Víctor
Montoya
Yolanda
Bedregal (La
Paz, 21 de septiembre de 1913 – La Paz, 21 de mayo de 1999).
Se cuenta que desde niña tuvo acceso al mundo intelectual boliviano,
debido a que vivió en el seno de una familia de artistas e
intelectuales. Su padre, Juan Francisco Bedregal, en su condición de
escritor, catedrático y Rector de la Universidad Mayor de San Andrés
(UMSA), reunía en su casa a los intelectuales más notables de su
época, para hablar y discutir sobre diversos temas relacionados a
Bolivia y los bolivianos.
Al
evocar sus años de infancia, enfundada en traje de bayeta, con
ch’uspas y tullmas en las trenzas, no podía evitar el siguiente
cuadro familiar: “Mi padre, sabia bondad, en el escritorio, entre
sus libros y nuestros lápices de color; mi madre, menuda y ágil,
repartidas sus manos entre pan y ternura, el bastidor, el piano, las
jaulas de canarios, su telar en el cuarto de costura (…) La abuela
esbelta, pálida, frente al infaltable café yungueño y su
cigarrillo Capricho, tejiendo para nuestras muñecas o encarrujando
flores de trapo para el templo. La bisabuela, matrona austera de
dulce pero varonil carácter, en su silla de ruedas, a lado la cuna
de la guagua recién nacida en el clan (…) De aquellos seres y
cosas que acompañaron mi niñez aprendí, sin yo notarlo, lo que
quizá vale más en mi existencia. De mi padre, tan triste en el
fondo, la alegría de darse y dar con justicia y comprensión; de mi
madre, la fuerza de la debilidad activa; de mi abuela la rebeldía
paciente en la desgracia; de mi bisabuela paralítica el poder de la
impotencia; de mis nobles ayas aymaras, la fidelidad y el amor a mi
raza; de los chicos, en su encrucijada vacilante, aprendí que
estamos en un juego sagrado, serio y peligroso con Dios, con el
diablo y con el prójimo.” (Palabras pronunciadas al recibir el
Premio de Cultura de la Fundación Manuel Vicente Ballivián).
Como
es natural, esta escritora polifacética tuvo una formación muy
amplia desde su niñez. Asistió
a una escuela primaria fiscal y obtuvo el bachillerato en el
Instituto Americano.
Estudió en la Academia de Bellas Artes de su ciudad natal,
donde trabajó años después como profesora de escultura e historia
del arte. Fue
la primera boliviana que mereció
una beca para estudiar estética en el Barnard College de la
Universidad de Columbia, en
Nueva York. Bailó en el ballet de Valentina Romanoff y
en las actuaciones de Don Antonio González B.,
se
casó con el poeta
exiliado judío-alemán Gert
Cónitzer
y ambos trabajaron en
el Instituto de Investigaciones Pedagógicas de la ciudad de Sucre.
Nunca dejó de ser profesora, pues
enseñó con esmero y sin pausa en escuelas, colegios, academias,
conservatorio y dando clases particulares en casa o fuera.
Yolanda
Bedregal dedicó también
gran parte de su talento creativo a la pintura y escultura. Sin
embargo, la actividad que más ocupó su tiempo fue la literatura, en
la que incursionó con toda la pasión de su alma. Publicó
su primer libro a los 20 años de edad. Cultivó
casi todos los géneros literarios: poesía, cuento, novela, ensayo y
artículos de prensa. Su novela “Bajo el oscuro sol”, que es uno
de los libros oficiales de lectura en los colegios, obtuvo el Premio
“Erich Guttentag” en 1970. Sus
poemas humanos y su compromiso con la realidad de los pueblos le
valieron el honroso apelativo de “Yolanda de Bolivia” en nuestro
país y “Yolanda de América” en Argentina.
Esta
gran autora ha realizado una incansable labor de difusión de la
literatura desde muchas instituciones de las cuales fue fundadora y
presidenta, como la Unión Nacional de Poetas y Escritores y el
Comité de Literatura Infantil. Fue Vocal del Concejo Nacional de
Cultura, del Concejo Municipal de Cultura dependiente del Municipio
Paceño, miembro de número de la Academia Boliviana de la Lengua
correspondiente
de la Real Española, miembro correspondiente de la Academia
Argentina de Letras y secretaria del PEN Club.
