viernes, 9 de octubre de 2015

Aprender a leer de otra manera

Galo Guerrero-Jiménez

 Contar cuentos es compartir magia y emociones.  (ilustración de Goro Fujita)
Hay espacios en la vida que uno aprende a conquistarlos a punta de esfuerzo permanente. Y la conquista siempre es para ser mejor,  para ser feliz, y ante todo dentro de los parámetros que la libertad y la responsabilidad nos brindan como espacios profundamente humanos, y por ende llenos de un sentido pleno, de manera que desde esa posición se pueda entender mejor la vida.
Uno de esos espacios es el de la lectura. La lectura es un valor humano muy especial, sobre todo el de la literatura. Como sostiene Graciela Montes: “La literatura, como el arte en general, como la cultura, como toda marca humana, está instalada en una frontera. Una frontera espesa, que contiene de todo, e independientemente: que no pertenece al adentro, a las puras subjetividades, ni al afuera, el real o mundo objetivo” (2001, p. 52).
Y aunque muchos no lean, la gran mayoría de las sociedades está fundada sobre el libro, como uno de los valores culturales quizá más significativos no solo para preservar el desarrollo de las sociedades, sino para que se pueda transmitir, formar y moldear la conducta humana, sobre todo desde la

jueves, 8 de octubre de 2015

La poesía y los imbéciles

Aldo Pellegrini

La poesía tiene una puerta herméticamente cerrada para los imbéciles, abierta de par en par para los inocentes. No es una puerta cerrada con llave o con cerrojo, pero su estructura es tal que, por más esfuerzos que hagan los imbéciles, no pueden abrirla, mientras cede a la sola presencia de los inocentes. Nada hay más opuesto a la imbecilidad que la inocencia. La característica del imbécil es su aspiración sistemática de cierto orden de poder. El inocente, en cambio, se niega a ejercer el poder porque los tiene todos.
Por supuesto, es el pueblo el poseedor potencial de la suprema actitud poética: la inocencia. Y en el pueblo, aquellos que sienten la coerción del poder como un dolor. El inocente, conscientemente o no, se mueve en un mundo de valores (el amor, en primer término), el imbécil se mueve en un mundo en el cual el único valor está dado por el ejercicio del poder.
Los imbéciles buscan el poder en cualquier forma de autoridad: el dinero en primer término, y toda la estructura del estado, desde el poder de los gobernantes hasta el microscópico, pero corrosivo y siniestro poder de los burócratas, desde el poder de la iglesia hasta el poder del periodismo, desde el poder de los banqueros hasta el poder que dan las leyes. Toda esa suma de poder está organizada contra la poesía.

domingo, 4 de octubre de 2015

Mi itinerario como lectora

 Irene Vasco


Me piden hoy que me lea a mí misma a través de mis lecturas. Extraño ejercicio para quien pasa la mayor parte de su tiempo leyendo a otros, para quien asume y acepta como vocación inquebrantable el llenar de lecturas a cuanta persona, niño, joven, adulto, viejo, se le atraviese. Trataré de hacer un recorrido por las lecturas más significativas, las que marcaron mi vida en diferentes momentos. 
Nací leyendo: leyendo las voces en español y en portugués de mi abuela antioqueña y de mi mamá brasileña, que me cantaban y me contaban las nanas y arrullos que a su vez habían leído en las voces de sus propias madres. Entre el Tutú marambá y el Pizingaña pizingaña, palabras igualmente mágicas, enigmáticas, restauradoras, aprendí a leer que alguien estaba cerca de mí, que me acompañaba, que me cuidaba, que me curaba de miedos y de incertidumbres. Esas primeras palabras pronto se ampliaron y otras, igualmente mágicas llenaron mi vida: muchos, muchísimos cuentos de hadas, de castillos, de príncipes y princesas, narrados por esas mismas voces y enriquecidos por libros de láminas, me sirvieron para interpretar el mundo y reescribirlo desde diferentes puntos de vista.

domingo, 27 de septiembre de 2015

El tsunami de las ediciones digitales, ¿una amenaza para el libro impreso?

