Gustavo
Pereira
El goce
que un buen poema despierta en el lector de poesía casi nunca puede ser
expresado por este en palabras, pues,
para emplear una expresión de Eliot (en función de la poesía, función de la
crítica ) se tiende a creer que existe una esencia única de la poesía,
susceptible de formulación.
Y nada
más alejado de ello.
Dado que
la poesía nunca es la misma – aun siéndolo – puesto que bebe de la vida tanto
como de la imaginación y en última instancia viene a ser, sobre todo, lenguaje
(“ lo opuesto a un instrumento de precisión” según Valéry ) el universo de sus
significaciones cambia y se transforma en un proceso interminable que no
siempre reivindicó ni reivindica su verdadera esencia.
Al
emplear un material como el lenguaje, nacido para representar y comunicar por
medio de palabras que a su vez simbolizan valores, la poesía se mueve, bajo sus
propias leyes, en territorio movedizo. Como sabemos, este material (el verbo),
este logos, esta sustancia constitutiva, siendo la más común resulta volátil e
impalpable. Por ello los poetas en la escritura de un texto poético se ven
precisados a transformar la expresión cotidiana, descriptiva, lógica, racional,
en expresión afectiva, emotiva, sentimental (aunque no siempre fue ni es así y
aunque, a la postre, la razón dicte siempre, incluso quebrantando sus
principios).
Nos
recordaba Eliot que un poema no es lo que el poeta se propone ni la idea que el
lector se hace del mismo. Más aún, su función no queda restringida a la que el
autor concibe, ni a la que realmente cumple en el propio lector. El poema posee
una existencia propia, escapada de las manos de su creador, y no pocas veces el
gusto dominante de una época impide valorarlo en su dimensión menos ostensible.
En todo caso, siempre, poema y lector encontrarán el modo de acercarse e
identificarse si finalmente aquel es capaz de despertar la fugaz o perenne
iluminación que este no espera encontrar y por ello se ve sorprendido como en
súbita revelación.
Asunto
distinto es el de la comprensión. Muchos lectores argumentan no leer poetas
contemporáneos, bien porque no encuentran en ellos los recursos empleados por
la poesía tradicional, bien porque dicen no entender lo que estos escriben. No
se plantean las mismas preocupaciones ante una obra arquitectónica o musical,
pero si ante la poesía, porque justamente la poesía, al expresarse en palabras,
se supone sujeta a representatividad, a comprensión racional.
Se
cuenta que en la inauguración de una exposición cubista, se acercó a Picasso
una señora para manifestarle, al mismo
tiempo que admiración, su desilusión por no entender lo que aquellas pinturas
intentaban expresar.
¿
Y a usted le gusta el canto de los pájaros, los canarios,
por
ejemplo?, preguntó Picasso.
Claro,
maestro.
¿
Y usted sería tan amable de explicármelos?
En
el curso de sus diversas manifestaciones y preocupaciones los movimientos
poéticos fueron liberando a la poesía de varias servidumbres, entre ellas la
lógica, la retórica, la grandilocuencia, la pomposidad... y la métrica, con la
que tanto la confundieron y la confunden. Al crear, mediante imágenes,
metonimias, metáforas, asociaciones inusitadas y otros recursos alógicos, un
orden particular de escritura dirigido a suscitar en el lector cierto tipo de
valencias emotivas (deslumbramiento, fascinación, entusiasmo, conturbación) la
poesía propicia en este un estado de interioridad sensitiva-perceptiva que el
lenguaje descriptivo no puede revelarle.
A
estas y otras cuestiones se refiere Eliot al reiterar que aprendemos lo que la
poesía es – si es que alguna vez llegamos a aprenderlo – leyendo poesía; aunque
quizás seriamos incapaces de reconocer la poesía en particular si no tuviéramos
de antemano una idea de la poesía en general.
Y
cabe preguntarse: ¿cómo una cosa inútil, sin valor de cambio al mercado, ha
logrado acompañar y acompaña al espíritu humano desde tiempos inmemoriales?
¿Qué hombre o mujer, qué joven o viejo, no han nutrido sus vidas con algunas de
esas palabras dispuestas a modo de descubrimiento, hechizo y revelación de otra
realidad o de la verdadera realidad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario