David Figueroa Figueroa
“Los libros están demasiado llenos
de palabras. Hay que llenarlos de
significaciones, sin olvidar que éstas
andan a caballo sobre las palabras”
Ludovico
Silva
Poeta José Gregorio González Márquez |
La
palabra es y será el don más maravilloso que la naturaleza o Dios le haya dado
al hombre, de aquí se desprende que el epígrafe que encabeza este escrito tenga
esencia y dimensión. No en balde, el primer poema que conseguimos en Rostros
de la insidia, del poeta merideño José Gregorio González Márquez,
dice:
atrae a su núcleo
sólo el cuerpo desaforado
del poeta
pero nunca lleva a su seno la
palabra
ésta perdura por siempre
en el silencio de la vida
en el anochecer del destino
en la lejanía y el
misterio”
Es que la
palabra al llenarse del elixir bienaventurado de la metáfora, se transforma en
el juego más importante creado por nosotros en este mundo y quizás en el otro.
“Homo Sapiens y Homo Metaphoricus: las dos orillas del río heraclitiano de la
vida. El lenguaje como tránsito, como medio para informarse; y el lenguaje como
ámbito, como campana de
resonancia"; anotaciones sabias que encontramos en
el libro del escritor Víctor Bravo, titulado: Magia y maravillas en el continente
literario. El amigo José Gregorio nos sigue dando sus creaciones y así, leemos:
“La palabra
nos invade
surge
desde cualquier lugar
transita
por estaciones y bares
nos acompaña
antepone
juicios a la vida
errática
predispone
para vivir en libertad”
Vemos
como la palabra se convierte en pájaro, y no porque canta, sino más bien porque
vuela; esa alquimia que el hombre a través del lenguaje despliega como las olas
en el mar con sus idas y regresos. Una frescura manifiesta recorre sin prisa
las páginas de esta antología, donde a veces los sueños se hacen tangibles y el
hombre y la palabra se fusionan, otras veces el recuerdo toma vida y el tiempo
se entrelaza con el ayer y el siempre. La poesía, más que fantasmas, es el ser
y su verbo:
“Ahora
comienza el olvido
borramos en un adiós
la imagen de los parques
ya no tengo que suponer
el vuelo de las palabras
ni la muerte
de la poesía “
Referente y palabra:
“Me presiento ungido
por las palabras
mi cuerpo asume
la ubicuidad de las
sombras
la vigilia de los
abandonados”
También
se nota que la palabra se hace solidaria, solidaria para dar apoyo a esas almas
que van por el mundo con cierto dolor a cuestas. Es que ser poeta, conlleva el
sagrado deber de pintar el azul para todos y para pocos, con Ludovico Silva,
exclamamos: “No hay cosa alguna que no esté apoyada sobre el hombre. Dioses y
ángeles son la misma cosa. Siglos y siglos son sólo azares de una fatalidad”. Versos
breves en la escritura, pero anchos en el decir, es que la palabra multiplica las imágenes, haciendo los sentidos
océanos poblados por los espejos de lo
real y lo irreal, la vida y la muerte en el mismo barco, la emotividad y la
sencillez respirando por los mismos poros de la existencia, es la sensibilidad
que transforma el hoy en devenir, la flor en semilla o viceversa.
Oigamos:
“Tengo los años
de la lluvia
todos los siglos de la arena
sin embargo soy joven
para los anhelos de la muerte
pasarán milenios por mis
horas”
“En tu voz queda,
el mar refugia los
amaneceres”
“El amor como el buen miche
termina con la resaca”
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