lunes, 14 de octubre de 2013

Biografía de La Caperucita Roja


Angélica María Salas González


Caperucita Roja. Ilustración de Albert Anker
Dentro de la constante fluidez de las palabras y las ficciones forzadas surgen por momentos preguntas –arrogantes-, una de ellas tiene que ver con la vida secreta de La Caperucita Roja, sobre ella sabemos que como personaje su vida dependerá de la función cumplida dentro del relato. Así, en unas dependerá de la acción que realice y en otras de lo que exprese verbalmente. Pero, ocurre que esta complicada existencia de la niña la ha llevado a realizar todas las funciones y casi todos los roles, luego de concluir el contrato con Charles Perrault, los Hermanos Grimm y Disney. De allí en adelante se le ha visto en ropa ajustada, armada, en ligeros trajes, en caperuza verde –o sin nada-, de femme fatale y hasta de heroína.
Este personaje tan peculiar ya se le conoce desde el periodo medieval europeo. Aunque, para algunos (González M, 2006:135) la aparición de esta joven vestida de rojo se puede

jueves, 5 de septiembre de 2013

A bordo de un buque con Francisco Coloane

Víctor Montoya

“El último Grumete de la Baquedano”, de Francisco Coloane (Quemchi, Chile, 1910-2002), es una obra que cayó en mis manos con el peso misterioso de un libro bitácora, que se salvó de un naufragio después de haber navegado por alta mar, bajo el brazo de un marino ansioso por narrar las aventuras que le tocó vivir a bordo de un buque de guerra.
La obra está dividida en catorce capítulos y presenta, a lo largo del tratamiento del tema, valores morales y estéticos que, probablemente, lo convierten en uno de los relatos más hermosos de la vida de los marinos que navegan viento en popa por los canales australes de Chile, pues, a ratos, gracias a la magia y la intensidad del relato, el lector tiene la sensación de estar a bordo de la corbeta “La Baquedano”, sujeto al timón y mecido por las olas que se rompen contra la proa.

jueves, 22 de agosto de 2013

Habitar el sonido


Rodolfo Castro

 
El texto escrito yace inerte e inexpresivo ante nuestros ojos. No hay nada vivo allí, sólo rasgos apagados, un intento por existir, un libro, las paredes de arcilla de una olla vacía. El texto escrito es un recipiente. Eso que no es el libro es la lectura. Leer es caer al vacío, ingresar en ese espacio por propia voluntad y en ese acto otorgarle al libro su esencia, su razón de existir: ser leído, ser un sitio habitable.
Si la lectura en cualquiera de sus formas es un ente intangible, la lectura en voz alta demanda un acto de creación: una ilusión sonora que pueda ser vista.

viernes, 9 de agosto de 2013

Los niños de la calle en la obra de Monica Zak


Víctor Montoya

Monica Zak confesó que la idea de escribir este libro empezó a principios del 2002, en la capital de Honduras, donde conoció a un niño de la calle, cuya vida insólita, en compañía de dos perros vagabundos, la impactó tanto que, sin pensar dos veces, decidió acercarse a la realidad de los niños andariegos de la limosna; una experiencia que duró dos meses y constituyó el tema central de “Alex Dogboy”. Lo interesante es que no todo terminó en este libro, ya que su obsesión por el tema, como ya le había ocurrido en otras ocasiones, con otros libros y otros temas, la impulsó a escribir la continuación bajo el título de “Tredje kärleken” (El tercer amor), un libro aún inédito en nuestra lengua. 
Monica Zak, con pasión y estilo depurado, combina los métodos del periodista acucioso con el talento del narrador que sabe manejar el hilo sutil de la imaginación y la realidad a la hora de tejer el texto y el contexto de su obra, con personajes y situaciones que existen y respiran cerca de nosotros; por eso mismo, el libro “Alex Dogboy”, lejos de toda consideración tendenciosa, es una obra que pertenece al llamado realismo social, que sigue teniendo tanto cultores como lectores en este nuevo milenio.

