miércoles, 1 de octubre de 2014

Hechura de palabras

Eleazar León

Jean-Hippolyte Marchand, francés. Una mujer leyendo
Cierta práctica contagiosa de quienes solicitan la literatura de nuestros días ostenta con alarde que son suficientes las palabras cotidianas para la población satisfecha de algunas páginas, para esa tarea “sobre el papel vacío que defiende su blancura” de la cual hablara con celosa ceremonia Stéphane Mallarmé. Según esa creencia, la mera enunciación de los vocablos del pueblo y de la calle bastaría para seducir el privilegio de la expresión, esas frases que nos revelan y nos rebelan y nos desbaratan y nos vuelve a decir, atravesando el decir común, “municipal y espeso”, y tocando el habla manantial de donde fluyen las voces de los que apenas tienen voz, de mana la disonancia que desespera de todo y la música leve que se contenta con casi nada. Quisieran los dones primordiales que tal confianza fuera posible. Pero no hay tal, por más que lo procuremos, pues las palabras abandonaron desde hace un tiempo sin memoria, su intimidad de vida con el mundo, y ahora mundo y lenguaje merodean aparte su propio destierro, el uno avasallado por las cosas de la realidad (producidas, mercadas, consumidas), y el otro, con mucho, su vasallo.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Con la palabra siempre

                                                      David Figueroa Figueroa

                                                        “Los libros están demasiado llenos
                                                          de palabras. Hay que llenarlos de
                                                        significaciones, sin olvidar que éstas
                                                         andan a caballo sobre las palabras”
                                                                             Ludovico Silva

Poeta José Gregorio González Márquez
La palabra es y será el don más maravilloso que la naturaleza o Dios le haya dado al hombre, de aquí se desprende que el epígrafe que encabeza este escrito tenga esencia y dimensión. No en balde, el primer poema que conseguimos en Rostros de la insidia, del poeta merideño José Gregorio González Márquez, dice:

                   
                      “La muerte
                      atrae a su núcleo
                      sólo el cuerpo desaforado del poeta
                      pero nunca lleva a su seno la palabra
                      ésta perdura por siempre
                      en el silencio de la vida
                      en el anochecer del destino
                      en la lejanía y el misterio”

Es que la palabra al llenarse del elixir bienaventurado de la metáfora, se transforma en el juego más importante creado por nosotros en este mundo y quizás en el otro. “Homo Sapiens y Homo Metaphoricus: las dos orillas del río heraclitiano de la vida. El lenguaje como tránsito, como medio para informarse; y el lenguaje como ámbito, como campana de

jueves, 18 de septiembre de 2014

El rostro de un poeta de cien años

Julio Bolívar

NIcanor Parra. Foto Claudio Pérez
Veo el rostro de Nicanor Parra en una foto en color usada para un reportaje de una página cultural digital. El texto es de una cronista que siempre me ha sonado feroz, Leila Guerrero, sobre una visita que hizo a la casa del poeta. Por pura casualidad la celebrada cronista pasa por Caracas. Sorprendido, la escucho en radio, tiene una sabiduría no común en nuestros escritores, conoce sus límites, además tiene la voz dulce de las mujeres firmes.
Regreso a Parra, su rostro es delgado y algo parecido a una colina de donde bajan quebradas que marcan surcos, pocas arrugas. Parece el rostro de un hombre delgado y fibroso. Es una foto de hace tres años. Sospecho  que no se arrugará más. Este año cumplió 100 años (otra fecha redonda más) y no creo que haya agregado una arruga más a su rostro. Su cabellera va hacia un lado  como si pasara un fuerte viento sobre él hacia la izquierda. Como si en su cabeza estallaran  explosivos todos los días. Se nota que se peina con las manos. Sus cejas son como dos rectángulos descuidados, o mal dibujados, no tienen canas,  a diferencia de su cabello blanquísimo como la nieve. Las bolsas arrugadas que caen de sus ojos lanzan un mensaje: no duerme

miércoles, 27 de agosto de 2014

Los niños y la poesía


 
Morita Carrillo

Niña leyendo. Iman Maleki
La literatura es parte esencial del arte al servicio del niño. Ofrece un campo vastísimo para cultivar el sentido estético. Para nuestros propósitos de exposición breve, la consideramos de inmediato en su gran división de Poesía y Prosa. A la primera forma expresiva nos vamos a referir a continuación, asignándole concretamente el papel principalísimo que desempeña con respecto a la formación estética.

