domingo, 22 de septiembre de 2019

Marina Colasanti : La belleza en los vínculos descubiertos


 Laura Antillano

La editorial Global define una colección con el mismo nombre de la escritora Marina Colasanti de Brasil. Esta peculiar circunstancia nos puso en contacto con dos títulos de la autora, editados con bellas ilustraciones: Un amor sin palabras y Un verde brilla en el pozo. Leemos estos relatos con jóvenes que se inician en el taller literario de La letra voladora, y quienes acaban de terminar en la escuela primaria para iniciar la vida del bachillerato.
La belleza poética de estos cuentos y su contenido filosófico abre el diálogo.
Marina Colasanti toca importantes temas de la reflexión humana a partir de sencillas cadenas de circunstancias, donde sus personajes confrontan el día a día entre lo elemental y lo trascendente. La colección que lleva su nombre contiene otros títulos, pero los que localizamos en Venezuela fueron estos, y por el sabor y saber de su lectura aspiramos a leerlos todos.
Textos e ilustraciones son de la misma autora, lo que significa una total identificación entre lo uno y lo otro en la circunstancia de ideas que al ser desarrolladas han tomado la vertiente del camino ideal, en la búsqueda de lo sin lugar a dudas se quiere decir al lector.

De los Apeninos a los Andes como una película de Sergio Leone


Umberto Eco


En el pequeño negocio donde nos detenemos a tomar un café hierve una olla de caraotas negras y me pregunto en qué película de Sergio Leone ocurre algo parecido. Estamos subiendo por el Páramo, la zona de los andes que se abre majestuosamente en el Estado Mérida, Venezuela. Primero conseguimos una vegetación en parte alpina y en parte tropical; después pasamos por grandes lagos entre enormes peñascos y macollas de arbustos mórbidos y carnosos, con forma y consistencia similar a las orejas de conejo. La temperatura es fresca y agradable, estamos a la misma altura del Monte Blanco.

Volvemos a descender a tres mil metros, hacia un valle verdísimo, en el cual se ve una casita de piedra. A primera vista me recuerda una de esas capillas entre Perpiñán y la frontera catalana, pero las formas son más libres; de cerca, ciertas extravagancias me hacen pensar en Gaudi. La iglesia está torcida, con curvas sinuosas; la pequeña nave está decorada con muebles casi zoomorfos, hechos conjugando troncos y tronquitos ya moldeados por la naturaleza. El altar evoca a lo que por convención llamamos “art naif”, pero si su autor es un primitivista, sabe cómo inventar soluciones técnicas muy refinadas.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

Poemas de Alcides Rivas Ávila Le Comte Blue D’ Austre Soleil*


Foto Gonzalo Fragui


I

Un cielo pulido
volando con el verde follaje
de los sueños
Imagen encontrada
paseándose con el sol de los venados.
Develándose
las oscuras horas
de la noche larga
con la alegría
apresurada
de un mediodía.

sábado, 31 de agosto de 2019

La magia del adjetivo


Leandro Arellano


Además de divertida, una historia universal del adjetivo sería muy provechosa: rastrear su formación y desarrollo en distintas lenguas y conocer su representación en distintos signos y caracteres, a sabiendas de que se halla entre los vocablos prescindibles o relativos. En toda lengua “mesa” representa y significa mesa, pero si decimos que es barroca o infame, hollamos un terreno menos firme. Ocurre que la definición del adjetivo comienza a partir de su relación con el sustantivo; su existencia es intangible sin este.

