José
Gregorio González Márquez
La escritura de poesía para niños no la asume
cualquier persona. Pueden considerarse privilegiados los autores que entran en
posesión de la palabra y la trasmutan a poemas para chicos. La poesía dedicada
a los más pequeños es sutil, amorosa, precisa, diáfana y sobre todo con una
carga especial de imágenes que atrapa a quien lee y le mantiene atado a sus versos.
Emiro
Duque Sánchez es un poeta filial, con un discurso cercano a los niños. Sus
libros de poemas El caballito del diablo
(1977) y Payasito de trapo (2020)
se inscriben en la literatura infantil como referentes propiciatorios de espacios
imaginarios para los lectores que se acerquen a sus poemas. Gabriel Mantilla
Chaparro en su libro Viaje al poema dice: “Un
poeta tiene ojos. Lo que lo hace distinto es la mirada y el vigor de su imaginación, así como su formación, el
ejercicio de su inteligencia y el desarrollo de su sensibilidad; la densidad de
sus palabras”. Mantilla Chaparro caracteriza al poeta, lo describe como un
ser diferente del común, lo retrata. Podemos asegurar que Emiro Duque Sánchez
es un poeta que encaja en esa descripción; un maestro de la poesía. Un ser
luminoso que escribe más allá del contexto cotidiano; que puede permanecer
escondido en el corazón de la palabra para trabajarla, pulimentarla y
devolverla hecha poema.
Payasito de trapo es
un libro diverso, dinámico pero también próximo al lector. Los referentes que
maneja su autor no son ajenos al niño ni su entorno. Sus poemas están concebidos
para encantar y enamorar a quien los lee. Los animales, los juguetes la
navidad, la naturaleza, el hogar, la escuela y la patria son temas que aborda
desde la palabra elaborada, desde su concepción de artesano de la grafía.
El
bestiario es un tema que apasiona a los niños. Los animales forman parte del
imaginario de la niñez. Los poetas y narradores suelen convertirlos en los
protagonistas de sus textos. Las bestias encarnan los amigos cercanos, los
personajes donde se difumina el alter ego del lector y le traslada a mundos
donde funge de protagonista. El poema que inicia el libro tiene una energía
especial. Menciona a un Santo que es conocido como el protector de los
animales. San Francisco de Asís se convierte en el emblema que usa Duque
Sánchez para visualizar el respeto que debe tenerse a los animales. / Francisco de Asís llamó al lobo hermano,/
por eso le tendió con amor la mano./
Ellos acompañan al hombre en la vida,/
por eso me duele, muy hondo, su herida.
El
vuelo iridiscente del colibrí siempre atrapa la imaginación de los niños. Sus
colores mágicos atenazan los ojos y penetran en el alma con un
imperceptible aleteo que despierta
emociones y llena de gozo los corazones. El diálogo con la madre hace este
poema infinitamente filial: Mamá: a veces
pienso/ que el colibrí que vuela/ en el jardín vecino/ con su agudo piquito/ y
plumas de esmeralda/ es una bella hojita/ que viene de muy lejos/ y regresa en
la noche/ y se devuelve al alba/.
Las
imágenes literarias son trabajadas con empeño y renovada audacia. Esto permite
que el pequeño se interese por el texto y dialogue con la propuesta del
escritor. Al sentirse parte del poema, quien lo lee, interioriza y asume la
metáfora como suya. En el poema El
pajarito lo podemos corroborar: Pajarito
del campo/ trino con alas./ Iris de pluma,/ reloj del alba./ También
notamos estos características en El
cocuyito. Veamos los siguientes fragmentos: Cocuyito que de noche/ nunca dejas de volar./ Lucerito con dos alas/
dime pronto a dónde vas/ No te pierdas en la sombra/ con tu luz la
incendiarás./ ¿Por qué huyes a la estrella/ y andas tras la oscuridad?
Los juguetes son objetos predilectos de los niños. La infancia es una época de felicidad donde se juega y disfruta cada momento. El niño se apasiona por el quehacer lúdico, se inventa situaciones, usa sus juguetes para vivir historias; protagoniza sus propias aventuras. Duque Sánchez juega con los poemas, les imprime la nostalgia de su vida. Los trae desde su niñez para regalarlos a quienes se atrevan a pasearse por las páginas de su libro. Son textos confesionales, íntimos y con visos autobiográficos. Payasito de trapo,/ amiguito del niño./ Lo acompañas despierto/ lo acompañas dormido/ En sus manos traviesas/ siempre estás sonreído./ Que inocente es la vida/ en las manos del niño/.