Poesía y Educación Estética

No cabe duda de la profunda virtud docente de las artes. Y que de ellas, la poesía es la que tiene un parentesco más cercano con las almas infantiles: lleva al a encontrarse dentro de sí mismo y hacer uso de sus recursos totales de imaginación, de sensibilidad, de afectividad; es capaz, en fin, de guiarlo hasta el libre desarrollo de sus facultades creadoras, por su gran poder de emulación. Mucho se ha insistido sobre la gran capacidad receptiva de los niños, como también es bien sabido que todo contacto con la belleza es por sí mismo fértil. Lo será entonces mayormente si los destinatarios son

martes, 19 de agosto de 2014

La cifra y la ceniza, el poema




Eleazar León

Si un poeta escribe sobre la lluvia, su cuerpo cae y sus palabras, mana por dentro y se va lejos, goteando y solo, desmemoriado y lleno hasta el desbordamiento de sus propias aguas. Nada y nadie de afuera puede poblar el poema si antes no es huésped de una conciencia disponible, de un alguien, el poeta, que se sabe visitado por todo y residente de lo fugaz, como un paraje que se recorre y se abandona sin permanencia. Lo duradero es lo que pasa, ese intercambio entre el camino y el caminante, ambos en  ruta hacia un  lugar que ya conocen, aunque no puedan encontrarlo. La duración del poeta es la sucesión del poema en un tiempo y un espacio siempre futuro: para ser ahora, inmediatamente, tendría que saltar la distancia que el mundo mantiene para que nosotros seamos, para poder vivir diferenciados de él.
El poema es una reconciliación  entre extraños, entre viajeros que no se han visto antes y se saludan con aire consecuente, repitiendo los ritos de una ceremonia desconocida, dándose mensajes que nadie ha enviado y que ellos no podrán descifrar. El poeta no se resigna al país extranjero que es la vida, y en un alarde, con más alma que entendimiento, habla todas las lenguas,

lunes, 14 de julio de 2014

La palabra en predios de una antología. La literatura infantil venezolana

José Gregorio González Márquez

Poeta José Javier Sánchez
La palabra, en su segmentación oral o escrita, retrata el alma del ser humano. Cuando se escribe, invade los predios de la existencia para vincular los mundos de la imaginación y la fantasía con la realidad circundante. En la palabra habitan sueños, deseos, pasiones, alegrías, tristezas, denuncias, incertidumbres y tantas emociones que en el escenario de la vida frecuentan el pensamiento humano.  La escritura es un acto personal; es individual y solitario pues el escritor se sumerge en el universo de la palabra para atar o desatar el sentido de frases y oraciones que a la larga compondrán un poema, novela, cuento o ensayo cuyo referente sobrevivirá a la mirada del lector ávido de aventuras.
La literatura infantil – denominación que aun se discute – precisa de la constancia de sus escritores y de la calidad de lo que se escribe. Cuando se crea para niños y jóvenes es imperante considerar ciertos elementos que abarquen sus intereses y los atrapen en una espiral de aventuras, de conmociones para su deleite personal. Se vive el texto, se interioriza su contenido cuando la imaginación cabalga por los senderos del mundo lúdico. Jugar con las palabras, hacerlas intermitentes, referirlas al espacio mágico de lo ignoto despiertan en el niño la curiosidad y la búsqueda de nuevos mundos sensoriales. Invención e imaginación en la literatura infantil son ejes fundamentales en el desarrollo de la personalidad del niño. Víctor Montoya afirma que: “La actividad lúdica de los niños, como la fantasía y la invención, es una de las fuentes esenciales que le permite reafirmar su identidad tanto de manera colectiva como individual. La otra fuente esencial es el descubrimiento de la literatura infantil, cuyos cuentos populares, relatos de aventuras, rondas y poesías, le ayudan a recrear y potenciar su fantasía.”

lunes, 7 de julio de 2014

Una mirada a Morita Carrillo desde el lápiz de su poesía

                                                                                                        Yony G. Osorio G.

                                                                                                        Mi lápiz

“Usa ropa/de madera/
cuello fuerte/ de latón/
y sombrerito/ de goma,/
mi lápiz,/ mi borrador/”

Inspiración Ilustración de Hadley Hooper
La poesía de Morita Carrillo no está sola en el contexto de lo denominado literatura infantil o la dirigida a niños, jóvenes y adolescentes. Su escritura ha sido sujeta a variados análisis e inclusiones en muestras, selecciones, repertorios y antologías.
Demás está decir que entre los poetas yaracuyanos de este momento, David Figueroa Figueroa es el más dedicado y estudioso de esta especificidad literaria  destinada a los niños. Aunque parezca paradójico, lo reitero, uno de los más laboriosos y seguro exponente de este embarazoso arte, además, con criterios bien fundados. Él ha llevado sus apreciaciones en torno a la escritura de Morita Carrillo en cualquier formato comunicacional que le soliciten, como: conferencias, seminarios, jornadas, conversatorios y talleres en las escuelas. No hace mucho tiempo que este poeta presentó una ponencia sobre Morita Carrillo en el Encuentro Internacional con la Literatura Infantil y Juvenil en Venezuela en la ciudad de Valencia, estado Carabobo, evento organizado y sostenido “a Quijotazo limpio” por la constancia de la profesora y escritora Laura Antillano. En ese escenario la visión de este coterráneo mostró a una Morita que