martes, 19 de agosto de 2014

La cifra y la ceniza, el poema




Eleazar León

Si un poeta escribe sobre la lluvia, su cuerpo cae y sus palabras, mana por dentro y se va lejos, goteando y solo, desmemoriado y lleno hasta el desbordamiento de sus propias aguas. Nada y nadie de afuera puede poblar el poema si antes no es huésped de una conciencia disponible, de un alguien, el poeta, que se sabe visitado por todo y residente de lo fugaz, como un paraje que se recorre y se abandona sin permanencia. Lo duradero es lo que pasa, ese intercambio entre el camino y el caminante, ambos en  ruta hacia un  lugar que ya conocen, aunque no puedan encontrarlo. La duración del poeta es la sucesión del poema en un tiempo y un espacio siempre futuro: para ser ahora, inmediatamente, tendría que saltar la distancia que el mundo mantiene para que nosotros seamos, para poder vivir diferenciados de él.
El poema es una reconciliación  entre extraños, entre viajeros que no se han visto antes y se saludan con aire consecuente, repitiendo los ritos de una ceremonia desconocida, dándose mensajes que nadie ha enviado y que ellos no podrán descifrar. El poeta no se resigna al país extranjero que es la vida, y en un alarde, con más alma que entendimiento, habla todas las lenguas,

lunes, 14 de julio de 2014

La palabra en predios de una antología. La literatura infantil venezolana

José Gregorio González Márquez

Poeta José Javier Sánchez
La palabra, en su segmentación oral o escrita, retrata el alma del ser humano. Cuando se escribe, invade los predios de la existencia para vincular los mundos de la imaginación y la fantasía con la realidad circundante. En la palabra habitan sueños, deseos, pasiones, alegrías, tristezas, denuncias, incertidumbres y tantas emociones que en el escenario de la vida frecuentan el pensamiento humano.  La escritura es un acto personal; es individual y solitario pues el escritor se sumerge en el universo de la palabra para atar o desatar el sentido de frases y oraciones que a la larga compondrán un poema, novela, cuento o ensayo cuyo referente sobrevivirá a la mirada del lector ávido de aventuras.
La literatura infantil – denominación que aun se discute – precisa de la constancia de sus escritores y de la calidad de lo que se escribe. Cuando se crea para niños y jóvenes es imperante considerar ciertos elementos que abarquen sus intereses y los atrapen en una espiral de aventuras, de conmociones para su deleite personal. Se vive el texto, se interioriza su contenido cuando la imaginación cabalga por los senderos del mundo lúdico. Jugar con las palabras, hacerlas intermitentes, referirlas al espacio mágico de lo ignoto despiertan en el niño la curiosidad y la búsqueda de nuevos mundos sensoriales. Invención e imaginación en la literatura infantil son ejes fundamentales en el desarrollo de la personalidad del niño. Víctor Montoya afirma que: “La actividad lúdica de los niños, como la fantasía y la invención, es una de las fuentes esenciales que le permite reafirmar su identidad tanto de manera colectiva como individual. La otra fuente esencial es el descubrimiento de la literatura infantil, cuyos cuentos populares, relatos de aventuras, rondas y poesías, le ayudan a recrear y potenciar su fantasía.”

lunes, 7 de julio de 2014

Una mirada a Morita Carrillo desde el lápiz de su poesía

                                                                                                        Yony G. Osorio G.

                                                                                                        Mi lápiz

“Usa ropa/de madera/
cuello fuerte/ de latón/
y sombrerito/ de goma,/
mi lápiz,/ mi borrador/”

Inspiración Ilustración de Hadley Hooper
La poesía de Morita Carrillo no está sola en el contexto de lo denominado literatura infantil o la dirigida a niños, jóvenes y adolescentes. Su escritura ha sido sujeta a variados análisis e inclusiones en muestras, selecciones, repertorios y antologías.
Demás está decir que entre los poetas yaracuyanos de este momento, David Figueroa Figueroa es el más dedicado y estudioso de esta especificidad literaria  destinada a los niños. Aunque parezca paradójico, lo reitero, uno de los más laboriosos y seguro exponente de este embarazoso arte, además, con criterios bien fundados. Él ha llevado sus apreciaciones en torno a la escritura de Morita Carrillo en cualquier formato comunicacional que le soliciten, como: conferencias, seminarios, jornadas, conversatorios y talleres en las escuelas. No hace mucho tiempo que este poeta presentó una ponencia sobre Morita Carrillo en el Encuentro Internacional con la Literatura Infantil y Juvenil en Venezuela en la ciudad de Valencia, estado Carabobo, evento organizado y sostenido “a Quijotazo limpio” por la constancia de la profesora y escritora Laura Antillano. En ese escenario la visión de este coterráneo mostró a una Morita que

