José Vasconcelos
Marcapáginas de luna, especial para lectores nocturnos (ilustración de Quint Buchholz) |
Para
distinguir los libros, hace tiempo que tengo en uso una clasificación
que responde a las emociones que me causan. Los divido en libros que
leo sentado y libros que leo de pie. Los primeros pueden ser amenos,
instructivos, bellos, ilustres, o simplemente necios y aburridos;
pero, en todo caso, incapaces de arrancarnos de la actitud normal. En
cambio, los hay que, apenas comenzados, nos hacen levantar, como si
de la tierra sacasen una fuerza que nos empuja los talones y nos
obliga a esforzarnos como para subir. En éstos no leemos:
declamamos, alzamos el ademán y la figura, sufrimos una verdadera
transfiguración. Ejemplos de este género, Platón, la filosofía
indostánica, los Evangelios, Dante, Espinoza, Kant, Schopenhauer, la
música de Beethoven, y otros, si más modestos, no menos raros.