lunes, 15 de julio de 2013

Escritura

Triunfo Arciniegas

Cada vez que escribo enfrento el misterio, el miedo, la incertidumbre. De poco han servido las historias anteriores. Conozco cierta técnica, cierto manejo de las frases, la mente conserva determinados principios, el cuerpo practica manías inviolables, la mirada se rinde a la disciplina de atrapar las imágenes, pero uno se encuentra desprotegido y nunca se sabe si la criatura poética será digna, si será poética o al menos criatura, si debe conservarse para un posible lector o debe eliminarse. La página en blanco cada vez es una nueva aventura y, como tal, absolutamente riesgosa, diferencia esencial con otros oficios. El artesano mantiene la rutina del oficio: elabora un canasto exactamente como el anterior, con la misma técnica, los mismos instrumentos e incluso en el mismo lapso de tiempo, y así elaborará todos los canastos del resto de su vida. El artista cada vez debe crear un nuevo objeto y repetirse va en detrimento de su arte.

lunes, 8 de julio de 2013

La multifacética obra de Yolanda Bedregal

Víctor Montoya

Yolanda Bedregal (La Paz, 21 de septiembre de 1913 – La Paz, 21 de mayo de 1999). Se cuenta que desde niña tuvo acceso al mundo intelectual boliviano, debido a que vivió en el seno de una familia de artistas e intelectuales. Su padre, Juan Francisco Bedregal, en su condición de escritor, catedrático y Rector de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), reunía en su casa a los intelectuales más notables de su época, para hablar y discutir sobre diversos temas relacionados a Bolivia y los bolivianos.
Al evocar sus años de infancia, enfundada en traje de bayeta, con ch’uspas y tullmas en las trenzas, no podía evitar el siguiente cuadro familiar: “Mi padre, sabia bondad, en el escritorio, entre sus libros y nuestros lápices de color; mi madre, menuda y ágil, repartidas sus manos entre pan y ternura, el bastidor, el piano, las jaulas de canarios, su telar en el cuarto de costura (…) La abuela esbelta, pálida, frente al infaltable café yungueño y su cigarrillo Capricho, tejiendo para nuestras muñecas o encarrujando flores de trapo para el templo. La bisabuela, matrona austera de dulce pero varonil carácter, en su silla de ruedas, a lado la cuna de la guagua recién nacida en el clan (…) De aquellos seres y cosas que acompañaron mi niñez aprendí, sin yo notarlo, lo que quizá vale más en mi existencia. De mi padre, tan triste en el fondo, la alegría de darse y dar con justicia y comprensión; de mi madre, la fuerza de la debilidad activa; de mi abuela la rebeldía paciente en la desgracia; de mi bisabuela paralítica el poder de la impotencia; de mis nobles ayas aymaras, la fidelidad y el amor a mi raza; de los chicos, en su encrucijada vacilante, aprendí que estamos en un juego sagrado, serio y peligroso con Dios, con el diablo y con el prójimo.” (Palabras pronunciadas al recibir el Premio de Cultura de la Fundación Manuel Vicente Ballivián).

jueves, 4 de julio de 2013

Paco Yunque: La simbología del poder

David Figueroa González


“Yo me complazco, en imaginar, en creer en un estado social
en que la alegría sea accesible  a todos”
André Gide

En  mi reciente viaje a Perú, país hermano al cual fui por invitación del grupo Capulí, Vallejo y su Tierra. Me reencontré con la historia todavía viva de lo que fue el Virreinato de España en América, las estructuras  arquitectónicas erguidas  como gigantes enclavados por doquier aún cuentan relatos de tiempos lejanos. Al partir de la capital camino a Santiago de Chuco,  la patria chica de Cesar Vallejo, es más marcada la presencia de estas hermosas estructuras, bien sea, las realizadas por los conquistadores o las elaboradas por el pueblo con su milenaria sabiduría. En el horizonte las montañas evocan los picos de la sierra venezolana y, a pesar de la altitud y el frío, al llegar al poblado las personas con su respeto y cordialidad nos abrigaron el alma.
La humildad característica de las personas que habitan los pueblos andinos está presente en la obra “Paco Yunque”,