Jaime García Padrino
Universidad Complutense de Madrid
La aportación de Celia
Viñas a la literatura infantil está marcada por una peculiar
excepcionalidad1
Aunque sus creaciones contaron con una limitada difusión en vida de
la propia autora, pasado el tiempo es fácil reconocer los decididos
propósitos renovadores que inspiraron tanto su libro de poemas
dedicados a los primeros lectores con el título de Canción tonta en
el Sur (1948), como su colección de relatos que, bajo el título de
El primer botón del mundo y otros cuentos, presentó al Premio
Nacional de Literatura 1951, pero que no vieron la luz –y en una
edición póstuma– hasta veinticinco años más tarde. Son méritos
que, a pesar de todo, aún están pendientes de un reconocimiento más
generalizado y, en especial, de ediciones actualizadas que las
acerquen a sus naturales destinatarios.
Editada a cuenta de la
propia autora, Canción tonta en el Sur resalta, por otra parte y con
rotundidad, la estrecha unión entre Celia y la ciudad y las gentes
de Almería. A pesar de las limitaciones de esa modesta edición,