Laura Antillano
“Yo, que maté de
melancolía al pirata Francis Drake” fue
el primer libro que leí de Gonzalo
Moure. Me fascinó. Lo compré azarosamente en el Salón del Libro que
organiza el chileno Luis Sepúlveda en Guijón, Asturias. Tenían una feria de libros con
varios proveedores y en una mesa, entre muchas cosas, ese título me ganó.
Me lo leí en dos
noches, me conquistó la historia y el modo de relatarla. Varios años después,
en Quito, invitada por Leonor Bravo al Maratón del Cuento, conocí al autor de
aquella novelita.
Gonzalo Moure intervino el día de la inauguración y
habló con equilibrio y emotividad de alguien que había sido amiga de muchos de
los presentes y a quién todos guardaban
especial afecto, ella había fallecido hacia no mucho y le había contado de este
evento en Ecuador, para el que él era tan nuevo como yo. Coincidimos después en
el transporte que nos trasladaba a todos, y sentados juntos conversábamos de
literatura, salió el tema de los piratas y salió el nombre de su libro y salió
el de mi cuento “Tuna de mar”, igualmente dedicado en este caso, a una mujer
pirata.