José
Gregorio González Márquez
Leer resulta un proceso genial cuando se hace por gusto. La convicción de asumir la lectura de un libro está cimentada en la necesidad de acercarse a los infinitos mundos que nos ofrece la grafía. Andamos entre libros animados por personajes, historias, tramas y emociones. Desandamos páginas que nutren con su sabiduría. Somos libres mientras recorremos las hileras de letras que nos atrapan en un eterno vaivén. Vivimos aventuras, desafiamos el tiempo y el espacio.
Sí,
leer implica todo eso y mucho más. La
literatura conduce a sus seguidores por caminos intrincados. En ocasiones
difíciles de recorrer o de encuentros placenteros. Los lectores avezados escasean,
forman parte de una élite. La mayoría de las personas leen solo para satisfacer
las necesidades inmediatas. Generalmente se acercan al libro a buscar
información útil que les permita resolver problemas o encontrar soluciones a
situaciones que se presentan en su vida profesional. La lectura se convierte
entonces en un proceso que sirve para adquirir conocimientos que se usarán en la vida diaria.