José Gregorio González Márquez
Carlos Yusti |
La escritura puede parecer efímera en su existencia cotidiana; pero, no significa que su prevalencia en la historia de la humanidad se pierda sin dejar rastros ni huellas visibles. La temporalidad de la palabra se abraza a la tradición oral, a la memoria colectiva para sobrevivir al paso del tiempo y proyectarse a futuros ciertos o inciertos. El libro, en su diversidad de formatos, guarda el pensamiento afianzando la posibilidad de su permanencia en el devenir histórico. Las páginas se convierten en lugar sagrado, en altar para preservar la escritura.
Un libro incita a la curiosidad, rememora silencios, hilvana sucesos, mantiene la tradición, alegra la vida, juguetea con el humor, precisa de sus letras para alejar incertidumbres. Hojas resueltas a acompañar al hombre en sus ratos de ocio. Julio Borromé precisa que: “... el libro es ideario de libertad prescindiendo del tiempo, se torna vuelo sublime, promesa inacabada que terminan los pueblos cuando se trata de integración mediante las palabras, los hechos y la acción. El mundo es un archipiélago entre dos mundos, el posible y el imposible”
Carlos Yusti, escritor y pintor, propone una lectura fragmentada de su obra: cuentos, ensayos y artículos en su libro A la brevedad posible. Yusti asume el juego para que la palabra se diversifique en miles de imágenes. Lúdico y sencillo, se desparrama en infinidad de posibilidades, sorpresivas anunciaciones y razonamientos cargados de ironía. Asimismo, usa sus dibujos para ilustrar desde su visión a escritores reconocidos y que han formado parte de su formación intelectual.