Su
primer contacto
Entonces Felipe apeló pero el suceso ya había creado su natural
anormalidad. La víctima había achacado la seducción al olor de la
rosas y al trinar de las aves. Luego lo negó para atribuírselo a
aquel sueño, solo interrumpido por las cantadas de diana del
soldado. Pero otra era la creencia porque fuego y sal, lágrimas y
sangre de esto hablaron en el sitio. Huellas, murmullos y vidrio
nocturno aseguraron ver y oír. Entonces se confirmó lo que antes
anduvo como secreto y murmuró el Señor, arriba, desatendiendo su
labor habitual lanzando el castigo, porque las aves depredadoras así
lo exigían.