Aunque
hubo ausencias y dolores en su vida, testimoniada en las páginas de
sus libros, nunca se quejó de su existencia, ni de las tediosas
labores cotidianas, ya que su vocación de madre y esposa -“no
diferente a la de cualquier mujer que hace las tareas rutinarias
domésticas”- la llevó a cumplir sus deberes como a cualquier otra
ciudadana del pueblo, con responsabilidad, disciplina y hasta con
cierta devoción. Eso sí, se arrepentía mucho más de las omisiones
en las que incurría que de las acciones que cometía, aunque estaba
consciente de que todo lo que se hacía con fe y cariño tenía
siempre, tarde o temprano, su recompensa. Todo lo que realizó a lo
largo de sus años, lo hizo “con la humildad del mendigo entre la
riqueza de los grandes”, siempre con la buena voluntad de servir a
los suyos y sembrar la “solidaridad con todos los que trabajan para
hacer habitable y feliz esta Tierra y para que haya paz y pan en el
mundo”. (Palabras pronunciadas al recibir el Premio de Cultura de
la Fundación Manuel Vicente Ballivián).
En
virtud de su preocupación social y los sentimientos puestos en el
buen destino del país, no fue ajena a los problemas que aquejaban a
las clases más necesitadas y marginadas de la sociedad. No en vano
fue miembro honorario del Comité Boliviano por la Paz y la
Democracia. Participó en varios congresos internacionales y, en
alguna ocasión, fue designada Embajadora de Bolivia en España.
Por
su intensa actividad literaria y cultural recibió varios premios,
reconocimientos y distinciones nacionales y extranjeras, como el
Premio
Nacional de Poesía, Gran Orden de la Educación Boliviana, Honor
Cívico “Pedro Domingo Murillo”, Premio Nacional del Ministerio
de Cultura, Escudo de Armas de la Ciudad de La Paz por servicios
distinguidos, Caballero de la Orden de Artes y letras de Francia,
Medalla “Jerusalén” de Israel, “Dama de América” por el
Consejo Nacional de Derechos de la Mujer A.C. México, Medalla
Gabriela Mistral por el gobierno de Chile y Condecoración Banderas
de Oro del H. Senado Nacional, entre otros.
Por
otro lado, cabe mencionar que el concurso anual de poesía más
importante de Bolivia hace honor a su nombre. Sus cuentos y poemas
han sido traducidos a varios idiomas e incluidos en revistas y
antologías de los Estados Unidos y Europa. Entre sus libros
dedicados a los niños destaca: “El cántaro del angelito”
(1979), en cuyas páginas es fácil descubrir su interés por el
mundo infantil, al que se dedicó con amor maternal. Sus poesías
tienen un estilo modernista y tratan temas que son del interés de
los niños, como ser la gestación, la muerte, la injusticia social y
la discriminación racial. En “El cántaro del angelito” hay
también poemas que sólo recrean el mundo mágico y fantástico de
los niños, a través de versos que juegan con la palabra y la
imaginación de sus lectores.
Yolanda
Bedregal, en su fecunda labor de escritora, aportó con cerca de 20
libros, tanto en verso como en prosa, a la literatura nacional y
continental. A esta cuantiosa obra se añaden las antologías,
artículos y ensayos que escribió sobre múltiples temas que
ocupaban su prodigiosa mente y su interés intelectual. Una ligera
revisión de su producción total, nos permite constatar que abordó
aspectos concernientes al arte, la pedagogía, los mitos, las
leyendas, el folklore, la artesanía y, por supuesto, la religión.
Apuntes
bibliográficos
Novela:
Bajo
el oscuro sol
(1971). Poesía:
Nadir
(1950); Del
mar y la ceniza (1957);
Antología
mínima (1968);
Almadía
(1977);
Ecos
(en
colaboración con su esposo Gert Cónitzer,
1977); Poemar
(1977);
El
cántaro del angelito (1979);
Convocatorias (1994);
Poemas
para niños.
Cuento:
Naufragio
(1977); Escrito
(1994).
Antología:
Calendario
folklórico del Departamento de La Paz. (1956);
Historia
del arte para niños
(52
artículos escritos entre 1947 y 1948);
Poesía
de Bolivia, de la época precolombina al modernismo
(1964); Antología
de la poesía boliviana
(1977); Ayllú:
el altiplano boliviano
(1984). Su Obra
Completa, bajo
el cuidado y dirección de su hija
Rosángela Cónitzer,
fue publicada en cinco volúmenes en 2009.
Su
poesía infanti
¿De
qué estará hecha la luna?
La luna
está amasada
con leche y harina,
un poco de azúcar
y pizca de sal
y un huevo
sin romper.
Como no hay horno tan grande
en que se pueda cocer,
la luna se queda cruda.
La luna es una torta gigante. Ilustración Carlos Pérez Lizárraga |
¡Eso no es verdad!
La luna
no es de leche
ni de harina
ni de azúcar
ni de sal
ni de huevo,
ni de nada.
La luna es de luna
y es luna la luna.
Baladita
de la araña fea
La
joven araña
díjole esta queja
a su madre un día:
Por qué soy tan fea,
díjole esta queja
a su madre un día:
Por qué soy tan fea,
dime,
madrecita.
Hilando la rueca,
tú pareces de oro
sobre fina seda.
Hilando la rueca,
tú pareces de oro
sobre fina seda.
Mi
padre es moreno,
mas si te contempla,
lo cubre la gracia
que el nardo quisiera.
mas si te contempla,
lo cubre la gracia
que el nardo quisiera.
Yo,
madre, tan flaca,
tan peluda y negra;
jamás un piropo
me dijo una abeja.
tan peluda y negra;
jamás un piropo
me dijo una abeja.
Cuando
las guitarras
de los grillos suenan,
es la serenata
bajo de otra reja
de los grillos suenan,
es la serenata
bajo de otra reja
La
araña ese día,
sin mostrar tristeza,
preguntó al esposo
si la hija era fea.
sin mostrar tristeza,
preguntó al esposo
si la hija era fea.
¡Cómo
dices eso!
¡Es como una perla
suave y transparente
la dulce pequeña!
¡Es como una perla
suave y transparente
la dulce pequeña!
Durmió
aquella noche
la madre serena;
al día siguiente
se fue por las huertas
la madre serena;
al día siguiente
se fue por las huertas
a
recoger todas
las plateadas telas
que en vida afanosa
de araña tejiera.
las plateadas telas
que en vida afanosa
de araña tejiera.
Y
cuando el ovillo,
más grande que ella,
era como el símbolo
de su vida austera,
más grande que ella,
era como el símbolo
de su vida austera,
hizo
con los hilos
una bata fúlgida
con vuelos y encajes
fingiendo la espuma.
una bata fúlgida
con vuelos y encajes
fingiendo la espuma.
La
joven araña
con su nueva túnica
era una movible
gotita de luna.
con su nueva túnica
era una movible
gotita de luna.
Y
llegó el domingo.
A misa de fiesta
se fueron los padres
y la araña nuestra.
A misa de fiesta
se fueron los padres
y la araña nuestra.
Todos
los insectos,
al verla tan bella,
en musical ronda
se fueron siguiéndola.
al verla tan bella,
en musical ronda
se fueron siguiéndola.
Pero
esta mañana...
¿por qué oculta pena?
flotaba en el agua
la arañita muerta.
¿por qué oculta pena?
flotaba en el agua
la arañita muerta.
Tal
vez el estanque
que un cielo le ofrenda,
la tentó a entregarle
su fugaz belleza.
que un cielo le ofrenda,
la tentó a entregarle
su fugaz belleza.
Flota
el cuerpecito
de la araña fea
con vaga ternura
de apagada estrella.
de la araña fea
con vaga ternura
de apagada estrella.
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