Luz Marina Almarza
“Yo soy yo y mi circunstancias” J. O. G
Sufrí de parálisis cerebral * (a causa
de un nacimiento prematuro de 5 meses y medio) , por lo que tuve
que ser operada a los 11 años para mejorar, facilitar el caminar,
pues me resultaba casi imposible. Vivo
siempre en Barinas, pero me tocó trasladarme hasta Maracaibo, vivía con unos
tíos y primos muy queridos muy queridos.
Les escribí una carta a mis papás contándoles como me había ido varías
semanas internada en el Hogar Clínica San Rafael. Mi mami me contestó asombrada
de la buena redacción y me regaló un bolígrafo. Apenas había aprobado el 4 ª
grado.
En mi bachillerato, o ya desde antes,
leía muchísimo; mis lecturas iniciales fueron “Doña Bárbara” recuerdo una gruesa colección de libros
empastados rojos con letras doradas de clásicos juveniles: cuentos y novelas de
aventura y caballería que despertaba la imaginación y sumergía en épocas
remotas de héroes legendarios o viajes largos de aventura y suspenso donde me apartaba
y pasaba ratos de descanso. Nadie me obligaba, al contrario, -Como no podía
hacer las labores de la casa, ni mi papito me dejaba salir a fiestas de adolescentes,
me aburría, como el título inicial de las novela de la insigne Teresa de la
Parra, y sin ninguna pretensión de ser petulante ni burlarme de ella.
Cuando terminé mi bachillerato el tío,
con una voz bien dramática por su carácter fuerte, me preguntó:” ¿qué piensas
hacer con tu vida? ¿Vas a pasar tu vida leyendo u oyendo música? Deberías
estudiar teatro pues eres medio teatral.” Por mi mente pasaban un torbellino de
pensamientos que casi me tumbaban. No quería quedarme sin ser alguien en la
vida ni un saco de piedras para mi familia.
También evocaba a mi abuela cuando me
dijo: “estudie letras para que escriba la vida de su bisabuela” una viejita,
alta, delgada, morena y arrugada como una ciruela pasa, de voz temblosa pero
muy cariñosa.
Pienso que lejos de obligarme, mi
abuela Ana, maestra durante 50 años, estaba anunciándome mi vocación, mi futuro.
Estudiando quinto año nos hacen el
test vocacional; estaba pasándola verde
con las materias científicas no así con Castellano y Literatura, y además me
dedicaba a leer varios libros por mi cuenta. Alguien en mi cumpleaños se le
ocurrió regalarme un libro con un título algo extraño: “Los pies de barro”, de Salvador Garmendia. La primera novela que
compré fue la voluminosa: “Lo que el
viento se llevó, que me tomó tres semanas enteras, casi sin parar en leerla
Estaba decidida a estudiar letras; No
importaba que me dijese mi profesora de 5º año: “mija, ni se le ocurra pues se
va a morir de hambre”
Recuerdo que alguien me regaló un
pequeño diario, en el tiempo de transición entre el bachillerato y la
universidad. No recuerdo si fui yo o quién me regaló un pequeño diario, que
forré yo misma con papel gamuzado amarillo pues sus tapas eran muy delgadas;
recuerdo que en la primera hoja llegué a escribir: “hola, diario, espero seas
mi compañero, mi confidente y te pueda contar los momentos malos, tristes, los
problemas…
Tenía en mi corazón sensible una
herida honda, era demasiado brusco el viraje en u; la inquietud, el temor, la
soledad que sentía se las manifestaba en largas cartas de muchas páginas, en
papel muy fino que le cogía a escondidas a mi mamá, que luego no hallaba como
meter en el sobre al correo, para enviárselas a un viejo sacerdote amigo
Jesuita. La escritura era un poco temblorosa y las líneas las últimas palabras
de la línea iban hacia abajo. Empecé a escribir poesía justo, la víspera de
cumplir 21 años, (un 3 de diciembre de 1982) fue mi primer cumpleaños sin mi
familia, en Caracas.
