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sábado, 27 de febrero de 2016

Acerca de la utilidad de la poesía . (Tres ejercicios de la memoria)


Antonio Rubio

 
1.-Poesía en la casa: nanas 
 
La casa en donde nací estaba en una calle empedrada con cantos, y en los cantos resbalaban las mulas, rechinaban sus herraduras y saltaban chispas como de la piedra de los afiladores. La casa estaba en un pueblo que tenía un río, y el río tenía un puente medieval con once ojos. Y en cada ojo anidaba un sinfín de vencejos. Cada uno de los extremos del puente pertenecía a una provincia distinta. Se podía viajar de Toledo a Cáceres en un santiamén. Del nombre de la calle en donde la casa estaba, me he olvidado porque trae a la memoria el recuerdo de una guerra. 

La casa tenía dos pisos. El de arriba se llamaba troje (en otros sitios le dicen altillo o doblado), y era el lugar donde se guardaban las conservas, la matanza, las figuras del belén, los trastos, cachivaches y achiperres, lo perdido, lo invisible, lo inasible, la zozobra. En la troje habitaba el miedo. Entre una permanente semioscuridad y un chorro débil de luz mortecina que penetraba por el tragaluz... vivía el miedo. Aquel chorro luminoso estaba lleno de partículas de polvo, miles de partículas de polvo que se desplazaban como minúsculos planetas.