Mediante la lengua creamos el universo y sus realidades. Es ella el vehículo por el que nos representamos el mundo. La palabra ejerce y facilita las funciones del espíritu. Previamente al señalamiento de sus características, nuestros antepasados bautizaron los objetos, crearon las palabras con que se expresan los estados y acciones de los seres. Desde los orígenes, el sustantivo precede al adjetivo. El mar fue mar antes de ser, en adición, pacífico o aborrascado, renegado o fidelísimo.

jueves, 11 de julio de 2019

“De chica me hubiera gustado perderme en un libro de Mark Twain”

 
Laura Calvo responde “En cuestión: un cuestionario” de Rolando Revagliatti


Laura Calvo nació el 7 de diciembre de 1949 en la ciudad de Laprida, provincia de Buenos Aires, la Argentina, y desde 1980 reside en la ciudad de Bariloche, provincia de Río Negro. Asistió como invitada al Festival Latinoamericano de Poesía de Rosario (1996), a sucesivas Ferias Internacionales del Libro en Buenos Aires, al Festival de Tango de Granada (2002) y al Festival Internacional de Poesía en el CCK (FIP 2017). Actúa como Jurado en concursos de carácter local, provincial y nacional y en encuentros y festivales en Bariloche. Es coordinadora de talleres de escritura. Obtuvo primeros premios y menciones por su obra poética y narrativa. Como cantautora, grabó dos CD con el compositor Roberto Navarro: “Poetango” (2002) y “Poetango 2” (2004). En coautoría con Graciela Cros, Manuel

viernes, 31 de mayo de 2019

Celia Viñas y la Literatura Infantil


Jaime García Padrino
Universidad Complutense de Madrid


La aportación de Celia Viñas a la literatura infantil está marcada por una peculiar excepcionalidad1 Aunque sus creaciones contaron con una limitada difusión en vida de la propia autora, pasado el tiempo es fácil reconocer los decididos propósitos renovadores que inspiraron tanto su libro de poemas dedicados a los primeros lectores con el título de Canción tonta en el Sur (1948), como su colección de relatos que, bajo el título de El primer botón del mundo y otros cuentos, presentó al Premio Nacional de Literatura 1951, pero que no vieron la luz –y en una edición póstuma– hasta veinticinco años más tarde. Son méritos que, a pesar de todo, aún están pendientes de un reconocimiento más generalizado y, en especial, de ediciones actualizadas que las acerquen a sus naturales destinatarios. 

Editada a cuenta de la propia autora, Canción tonta en el Sur resalta, por otra parte y con rotundidad, la estrecha unión entre Celia y la ciudad y las gentes de Almería. A pesar de las limitaciones de esa modesta edición,

Qué hacer y qué evitar al leer en voz alta


 Jim Trelease



Qué hacer


  • Léales a los niños tan pronto como sea posible. A más pronto empiece, más fácil y mejor será.
  • Emplee nanas, rimas y canciones para estimular el lenguaje del bebé y su escucha
  • Comience con ilustraciones sencillas en blanco y negro y léales después álbumes con mucho colorido, para despertar la curiosidad y sensibilidad visual de los niños.
  • Es muy importante que incluya libros con repeticiones en las lecturas, con bebés y niños que empiezan a caminar; a medida que crezcan, añada libros predecibles.
  • Cuando vuelva a leer un libro predecible, de vez en cuando suspenda la lectura en una palabra o frase clave, y deje que la diga su oyente.
  • Lea cada vez que usted y su hijo (o estudiante) tengan tiempo para hacerlo.
  • Establezca por lo menos un momento habitual de lectura diaria.
  • Recuerde: el arte de escuchar se adquiere. Debe enseñarse, cultivarse, gradualmente. No se adquiere de la noche a la mañana.
  • Empiece con álbumes que contengan pocas oraciones por página. Gradualmente, pase a libros con cada vez más texto y menos ilustraciones, hasta llegar a los libros por capítulos y las novelas.
  • Varíe la extensión y los temas de sus lecturas.
  • Para animarlos a integrarse en la lectura, invite a los niños a que vuelvan las páginas cuando sea el momento.
  • Antes de empezar a leer, diga siempre el título del libro y los nombres del autor y del ilustrador, no importa cuantas veces haya leído el libro.
  • La primera vez que lean un libro, converse con ellos de la ilustración de la portada. «¿De qué crees trata esta historia?»
  • Durante la lectura, comprometa a quienes lo escuchan, preguntando: «¿Qué creen que va a pasar en la próxima página?».