En la universidad me sentía feliz,
contenta y me agradó desde el principio el pensa de estudios. En mis años de
estudio, entre gustos y exigencias leía
gruesos libros y novelas íntegras y extensas además de poetas atormentados. Iba los lunes en la noche, después de clases
al taller literario; allí leíamos a los poetas venezolanos e hispanoamericanos
de la Vanguardia, a franceses del Simbolismo, Vanguardismo, que se veían en el
último año. Tuve el privilegio de
conocer a la escritora Antonia Palacios, Premio Nacional, Armando Rojas
Guardia y otros, miembros de los Grupos Literarios Tráfico y Guaire.
Escribir me ha hecho un ser libre; me
ha llevado a momentos de gozo, pues sé que
puedo convertir esa experiencia del
dolor y la soledad en un texto literario que va a comunicarse a otros. Escribir
poesía ha llenado anhelos, ausencias, duelos; me ha liberado de sentimientos
dolorosos; me ha señalado un camino distinto y poco frecuente, ha ocupado mi
tiempo de hastío; me ha ayudado a valorarme, a apreciar cada momento, a detenerme
y andar a mi propio ritmo. Gracias al oficio de poeta he podido
encausar mi largo, intensa e indetenible caminar por la vida, plasmar en mis
versos cortos mi visión del mundo, habito; en mis haiku, todo lo que observo
como una cámara fotográfica.
Lectora. Ilustración de Natalie Foss |
Mis libros, los poetas han sido un apoyo como
lo son mis muletas; un universo compartido; pero lo más hermoso del acto
creador, es poder comunicar las palabras y poder transformarlas en un texto
literario, en ese taller del orfebre que es la poesía y el poeta.
Mis motivos para escribir son mis propias
vivencias. Escribo sobre o que me acontece; lo que observo; lo que me asombra,
belleza, ternura, la creación entera, partiendo de lo más sencillo, lo frágil,
lo vistoso hasta lo duro, lo seco. Hay algunos temas que son recurrentes como:
el paisaje, la tierra, los ríos, la lluvia las flores, el cielo, el horizonte, el
pájaro, el vuelo; el silencio; la espera, el esperar a alguien; la soledad, la
tristeza y la melancolía; la puerta…
Hay una poesía propia cuyo tema es la
comunicación con Dios; es decir, hago de mi poema una oración, están también
mis preguntas como ser humano, al Supremo invisible y silencioso. Además de
poeta soy un ser orante, angustiado e inquieto que espera la respuesta del
Todopoderoso y anhela su paz.
Escribo, soy poeta, no porque tenga
una diversidad funcional para caminar, hablar y hasta respirar, sino porque soy
sumamente sensible; Soy un pájaro que vuela.
Le doy gracias a la vida por el
afecto, la familia, los amigos; los premios, los aplausos.
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*(Es una alteración en el desarrollo
causada por daño en el cerebro en evolución, ya sea antes o después del
nacimiento. Esta alteración afecta la visión, la audición, el lenguaje la
coordinación y habilidades mentales. El daño al cerebro puede resultar en un
Retardo Mental, convulsiones o dificultades para el Aprendizaje, respiración,
alimentación y digestión).
Luz Marina Almarza
(Chivacoa, 1961) Poeta, compiladora,
docente. Vive en Barinas, estudió letras en la UCAB. Ha escrito
poesía desde hace más de 25 años, tiene escrito una extensa obra poética..
Merecedora de premios de poesía como: El I Concurso de Poesía “Eliseo Jiménez
Sierra, Yaracuy: “Hasta el fulgor
inmaculado” Municipal de Poesía Alcaldía de Barinas con “Siguiendo el Rastro de una Lagartija”). “Frágil Luz Deslumbradora”. Mención en
la II Bienal de Literatura” Orlando Araujo” con el libro “Vislumbrar el Cielo”. El poemario: “Frágil Luz Deslumbradora”. IV Bienal Nacional de Literatura
“Orlando Araujo, La vocación del pájaro “Tiene
un ensayo “La poesía en la escuela”
(estrategias y antología breve de poesía para niños)”.
Conmovedor. Me has impresionando gratamente por tu voluntad y el amor por la palabra. Gracias por compartirlo, nos hace sentir ligeros de equipaje como diría Tony De Mello.
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