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lunes, 4 de agosto de 2025

Me veo en tus ojos, los hago brillar

 

Notas para presentar Las estrellas viajeras de Luz del Mar Higuera.

José Gregorio González Márquez

 


Aunque es en astronomía donde se estudia la alineación de astros y está linealidad conjura momentos de gran fortuna, es importante referir que no es común que se dé este fenómeno en nuestros cielos.  El espacio sideral ha inspirado a poetas y escritores desde hace milenios. La incógnita sobre lo que existe más allá de nuestra atmósfera ha desatado por siglos grandes especulaciones y creencias de la buena fortuna. Muchas de las señales divinas las leemos en el cielo. Las estrellas fugaces nos cumplen deseos.

La luz que cada noche enciende el firmamento nos recuerda la inmensidad del universo. La poesía también es infinita y en ocasiones algún poeta provoca una alineación entre sus textos y quienes aman. En el libro Las estrellas viajeras de Luz del Mar Higuera se puede reconocer esa alineación. Luz la madre, Nova el hijo y las estrellas viajeras se conjugan, se encuentran para jugar con la palabra; para recorrer los cielos mientras llega el sueño y se torna apacible la noche.

En el poemario los luceros cuentan niños, Carmen Delia Bencomo teje un texto poético donde refiere que los luceros desde el cielo cuidan los niños, los cuentan, los arrullan, los acompañan mientras duermen en la placidez del regazo materno o en sus cunas. Carmen Delia Bencomo canta: Las estrellas, / hijas de la noche, / los luceros, / hijos de la luna, / juegan en el cielo/ contando niños / en sus cunas. / En el mar duermen/ los peces; / en los árboles/ los pájaros; / en los niños, / los sueños, / y en el cielo/ nadie duerme/ porque están/ contando cunas/ las estrellas, / la noche, / los luceros/ y la luna…/. También Luz del Mar Higuera, asume el cielo como un espacio para explayarse en la palabra. Poemas filiales que acercan a los niños al universo de la palabra. 

lunes, 30 de octubre de 2023

Andar entre libros

 

José Gregorio González Márquez

 



Leer resulta un proceso genial cuando se hace por gusto. La convicción de asumir la lectura de un libro está cimentada en la necesidad de acercarse a los infinitos mundos que nos ofrece la grafía. Andamos entre libros animados por personajes, historias, tramas y emociones. Desandamos páginas que nutren con su sabiduría. Somos libres mientras recorremos las hileras de letras que nos atrapan en un eterno vaivén. Vivimos aventuras, desafiamos el tiempo y el espacio.

Sí, leer implica  todo eso y mucho más. La literatura conduce a sus seguidores por caminos intrincados. En ocasiones difíciles de recorrer o de encuentros placenteros. Los lectores avezados escasean, forman parte de una élite. La mayoría de las personas leen solo para satisfacer las necesidades inmediatas. Generalmente se acercan al libro a buscar información útil que les permita resolver problemas o encontrar soluciones a situaciones que se presentan en su vida profesional. La lectura se convierte entonces en un proceso que sirve para adquirir conocimientos que  se usarán en la vida diaria.

sábado, 25 de diciembre de 2021

Regalos para el Niño Jesús

 



José Gregorio González Márquez

 

Con hebras de luna

rocío y dulzor

la Virgen ya teje

un traje de amor.

 

Con nube del cielo

arena del mar

fabrica José

un asno juglar.

 

jueves, 28 de noviembre de 2019

Despertar las palabras


 
Carlos Yusti


Un escritor-abuelo (o viceversa) mencionó que un día intentaba escribir en su habitual cuaderno escolar. Interrumpió varias veces el roce del lápiz dibujando las palabras en el papel. Tachaba. Volvía a empezar. Luego supo que la algarabía doméstica, producida por sus hijos y nietos, sacaba de balance su concentración. Sin querer parecer un viejo cascarrabias se asomó a la sala, epicentro del bullicio: “Por favor requiero algo de tranquilidad y silencio, trato de escribir”. Regresó a su cuarto y volvió a su trabajo de escritura. De repente una de sus nietas, con apenas 5 años, entra a la habitación de puntillas y moviéndose con lentitud de cámara lenta. Extrañado el escritor-abuelo le pregunta: “¿Por qué entras de esa manera?”. La niña le dijo: “No quiero hacer ruido. Las palabras pueden despertarse”.

Cuando se escribe es necesario sacarle el sueño a las palabras. Además si se escribe para niños hay que sacudirlas doblemente para despertarlas y que sean capaces de trasmitir cierta música inteligente. Esa torpe creencia sobre la inocencia estúpida de los niños es un error en el cual caen muchos adultos. La inocencia de los niños es exploradora, despierta, clarividente y altamente creativa. El poeta y escritor José Gregorio González Márquez(*) escribe tomando en cuenta esa inocencia cortante del niño y su libro Astronomía submarina y otras historias (Caravasar Libros/ Portada, edición y diseño: Armando José Sequera) es un buen ejemplo.

El libro compuesto por apenas cuatro breves historias, y cuyos protagonistas son niños, hacen un retrato afable de ese universo escolar. Son relatos que dan cuenta sobre las vivencias y peripecias de niños en esa edad donde la realidad parece subrayada con líneas coloridas del sueño. Aunque el eje primordial, en verdad, de todas las narraciones es el amor.