viernes, 27 de junio de 2014

Diario de una señorita que escribía porque se fastidiaba

  Luz Marina Almarza

                                                            “Yo soy yo y mi circunstancias” J. O. G

Sufrí de parálisis cerebral * (a causa de un nacimiento prematuro de 5 meses y medio) , por  lo que tuve  que ser operada a los 11 años para mejorar, facilitar el caminar, pues  me resultaba casi imposible. Vivo siempre en Barinas, pero me tocó trasladarme hasta Maracaibo, vivía con unos tíos y primos muy queridos muy queridos.  Les escribí una carta a mis papás contándoles como me había ido varías semanas internada en el Hogar Clínica San Rafael. Mi mami me contestó asombrada de la buena redacción y me regaló un bolígrafo. Apenas había aprobado el 4 ª grado.
En mi bachillerato, o ya desde antes, leía muchísimo; mis lecturas iniciales fueron “Doña Bárbara”   recuerdo una gruesa colección de libros empastados rojos con letras doradas de clásicos juveniles: cuentos y novelas de aventura y caballería que despertaba la imaginación y sumergía en épocas remotas de héroes legendarios o viajes largos de aventura y suspenso donde me apartaba y pasaba ratos de descanso. Nadie me obligaba, al contrario, -Como no podía hacer las labores de la casa, ni mi papito me dejaba salir a fiestas de adolescentes, me aburría, como el título inicial de las novela de la insigne Teresa de la Parra, y sin ninguna pretensión de ser petulante ni burlarme de ella.

lunes, 23 de junio de 2014

La lectura como acto de recreación para la comunión


                                                                                                                    Yony G. Osorio G.
                                                                                                                                                                           
Parte I    
                                          
Todo acto de lectura verdadero y placentero implica la comunión con la palabra,  flujo amoroso que nos invita a la recreación. Por lo tanto, incita al viaje pleno de experiencias, a compartir puntos de vista y a examinar miradas enaltecedoras e inéditas. Líneas de acción que pueden confluir en torno a un personaje tomándose en cuenta su nobleza, heroicidad, quijotesca existencia, simbología, las circunstancias del ser, muestra de la tensión suscitadas en los personajes, su caracterización sociológica, psicológica, económica, el tema planteado, el estilo o simplemente la pasión que agite el contexto en donde se desarrollen los hechos. Todo ello, consecuencia de aquel estado anímico que genera el movimiento de la escritura por ende el acto lector como recorrido hacia ese encuentro amoroso. Es esto, quizás, lo que podríamos descubrir, entre tantas otras cosas, en la lectura como viaje que realiza el escritor David Figueroa Figueroa, ejerciendo el acto de lector consumado, amoroso y que, en nombre de la amistad profesada a sus escritores preferidos en el deseo de estar perennemente en contacto y conversación sobre los libros, le dedica a la lectura recreativa del cuento “Paco Yunque” escrito por César Vallejo, texto aparecido en la Antología de cuentos americanos compilada por Leoncio Salvador Cárdenas, antólogo de la patria hermana del Perú.

miércoles, 18 de junio de 2014

Los mil rostros de la poesía

Gustavo Pereira


El goce que un buen poema despierta en el lector de poesía casi nunca puede ser expresado  por este en palabras, pues, para emplear una expresión de Eliot (en función de la poesía, función de la crítica ) se tiende a creer que existe una esencia única de la poesía, susceptible de formulación.
Y nada más alejado de ello.
Dado que la poesía nunca es la misma – aun siéndolo – puesto que bebe de la vida tanto como de la imaginación y en última instancia viene a ser, sobre todo, lenguaje (“ lo opuesto a un instrumento de precisión” según Valéry ) el universo de sus significaciones cambia y se transforma en un proceso interminable que no siempre reivindicó ni reivindica su verdadera esencia.
Al emplear un material como el lenguaje, nacido para representar y comunicar por medio de palabras que a su vez simbolizan valores, la poesía se mueve, bajo sus propias leyes, en territorio movedizo. Como sabemos, este material (el verbo), este logos, esta sustancia constitutiva, siendo la más común resulta volátil e impalpable. Por ello los poetas en la escritura de un texto poético se ven precisados a transformar la expresión cotidiana, descriptiva, lógica, racional, en expresión afectiva, emotiva, sentimental (aunque no siempre fue ni es así y aunque, a la postre, la razón dicte siempre, incluso quebrantando sus principios).

lunes, 2 de junio de 2014

El libro como destino

Juan Carlos Santaella

Sueños lectores Ilustración de Anna Forlati 
Para muchos seres humanos, hay aspectos, objetos y cosas que están, de muchas maneras ligados estrechamente a sus vidas. Cada quien, a partir del momento en que su existencia comienza  a tener un cierto sentido, crea para sí mismo e incluso para los demás, un mundo íntimo de correspondencias, gustos y obsesiones que con el tiempo terminan siendo puntos fundamentales de referencia. Todo depende, por supuesto, de las circunstancias en las cuales se desarrollan estas apetencias, estos ejes secretos, estas cercanías con los objetos amados y preferidos.
Hay, en efecto, condiciones propicias, espacios privilegiados, tiempos emocionales y materiales idóneos en lo que respecta a la formación espiritual de toda persona. No se eligen, no se compran, pues ellos constituyen una parte impredecible de la vida misma, forman una especie de azar inconstante  a través de cuyas apariciones, las bondades y las miserias, así como la felicidad, se presentan sin que podamos hacer nada al respecto. En suma, somos elegidos, tomados a la fuerza  por esos caprichos del destino, por esas corrientes subterráneas, para ser lanzados después a una superficie que suele maltratarnos y también revelarnos los misterios del fuego compartido.
Nadie, en verdad, decide sobre aquello que algún día llegaríamos a palpar, sobre aquello que en algún  momento tardaríamos en querer y odiar con tanto apasionado rigor. Hay