sábado, 25 de junio de 2022

Escribir para chicos

 

Gustavo Roldan



 

Escribir para chicos es un oficio muy gratificante y a la vez un oficio muy poco gratificante.

Poco gratificante porque es una literatura que pertenece al orden de lo marginal, a la que a veces se siente que se le da permiso para existir porque bueno, también conviene que los chicos lean.  Pero no pasemos mucho de ahí, no vaya a ser que estos autores se crean que hacen literatura  en serio. Ejemplos sobran de lo que sucede diariamente con el lugar que ocupan los libros para chicos, generalmente faltos de la legitimación que merecen tanto en academias como en universidades.

Pero también es un oficio muy gratificante, por algo que conocen todos los que hacen estos cuentos tan cortitos, esos poemas tan sencillos. Ellos saben que a veces, aunque los chicos no digan nada, ese cuento que leyeron los caló muy hondo y ahí les quedó una marca para siempre y que de eso no se van a olvidar.

Se van a olvidar del nombre del cuento, se van a olvidar del nombre del autor, pero la aventura que pudieron vivir, durante ese rato en que se metieron de cabeza entre las páginas llenas de letras, va a quedar como una de las experiencias que los fueron ayudando a crecer. Tal vez tan inolvidable, en lo más secreto de cada uno, como ese primer día en que se dio una vuelta a la manzana en bicicleta o se pudo trepar al primer árbol.

Para saber eso sigue habiendo gente que escribe para chicos. Porque creen en el poder de la palabra y porque creen en la inteligencia, en la sensibilidad, en la capacidad de comprensión de los chicos.

Tal vez se equivoquen, tal vez no tengan razón y las palabras no posean ningún poder ni los chicos tengan ninguna capacidad para recibirlas. Pero el que escribe está convencido de que sí, de que eso es cierto, y entonces apuesta a seguir en la pelea, sin bajar los brazos, hasta que las velas no ardan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario