domingo, 4 de octubre de 2015

Mi itinerario como lectora

 Irene Vasco


Me piden hoy que me lea a mí misma a través de mis lecturas. Extraño ejercicio para quien pasa la mayor parte de su tiempo leyendo a otros, para quien asume y acepta como vocación inquebrantable el llenar de lecturas a cuanta persona, niño, joven, adulto, viejo, se le atraviese. Trataré de hacer un recorrido por las lecturas más significativas, las que marcaron mi vida en diferentes momentos. 
Nací leyendo: leyendo las voces en español y en portugués de mi abuela antioqueña y de mi mamá brasileña, que me cantaban y me contaban las nanas y arrullos que a su vez habían leído en las voces de sus propias madres. Entre el Tutú marambá y el Pizingaña pizingaña, palabras igualmente mágicas, enigmáticas, restauradoras, aprendí a leer que alguien estaba cerca de mí, que me acompañaba, que me cuidaba, que me curaba de miedos y de incertidumbres. Esas primeras palabras pronto se ampliaron y otras, igualmente mágicas llenaron mi vida: muchos, muchísimos cuentos de hadas, de castillos, de príncipes y princesas, narrados por esas mismas voces y enriquecidos por libros de láminas, me sirvieron para interpretar el mundo y reescribirlo desde diferentes puntos de vista.

domingo, 27 de septiembre de 2015

El tsunami de las ediciones digitales, ¿una amenaza para el libro impreso?

Víctor Montoya

Ilustración Scott Brundage
En la Era de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, que han revolucionado las formas de relacionarse entre individuos, se ha creado una red informática mundial al que, como por arte de magia, podemos acceder quienes disponemos de una computadora en la casa, el trabajo y la escuela. Es cuestión de encender la computadora, navegar por las redes digitales para buscar la información requerida, aun sin ser expertos en informática ni teóricos en ciencias de la comunicación.
El ciberespacio es una suerte de biblioteca virtual en el que, con un simple "clic" en un motor de búsquedas, encontramos los libros de cualquier rincón del mundo, sin perder tiempo, ni ocupar espacio ni gastar un solo centavo, aparte de que nos permite descargar de Internet el título que nos interesa y disfrutar de su lectura en la pantalla estemos donde estemos: en la cama, el viaje, , el aula, la cocina o el parque, puesto que la literatura

lunes, 7 de septiembre de 2015

Libros peligrosos

Carlos Yusti

Pintura de Francine Van Hove
Uno de mis libros predilectos, y que llevo siempre en mis mudanzas/andanzas domésticas, es el Índice de libros prohibidos. El ejemplar que poseo está en latín y fue un obsequio de mi amigo y profesor de castellano y literatura Humberto González. Lo tengo entre mis libros preferidos por la sencilla razón de ser una advertencia sobre la estupidez humana, de ese razonamiento intolerante y de ese espíritu censor que emana siempre de cualquier estamento de poder sea religioso o político.
Esa idea de que algunos libros son peligrosos y pueden torcer la mente de los individuos siempre me ha parecido un chiste pésimo, pero que algunos se toman con una irracional vehemencia; provocando no sólo la quema de algunos libros, sino la persecución, el boicot y (a veces) el asesinato de los autores de dichos libros.
Hace algunos años en Alemania se desató la polémica debido a que una editorial había decidido reimprimir Mi lucha, ese exaltado manifiesto que mezcla resentimiento, algunas ideas y brochazos

domingo, 30 de agosto de 2015

Autonomía y hechizo en la lectura

Galo Guerrero Jiménez

Largas noches de verano, largas noches de lectura. Lidia Tomashevskaya
Cuando a un lector le agrada lo que lee, se llena de gozo, se queda hechizado y siente el deseo de transmitir ese entusiasmo a otro lector; el entusiasmo es de tal naturaleza que, con toda la viveza intelectual y emocional que le caracteriza, le cuenta al otro lo valioso y lo impactante de esa lectura, para que se sienta atraído, y con el mismo fervor del mediador, se ponga a leer.
Un maestro, un amigo, los padres de familia, son los mejores mediadores, divulgadores y promotores de un buen libro, de una buena lectura, de una historia o de un asunto determinado bien escrito. Claro está que quien lee un libro que le conmueve, siempre sentirá la necesidad de comunicárselo a alguien para que emprenda en esa noble tarea de leer con ese mismo entusiasmo. El hechizo de una buena lectura es como el hechizo de una buena película, de un vídeo, de una telenovela: el lector-vidente se entusiasma tanto que quisiera que todo mundo lea ese libro o ese texto que tanto le conmueve.

