Leandro Arellano
¿Adónde se encaminarán nuestros pasos con el advenimiento del libro electrónico? ¿La lectura en la pantalla agotará el gusto de andar hacia los estantes y rebuscar entre títulos y autores? Para quien conoce el placer de dirigirse a una librería y relegar en ella el tiempo que se desliza en la calle, supone muy contadas equivalencias.
El comercio del libro posee referencias en autores tan antiguos como Platón y Jenofonte en Grecia, y en Roma las librerías eran conocidas ya en los tiempos de Cicerón y Catulo. Horacio cita en su obra a sus editores -los hermanos Sosii- y Marcial menciona al menos a tres de los suyos. En sus Noches áticas Aulo Gelio escribió que el primero que en Atenas dispuso libros para la lectura pública fue Pisístrato, y que los libreros romanos acostumbraban permitir la consulta de ejemplares extraordinarios mediante una cuota.