jueves, 31 de agosto de 2023

Luceros que aman niños. La poesía de Carmen Delia Bencomo

 

José Gregorio González Márquez

 


La poesía es un bastión donde el niño juega y canta al compás de las imágenes que sugieren innumerables mundos desde los territorios de la imaginación y la fantasía. Emociones y sentimientos identifican al pequeño lector con los trazos que el autor le regala en las líneas de un poema. Fuerza cinética para los sentidos; torrente de metáforas que fluyen libres por cauces ignotos.

La imagen invade los espacios inconmensurables de la razón desbordando cualquier obstáculo que se interponga entre ella y el espíritu poético del niño. Reverdy (1977) apunta que: "La imagen es una creación pura del espíritu. No puede nacer de una comparación sino del acercamiento de dos realidades más o menos distantes. Mientras más lejanas y justas sean las relaciones de las dos realidades aproximadas, la imagen será más fuerte: tendrá mayor potencia emotiva y mayor realidad poética” (p.25)

El poeta, compositor y músico Enrique Hidalgo recoge una muestra – grande por cierto – de la poesía de Carmen Delia Bencomo. Antología mínima de Carmen Delia Bencomo, poesías y canciones (1999), es un libro límpido, azul marino, con  frío paramero  y escrito con amor para los más pequeños. Hidalgo, rinde homenaje a la maestra, amiga y poeta que pasa su tiempo escribiendo cuentos y poemas. Textos sutilmente elaborados que impregnan de amor y ternura mientras recrean  al niño.

Los luceros cuentan niños, poema que abre la antología, representa el afianzamiento del trabajo de la escritora. Los luceros asumen el rol humano de contar niños; se invierten las funciones que desempeñan los protagonistas del poema que en realidad vigilan los pasos del niño o niña.  Les cantan canciones de cuna mientras dormitan; protegen desde el firmamento el sueño de los infantes. Contar niños implica cerciorarse que todos están tranquilos en brazos de Morfeo.

El poema abre las puertas de la vigilia para los astros en el cielo. La noche madre de cuanto ilumina la inmensidad derrama su amor maternal a los niños del mundo. Junto a la luna, las estrellas y los luceros mecen los sueños, arrullan con melodías celestiales. Los luceros cuentan niños dice:

Las estrellas,

hijas de la noche,

los luceros,

hijos de la luna,

juegan en el cielo

contando niños en sus cunas.

En el mar duermen

los peces;

en los árboles los pájaro 

En los niños

duermen los sueños;

y en el cielo

nadie duerme,

porque están

contando cunas:

las estrellas,

la noche,

los luceros

y la luna.

La poesía para niños y niñas debe ser sencilla pero sugerente. Las imágenes que usa el poeta refieren al mundo imaginativo que solo el ser humano es capaz de crear a partir de las percepciones sensoriales. Si el poema no sugiere, el niño o niña no se interesará por el texto. Virgilio López Lemus (2004) dice: La poesía debe ser por esencia sugerente, y esa capacidad sugeridora, aún en la que se escriba para las más tiernas edades, puede implicar una “comprensión” parcial del texto. Si bien la poesía con palabras, ella es algo más que la asociación gramatical, lógica o psicológica de conceptos; la poesía trabaja con las connotaciones de las palabras, con sus implicaciones lingüísticas y fónicas, y también con lo que se dice implícita y explícitamente. (p. 52)

La palabra expresa emociones. Pero, también embellece para dibujar desde el alma las visiones de la poeta, los entramados de la poesía.  La alegría se cuece entre el fuego del espíritu y la fantasía de los niños. Carmen Delia Bencomo agudiza su sentido de escritura hasta lograr poemas verdaderamente hermosos. No se queda en lo sencillo del verso; recorre senderos marcados por el deleite, la imagen pulimentada, la joya trabajada con esmero. Balcones de agua aflora con la belleza simple del texto y sus estéticas diseminadas por el poema.