Víctor Montoya

Ilustración Scott Brundage
En la Era de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, que han revolucionado las formas de relacionarse entre individuos, se ha creado una red informática mundial al que, como por arte de magia, podemos acceder quienes disponemos de una computadora en la casa, el trabajo y la escuela. Es cuestión de encender la computadora, navegar por las redes digitales para buscar la información requerida, aun sin ser expertos en informática ni teóricos en ciencias de la comunicación.
El ciberespacio es una suerte de biblioteca virtual en el que, con un simple "clic" en un motor de búsquedas, encontramos los libros de cualquier rincón del mundo, sin perder tiempo, ni ocupar espacio ni gastar un solo centavo, aparte de que nos permite descargar de Internet el título que nos interesa y disfrutar de su lectura en la pantalla estemos donde estemos: en la cama, el viaje, , el aula, la cocina o el parque, puesto que la literatura

lunes, 7 de septiembre de 2015

Libros peligrosos

Carlos Yusti

Pintura de Francine Van Hove
Uno de mis libros predilectos, y que llevo siempre en mis mudanzas/andanzas domésticas, es el Índice de libros prohibidos. El ejemplar que poseo está en latín y fue un obsequio de mi amigo y profesor de castellano y literatura Humberto González. Lo tengo entre mis libros preferidos por la sencilla razón de ser una advertencia sobre la estupidez humana, de ese razonamiento intolerante y de ese espíritu censor que emana siempre de cualquier estamento de poder sea religioso o político.
Esa idea de que algunos libros son peligrosos y pueden torcer la mente de los individuos siempre me ha parecido un chiste pésimo, pero que algunos se toman con una irracional vehemencia; provocando no sólo la quema de algunos libros, sino la persecución, el boicot y (a veces) el asesinato de los autores de dichos libros.
Hace algunos años en Alemania se desató la polémica debido a que una editorial había decidido reimprimir Mi lucha, ese exaltado manifiesto que mezcla resentimiento, algunas ideas y brochazos

domingo, 30 de agosto de 2015

Autonomía y hechizo en la lectura

Galo Guerrero Jiménez

Largas noches de verano, largas noches de lectura. Lidia Tomashevskaya
Cuando a un lector le agrada lo que lee, se llena de gozo, se queda hechizado y siente el deseo de transmitir ese entusiasmo a otro lector; el entusiasmo es de tal naturaleza que, con toda la viveza intelectual y emocional que le caracteriza, le cuenta al otro lo valioso y lo impactante de esa lectura, para que se sienta atraído, y con el mismo fervor del mediador, se ponga a leer.
Un maestro, un amigo, los padres de familia, son los mejores mediadores, divulgadores y promotores de un buen libro, de una buena lectura, de una historia o de un asunto determinado bien escrito. Claro está que quien lee un libro que le conmueve, siempre sentirá la necesidad de comunicárselo a alguien para que emprenda en esa noble tarea de leer con ese mismo entusiasmo. El hechizo de una buena lectura es como el hechizo de una buena película, de un vídeo, de una telenovela: el lector-vidente se entusiasma tanto que quisiera que todo mundo lea ese libro o ese texto que tanto le conmueve.

viernes, 21 de agosto de 2015

Acerca de la poesía

Juan Ángel Mogollón


Tal vez pueda decirse que la poesía es indefinible. Porque, realmente ¿qué cosa es la poesía? Los críticos literarios han aportado muchas definiciones tentativas, pero ellas sólo reflejan un punto de vista personal, una manera individual de ver la poesía. Y aun los poetas, involucrados como están en el problema de su creación, son ineficaces en sus definiciones. En verdad, siempre que un poeta intenta definir la poesía lo que está es haciendo poesía, acaso sin saberlo. Incluso podría decirse que a los poetas sólo les es dado el privilegio de de crear poesía, sin ocuparse mucho en desentrañar sus misterios, pues una cosa tan vaga e infinita, tan sumida en lo desconocido, al definirse se limita. Y la poesía escapa a todo límite y es la esencia que anida en todo objeto. Sin embargo, el poeta si puede referirse a su propia manera de hacer poesía, a su ars poética, que es su dominio personal. En este sentido, a lo que a mí respecta, puedo decir que me esfuerzo en la captación de las imágenes, a las que asigno un valor superior a las ideas. Un poeta no es un ideólogo, un teorizante de la realidad, sino un hacedor de belleza. Y para lograr este objetivo superior se sirve de la realidad y de los sueños, de todos los materiales que le suministra el universo, sin excluir ninguno. En este vasto reservorio, para los fines del poeta, no hay categorías ni jerarquías excluyentes. Vale tanto una hormiga como el Monte Everest, tanto una flor como una galaxia. Lo que importa, ciertamente, es el resultado, la suma de belleza que se obtenga de esos elementos, considerados individual o colectivamente.