humana  en días largos, en noches donde afloran los recuerdos y se encima la nostalgia.


La infancia, espacio temporal para vivir la felicidad o la incertidumbre, puede considerarse un estadio fascinante donde el niño interioriza su universo particular bajo las marcas de vivencias que se convertirán en recuerdos cuando crezca y se convierta en adulto. Entonces, deseará volver los pasos andados y navegar por los infinitos ríos que la memoria le presenta como una película,  que vertiginosa y audaz, le devuelve al pasado: su casa, su escuela, sus amigos, su territorio de infancia.

domingo, 3 de julio de 2016

La infancia en la poesía


Beatriz Mendoza Sagarzazu


En la actualidad, ya nadie pretende definir qué es la poesía. El mundo de hoy controversial y cuestionador ha terminado con la aceptación de verdades absolutas y es poco dado a las definiciones: Las palabras cuando de definir se trata, se refieren más a sugerencias que a realidades, ya sean estas esenciales o vivenciales. Más aun, si de poesía se trata, materia incorpórea, tan inasible como la palabra misma, su elemento óseo, sostenedor de su ser y existir. Sin embargo, con o sin definiciones, la poesía es. Con detractores, en lucha desigual contra un materialismo imperante y creciente, a pesar de un sistema de vida que parece reducir su tiempo, y del facilismo que brindan los medios audio-visuales, nadie puede negar la existencia de la poesía, una de las pocas verdades que siguen siendo evidentes por sí mismas. Y aun cuando no pueda encerrarse en los estrechos límites de una definición, su materia, quizás como ninguna otra, porque de por sí es cambiante, persiste a través del tiempo y sus espacios: La poesía como la vida es un ser, y como la felicidad un estar; un estado de ánimo cautivo y comunicante, una gracia intemporal que escapa y permanece en una red frágil pero firme y duradera. Un poco así como el perfume guardado en un envase al que de pronto dejamos en libertad: Su aroma crece y se apodera del aire y mueve íntimas vivencias y memorias.

lunes, 20 de junio de 2016

Poemas de Beatriz Mendoza Sagarzazu (1926 - 2016)




 Poeta, narradora, investigadora venezolana. Dedicada a la literatura y en especial a la literatura infantil.   



Cerbatana

La cerbatana
es muy viva.
Se come
mis maticas
y no dice
ni pío
cuando le pregunto:
- ¡Cerbatana, cerbatana!
¿dónde está
tu conuquito?



El ciempiés

El ciempiés
tiene su casa
húmeda, verde
de hierba.
Y va de prisa
en su ferrocarril,
por no llegar tarde
a la merienda.
No lo mates,
no lo mates,
que lo esperan:
su mamá
lloraría
si no llega.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Diciembre

Beatriz Mendoza Sagarzazu
Diciembre


No puedo reconstruir sus días desiguales, alineados y paralelos, atravesando cada año el tiempo previsto y señalado.
Inútilmente espero el signo que me lo reintegre. Con la infancia dejé atrás sus caminos, y al regreso no he hallado señales de humo aguardándome. ¿Qué sueños llenaban los instantes?¿Qué pequeñas angustias rompían el equilibrio de las horas. Si todo fuera volver. Si todo fuera volver al encuentro de la misma calle con las mismas casas, de las casas con las mismas gentes, de las gentes con los mismos rostros, con las mismas voces, con los mismos gestos. Si tan solo pudiéramos encontrarnos los mismos. Separar lo nuestro. No equivocarlo. ¿Cómo hallar las manos que un día nos tocaron? ¿Cómo retener el juego que nos hizo felices, las palabras que hemos olvidado?
¡Ah diciembre, diciembre!  ¡Y esa brisa que quiere quedarse, esa brisa que dice y que no dice de cosas lejanas! Pero el recuerdo no encuentra donde asir sus manos blancas, no halla metales qué soldar, ansioso y persistente. Sólo la nostalgia se va multiplicando, apoyándose en una fecha, en un anhelo o en la brisa que canta. Al pasar.