En los balcones del agua

está asomada una niña,

con las banderas del alba

y las bellezas del día 

Agua que se desprende. Naturaleza viva que pernocta en los sentidos y los extrapola a la infancia. Vida de páramo. Vida en pueblos lejanos que atrapan el pensamiento de la poeta en las calles bucólicas de la infancia. Agua que fluye por los enormes balcones del alma. Muestra gratificante de todo lo que el interior de la existencia brinda cada día a quienes se atreven a soñar.

Dedales de espuma borda

la costurera madrina,

con los dedos del rocío

y las doradas espigas. 

Cuenta de luceros, cuenta de poemas que se desgranan en las páginas para el goce de los más pequeños.

De los balcones del agua

se va alejando una niña,

con banderas de nostalgia

y el eco de una risa.

Es persistente la nostalgia en la obra de Carmen Delia Bencomo. En su trabajo poético recurre con frecuencia al recuerdo de sus días de niña. Y no deja de hacerlo también en su narrativa. En Maruja el diario de una muñeca se percibe con claridad.

Poemas breves cargados de recuerdos. Imágenes que remontan a los pueblos merideños de comienzos del siglo XX. El poeta Carlos Augusto León comenta en una nota publicada en el libro: “Es asombroso el dominio que Carmen Delia alcanza en el desarrollo del verso y el poema breve, lo cual no puede lograrse plenamente, sino a través de muchos años como fruto de plenitud”.(p.3) No se duda que con el paso del tiempo, el oficio de la autora es más relevante pues sus textos revelan una calidad literaria creciente hasta imponer en su obra un estilo personal  cercano a los niños.

De animales y juegos: Rondas para la vida 

En la poesía escrita para niños, cualquier tema puede ser tratado por el poeta. En el universo infantil, la palabra recrea y logra el disfrute con sus mensajes. El pequeño goza leyendo poemas que les son comprensibles y llevan a imaginar mundos susceptibles de ser habitados por sus sueños. La poesía trasmite al niño amor por lo que le rodea, por su cotidianidad.

Un poema es más que una sucesión de imágenes para impresionar, nombrar o describir algo. El poema se debate entre lo que propone su autor y la existencia que le imprime el lector. Samuel Feijoó (2005) define la poesía como: “Amor que no reclama amor, sino que crece dándose, y para cuyo crecimiento es la página escrita un cauce más donde cumplir su destino.” (p. 93)

Por otra parte, la comprensión del poema resulta fácil para el niño si el lenguaje usado se nutre de los referentes que ve en su ámbito de vida. Cuando se utilizan palabras rebuscadas y se adornan los textos con expresiones que poco le dicen al lector, la forma predomina sobre el fondo y se pierde la esencia del texto poético. Las relaciones semánticas se apropian del escrito y por extensión son comprendidas, si el escritor se despoja de  falsas investiduras y deja atrás las posturas superfluas. Boland sostiene que: “El lenguaje de la poesía es otro lenguaje, los chicos lo perciben sin dificultad y saben también que la poesía está en otro lugar.” (p. 85)

De los temas trabajados en la poesía infantil, el bestiario ocupa un lugar preponderante. Los animales ejercen una fascinación inconmensurable sobre los niños. Desde la ternura al miedo, varían los sentimientos que los pequeños asumen ante los animales. En estos poemas se usa la humanización como una manera de acercarlos al referente infantil.

Carmen Delia Bencomo recrea en sus versos parte de las pasiones humanas recargándolas sobre sus protagonistas del reino animal. En algunos textos las fábulas discurren entre la enseñanza y el humor. Paradojas que intentan demostrar la crueldad del hombre con los animales. Es particularmente interesante el texto que se intitula La arañita cazadora la autora lo utiliza para expresar la inconsciencia con que el ser humano actúa ante realidades de su entorno. Parábola para enseñar al niño a respetar los espacios vitales de todo ser vivo. 

Como buena tejedora

la araña tejió una red,

para agarrar los bichitos

que le sirven de comer.

