Beatriz Mendoza Sagarzazu
Diciembre
No puedo reconstruir sus días desiguales, alineados y paralelos, atravesando cada año el tiempo previsto y señalado.
Inútilmente espero el signo que me lo reintegre. Con la infancia dejé atrás sus caminos, y al regreso no he hallado señales de humo aguardándome. ¿Qué sueños llenaban los instantes?¿Qué pequeñas angustias rompían el equilibrio de las horas. Si todo fuera volver. Si todo fuera volver al encuentro de la misma calle con las mismas casas, de las casas con las mismas gentes, de las gentes con los mismos rostros, con las mismas voces, con los mismos gestos. Si tan solo pudiéramos encontrarnos los mismos. Separar lo nuestro. No equivocarlo. ¿Cómo hallar las manos que un día nos tocaron? ¿Cómo retener el juego que nos hizo felices, las palabras que hemos olvidado?
¡Ah diciembre, diciembre! ¡Y esa brisa que quiere quedarse, esa brisa que dice y que no dice de cosas lejanas! Pero el recuerdo no encuentra donde asir sus manos blancas, no halla metales qué soldar, ansioso y persistente. Sólo la nostalgia se va multiplicando, apoyándose en una fecha, en un anhelo o en la brisa que canta. Al pasar.