José
Gregorio González Márquez
La
narrativa escrita especialmente para niños posee características
particulares. Esto no implica que cualquier persona pueda o deba
leerla. En realidad, los autores de cuentos infantiles buscan llegar
desde los espacios de la imaginación y fantasía hasta el poder
lector del niño. Más allá del efecto pedagógico y moralizante, el
narrador busca divertir sin fomentar el aburrimiento; así como
desarrollar las capacidades de expansión imaginativa que rodean el
ámbito del infante. La lectura de cuentos resulta genial para los
niños si se da en un ambiente de libertad y respeto.
Escribir
para los niños no es fácil. Mucha literatura se ha publicado para
ellos; sin embargo poca les llega verdaderamente. Las historias
simplonas, burdas y banales son rechazadas pues carecen de elementos
atrayentes y por lo tanto, se deslizan por el tobogán del
aburrimiento y el desinterés. Esto no significa que cuentos
sencillos sean significativos para los niños y despierten un caudal
de imágenes creados a partir del texto leído. Rodari afirma que “La
imaginación del niño, estimulada para inventar palabras, aplicará
sus instrumentos sobre todos los aspectos de su experiencia que
desafíen su intervención creativa.” Las
historias, las fábulas, la poesía y en general, la literatura
estimula el acto creativo.