 

La avispita que volaba

aprisionada quedó,

en la trampa que la araña

con cuidado preparó.

Los versos anteriores precisan lo que naturalmente hace una araña; tejer una red para conseguir su alimento. Introduce la poeta el tema de la araña cazadora describiendo el acto cotidiano de elaborar su instrumento de caza. En los siguientes versos se comienzan a notar las humanizaciones y la posterior comparación que hace la araña de su actuación y la del hombre frente a una situación similar. Claro está asumiéndose que este último piensa y por lo tanto, es consciente de sus actuaciones.

Un niño que estaba viendo

dijo con mucho dolor;

 ¡arañita, no seas mala,

hay que tener compasión! -

La araña sin preocuparse

por la humana intervención,

con malicia y con descaro

al niño le contestó:


Si te asombras de mi acción

es que no has visto, tal vez,

que lo mismo que hago yo

tu padre hace con el pez. 

Una visión que pudiera considerarse cruel para el niño pero, en el fondo encierra una enseñanza radical. El amor que se tiene a los animales purifica los sentimientos del niño. Se aman porque los primeros juguetes son representaciones de ellos. Osos de felpa o peluche, gatos, perros, pájaros y caballitos de madera. ¿Quién no ha cabalgado los horizontes de la tierra sobre un caballito de madera? ¿Quién no le ha dado vida a un simple pedazo de madera y lo ha convertido en un juguete para volar con la imaginación sobre los campos lejanos?

El caballito 

Alegre salta

el caballito,

alegre canta

el muchachito,

pero no puede correr

muy lejos

porque lo tienen

amarradito

unos hilos

y un cinturón. 

En el poema Mi gatito, Bencomo desacraliza el instinto del felino y lo pinta como un animal bueno, que respeta la vida del ratón. Potestades que solo el poeta tiene y usa para encantar al niño con sus palabras.

De fino pelo es mi gatito,

duerme la siesta en un cojín,

pero es tan bueno

mi animalito

que de ratones

no es su festín. 

Para Elisa Boland, la poesía es lenguaje en esencia. Palabras que se desprenden del habla cotidiana para adquirir una suma de imágenes que cultivan la belleza. Este poema es una demostración de ello:

 Canción de doña Sapa 

A dormir se va el sapito,

a su casa de agua clara;

mamá sapa va a cantarle

cancioncillas de las ranas.

 

Ya las ranas se durmieron,

el sapito se durmió;

papá sapo está roncando,

mamá sapa descansó. 

El poeta se vale del elemento lúdico para atrapar al lector-niño. Los juegos de palabras, las adivinanzas, las retahílas, los versos disparatados, los nonsenses, las jintanjáforas, los limeriks y otras formas humorísticas de trabajar los poemas, representan para el niño un ámbito de diversión que solo puede compararse con sus juguetes.  Textos con rima, ritmo y musicalidad que crean un entramado de figuras que divierten y alegran al infante.

Quizás muchos de estos versos no tengan sentido completo pero le permiten al lector jugar con el lenguaje sin menospreciar la lengua y sus relaciones comunicantes. La diversión se origina en la palabra y se instala en el corazón del quien lee. El niño entonces ríe y se forja un ideario de felicidad trasmitido por el verso.

El trabalenguas gusta mucho pues equivocarse en su lectura recrea.  Cuando se lee en grupo genera risa y diversión. Se apuesta a no errar pero en el fondo los niños desean hacerlo para causar hilaridad entre los presentes. Bencomo nos propone este trabalenguas: 

En la ventana del viento

ventea el viento sobre la venta;

y el ventero dice a gritos:

¡vente viento, a ventear a la venta

en la ventana del viento!

 

Traje el traje de la troja,

para que Trejo me diga

que la troja no tiene traje,

porque el traje que trajo

no le cubre la barriga. 