viernes, 21 de agosto de 2015

Acerca de la poesía

Juan Ángel Mogollón


Tal vez pueda decirse que la poesía es indefinible. Porque, realmente ¿qué cosa es la poesía? Los críticos literarios han aportado muchas definiciones tentativas, pero ellas sólo reflejan un punto de vista personal, una manera individual de ver la poesía. Y aun los poetas, involucrados como están en el problema de su creación, son ineficaces en sus definiciones. En verdad, siempre que un poeta intenta definir la poesía lo que está es haciendo poesía, acaso sin saberlo. Incluso podría decirse que a los poetas sólo les es dado el privilegio de de crear poesía, sin ocuparse mucho en desentrañar sus misterios, pues una cosa tan vaga e infinita, tan sumida en lo desconocido, al definirse se limita. Y la poesía escapa a todo límite y es la esencia que anida en todo objeto. Sin embargo, el poeta si puede referirse a su propia manera de hacer poesía, a su ars poética, que es su dominio personal. En este sentido, a lo que a mí respecta, puedo decir que me esfuerzo en la captación de las imágenes, a las que asigno un valor superior a las ideas. Un poeta no es un ideólogo, un teorizante de la realidad, sino un hacedor de belleza. Y para lograr este objetivo superior se sirve de la realidad y de los sueños, de todos los materiales que le suministra el universo, sin excluir ninguno. En este vasto reservorio, para los fines del poeta, no hay categorías ni jerarquías excluyentes. Vale tanto una hormiga como el Monte Everest, tanto una flor como una galaxia. Lo que importa, ciertamente, es el resultado, la suma de belleza que se obtenga de esos elementos, considerados individual o colectivamente.

lunes, 17 de agosto de 2015

Espantosa Gramática

Gustavo Pereira


Mientras la enseñanza de nuestro idioma siga basándose en la gramática, el sistema educativo seguirá siendo un fracaso.
Para ser eficiente, la escuela, sobre todas las cosas, debe comenzar a enseñar al niño a bien expresarse.
“Se forman cabezas por las lenguas”, decía Rousseau. Y entre nosotros el rousoniano maestro Simón Rodríguez pudo comprobar en su discípulo predilecto el éxito de este sistema, no sólo en punto de formación de la personalidad. La prosa esmerada, audaz y prodigiosa de Bolívar, dos siglos después, nos sigue iluminando con su aún vigente esplendor.
El buen uso del lenguaje deviene del buen uso de la razón, nunca de preceptos ni de reglas omnímodas.
La gramática ha de ser moderado complemento, bueno para aclarar o disipar dudas y explicar mecanismos, nunca comienzo ni culto del aprendizaje ni, mucho menos, cadena, prisión o cámara de tortura.
Se preguntaba Ángel Rosenblat si no era inquietante y extraño que siendo la lengua el más admirable de los dones humanos, su enseñanza en escuelas y liceos se hubiera convertido en la más ingrata y fastidiosa de las asignaturas. Y proponía desde la escuela, mucha, muchísima lectura, lectura oral,

sábado, 15 de agosto de 2015

Explicación falsa de mis cuentos

Felisberto Hernández
Felisberto en 1947 Fotos: www.felisberto.org.uy

Obligado o traicionado por mí mismo a decir cómo hago mis cuentos, recurriré a explicaciones exteriores a ellos. No son completamente naturales, en el sentido de no intervenir la conciencia. Eso me sería antipático. No son dominados por una teoría de conciencia. Esto me sería extremadamente antipático. Preferiría decir que esa intervención es misteriosa. Mis cuentos no tienen estructuras lógicas. A pesar de la vigilancia constante y rigurosa de la conciencia, ésta también me es desconocida. En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podría tener porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, debo esperar un tiempo ignorado; no sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento; sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos. Debo cuidar que no ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea. Al mismo tiempo ella crecerá de acuerdo a un contemplador al que no hará mucho caso si él quiere sugerirle demasiadas intenciones o grandezas. Si es una planta dueña de sí misma tendrá una poesía natural, desconocida por ella misma. Ella debe ser como una persona que vivirá no sabe cuánto, con necesidades propias, con un orgullo discreto, un poco torpe y que parezca improvisado. Ella misma no conocerá sus leyes, aunque profundamente las tenga y la conciencia no las alcance. No sabrá el grado y la manera en que la conciencia intervendrá, pero en última instancia impondrá su voluntad. Y enseñará a la conciencia a ser desinteresada.

Lo más seguro de todo es que yo no sé cómo hago mis cuentos, porque cada uno de ellos tiene su vida extraña y propia. Pero también sé que viven peleando con la conciencia para evitar los extranjeros que ella les recomienda.