Hoy
recibí la carta del pájaro muerto.
Su
contenido estaba en blanco.
Quizá
su mirada ciega
no
supo que decir.
Quizá
soñó que volaba,
o
flotaba igual que su trino.
Quizá
su frágil cuerpo
previó
que mi mano
le
sostendría,
y
en la retina
grabaría
el brillo
de
sus plumas azules, amarillas...
En
este vacío aplastante
en
el mudo silencio,
yo
sola, corazón triste
vislumbré
la eternidad.
En
el suelo duro, frío,
con
el aire abrasador del desierto,