Sucesión de palabras que leídas de manera veloz complican la lectura al extremo de provocar equívocos. Se puede apreciar la similitud de los sonidos y las grafías. Se nota que los versos poseen sentido completo y es de fácil comprensión aunque de difícil pronunciación con tanta palabra parecida. Vean este otro trabalenguas:

La brisa 

Sobre la bruma,

como una broma,

la brisa abraza

el brazo del día;

y con la brasa encendida

abrasa los brazos el sol

que extiende sus brazos

sobre la brisa del mar.

Y la gente se abraza

con los brazos de la amistad. 

Hermoso trabalenguas que además deja un mensaje de amistad. Candoroso poema que enciende las llamas del amor y la paz. A decir de Gastón Bachelard: “Al pensar con toda ingenuidad en las imágenes de los poetas, hemos aceptado todos los pequeños milagros de la imaginación”. (p.23)

Para colorear la niñez

La poética para niños es fabulosa. El poeta mira su historia, su niñez  y se sumerge en los recuerdos. Luego los trae y se adentra en la escritura para producir textos que lleguen al niño sin obstáculos ni contratiempos. Se extrapola la niñez y desde la experiencia se crean poemas para deleite de los pequeños.

En la poesía de Carmen Delia Bencomo se colorea el verso; se derrotan las construcciones falsas y se apuntalan las voces líricas que el niño descubre en los poemas.

Los cinco dedos 

Para Meñique una estrella,

para Índice una flor.

Pulgar requiere una llave

para abrir el cerrador.

Anular quiere un anillo,

y el Medio quiere un dedal,

para bordar con la niña

un hermoso delantal.

Poesía que viene de las fuentes inagotables de la sabiduría. Imágenes que vierten su esplendor para encantar a quien lea sus versos. Mundo mágico en que la imaginación divierte y entretiene al niño, lo envuelve en palabras y lo mece en los fantásticos lugares del mundo feérico.

Para colorear 

Con la luz del trigo,

con la luz del mar,

con la luz del clavel

quiero colorear;

a mi pabellón,

símbolo inmortal.

¡Lindo tricolor!,

bandera de paz.

El texto anterior hace referencia a la bandera nacional. Poema que rinde homenaje al tricolor patrio comparando cada una de sus franjas con los colores que la naturaleza en su belleza brinda al hombre. Metáforas que aluden al gentilicio representado en el símbolo sagrado que identifica a Venezuela.

Otro de los temas que trabaja Bencomo es el de la escuela y sus alrededores. En muchos de sus textos se menciona la escuela como espacio de correrías de sus poemas. No es que sus escritos asuman un aspecto netamente didáctico. Se habla mucho del lugar donde el niño pasa parte importante de su vida. Y además, es el sitio que en el futuro va a recordar con mayor frecuencia. Se nota la mención en el  poema Concierto del día:

Pájaro, violín del cielo,

en cada rama un trinar. 

La cigarra afina, afina;

no se cansa de afinar. 

Música nos trae el viento,

el pájaro, la cigarra.

En la escuela y el jardín

alegre los niños cantan.

En definitiva, Carmen Delia Bencomo con su amor filial por los niños y niñas recrea la infancia. En sus textos poéticos adormecen los niños mientas los luceros desde la inmensidad del firmamento velan el sueño de los pequeños. Poemas cercanos, amorosos que marcan no solo el milagro de la vida sino también la esencia de la infancia.

Referencias Bibliográficas

Bachelard, G. (1975). La llama de una vela. Caracas: Monte Ávila Editores.

Boland, E. (2011). Poesía para chicos. Argentina: HomoSapiens Ediciones.

Feijoo, S. (2005). Lo que escribe la mano sin mentira. Madrid: Signos.

Hidalgo, E. (1999). Antología mínima de Carmen Delia Bencomo. Anzoátegui: Ediciones de la Dirección de Cultura.

López Lemus, V y Rodríguez Mondeja, H. (2004). La voz y la letra. Estudios de literatura para preescolares. La Habana: Editorial Pueblo y Educación.

Reverdy, P. (1977). Escritos para una poética. Caracas: Monte Ávila Editores.

 

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