La
Navidad es un tiempo de armonía y paz. La Buena Nueva del nacimiento de Jesús
alegra los corazones y sensibiliza a la solidaridad y el amor. El pesebre, la
Sagrada Familia, las costumbres y tradiciones forman parte indispensable de
esos momentos. El poeta Emiro Duque Sánchez dedica parte de este libro a cantar
a la Navidad. Una carga de versos que pintan desde la metáfora la alegría del
nacimiento. Nació el niño Jesús, no tiene
cuna./ Nació sobre unas pajas, pobrecito./ Quiero darle mi cuna, es
pequeñito,/ darle también la cobijita
mía,/ pues como es Navidad, él tiene frío/y dormirá en las pajas tranquilito/ Insiste en algunos de sus poemas en la pobreza
en que vino al mundo Jesús; y desde allí denota la humildad y la pureza del
Niño Dios. Un rey que nace en un pesebre para salvar a la humanidad.
La
naturaleza es otro de los temas trabajados por el autor en Payasito de trapo. El amor a cuanto nos rodea y provee de
bienestar, encuentra un nicho para acercarse a los niños. Escritos desde la
vivencia personal y en un tono confesional, describe como una pintura diversos
elementos naturales. El campo, el sol, los llanos, el camino, el árbol, las
flores, las rosas, el amanecer, el día, la tarde, la luna, las estrellas, el
río, las nubes y otros van emergiendo vestidos de luminosidad de la pluma de
poeta. Los sonidos, el ritmo, el tono, la rima y los colores internos del poema
se explayan en las páginas para desencadenar textos vívidos que terminarán
asumidos por los lectores. En El campo
nos dice: El sábado me voy al campo,/ ese
día no tengo escuela./ El campo es todo alegría/ con noches de luna llena./ Me
divierto en la arboleda/ donde alborotan las alas./ En la loma, en la quebrada/
de fresca y limpia agua./
Un
referente importante en Payasito de trapo,
es el religioso. Las creencias del escritor están difuminadas en muchos de sus
poemas. Seguramente, son parte de su formación en el pueblo andino que le vio nacer.
Creencias que se mantienen arraigadas y le acompañarán durante su existencia.
En el poema Camino apunta: Caminito de la aldea,/ caminito del lugar/
donde hay una capillita/ de la Virgen del Pilar./ De la Virgen de los niños,/
que a sus pies van a rezar,/ del humilde campesino/ ya cansado de sembrar./
La
infancia se retrata con mucha frecuencia en la poesía para niños. El hogar se
constituye en el entorno seguro para los infantes. Es justo allí donde el niño
tiene el primer contacto con el poema. La madre le acerca a los versos, le
canta, le poetiza. La canción de cuna tranquiliza al bebé, lo relaja, le induce
al sueño. Mi dulce niñito/ sonrisa de
luz,/ tú eres en la cuna/ el Niño
Jesús./ La musicalidad encanta, seduce, atrapa. Así lo demuestran las
canciones de cuna de Duque Sánchez. Leamos: No
llores niño/ que solo no estás./ Te arrulla y te canta/ tu linda mamá/ y esta otra: Duérmete mi niño,/ tu cuna es de amor/ y en ella te arrulla/ mi gran
corazón./
El
amor a la patria y los poemas escolares también tienen cabida en Payasito de trapo. Indudablemente, estos
son temas que están siempre presentes en las
aulas y en el entorno del niño. Muchos las consideran poesías de
efemérides y a veces les dan poco valor. Sin embargo, son fundamentales para recordar,
conocer y hasta crear pensamiento. La escuela siempre ha alentado los poemas
escolares. Por ello, Duque Sánchez los escribe. Es muy probable que lo haga
desde la nostalgia; desde los recuerdos de su institución educativa con la
intención de mantener en el tiempo, los recuerdos, los días idos. Pero además, para
pregonar los valores patrios y el amor a la escuela. Así nos retrata a su
maestra: La maestra Clara Rosa/ me regala
su cariño,/ como ve que yo ya escribo,/ me estimula con razón./ Se preocupa por
sus niños,/ hogar hizo de la escuela./ Sus deberes la desvelan,/ sincera es su
vocación./ Y de nuestro Libertador se refiere con emoción y respeto; pero
además, con un tono filial: ¿Cierto que
Bolívar fue/ un muchachito travieso./ Inteligente y capaz,/ que a todo estaba
dispuesto?/ Su destino era la gloria,/ con amor se dio a la Patria./ Pero,
papá; ¿Será cierto/ que lo seguía la desgracia?/
La
poesía para niños de Emiro Duque Sánchez está signada por el amor, la entrega y
la cercanía a la infancia. Los textos
poéticos están concebidos para que sus lectores se apropien de ellos; los
degusten y guarden sus imágenes como herencia viva del prodigio de la
escritura. Los niños siempre serán el alma incorruptible de la humanidad. A
ellos se les canta, se les escribe, se les forma. Por ello, los poemas de Payasito de trapo se constituyen en
puertas abiertas a la imaginación, a la búsqueda de aventuras en territorios
desconocidos; al contacto con los seres que pueblan los universos fantásticos
del niño.
Fuentes Bibliográficas
Mantilla
Chaparro, G. (2010). Viaje al poema. Mérida:
Ediciones Actual.
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