Cósimo Mandrillo
Escribí, hace más de treinta años,
un artículo sobre el discurso histórico en la revista Tricolor, que fue
editado en la hoy extinta Revista de la Universidad del Zulia. Aquello
no fue otra cosa que un ejercicio de aplicación de ciertas teorías de análisis
literario que estudiábamos entonces en la escuela de letras, y puesto que no
seguí el sabio consejo de no hacer vano alarde de las cosas recién aprendidas,
el resultado, como suele suceder con el inmediatismo, no podías ser sino
esquemático, superficial y, lo que es peor, mal escrito.
Aun siendo así, no se me escapa que
aquella elección del tema no pudo haber sido inocente ni casual. En ese
entonces yo, al igual que muchos otros de mi generación, éramos fervientes
lectores de toda clase de comics que se nos ponían al alcance. Me refiero a
cuadernillos del tipo Tawa, el hijo de las gacelas o Chanoc, historietas
que la mayoría de ustedes, jóvenes como son, no sólo no habrán leído, sino que
ni siquiera habrán escuchado mencionar.