José Gregorio González Márquez
El
futuro de la lectura, vivencia de la escritura
Quienes amamos la lectura no concebimos la vida sin un libro. El formato físico ha dominado por siglos el campo del saber y la imaginación. El olor a tinta provoca un efecto energizante en quien lo compra nuevo, recién salido de la imprenta. Pero también, sentimos una extraña sensación de desasosiego cuando acudimos a un librero en búsqueda de un ejemplar que queremos adquirir y que no se consigue con facilidad. Las librerías de lance (libros de segunda mano) regentadas por especialistas y conocedores de libro, son espacios donde los tesoros se ocultan y pueden ser encontrados por lectores selectos o aficionados que desean acercarse a la lectura de su predilección.
Libros
nuevos o usados contienen la sabiduría del mundo, juegan con la imaginación del
lector. Proveen de universos infinitos y únicos. Hacen vibrar el alma y
conectan la existencia con los mantras que acercan al hombre con la
espiritualidad, con la divinidad. Siempre nos maravillamos con la presencia del
libro. Cuando abrimos sus puertas nos dejamos arrastrar por un torbellino de
palabras que aparecen y desaparecen mientras crean mundos para nuestro
disfrute. Si, los libros son indispensables en la vida de un lector. García Lorca en una Alocución al pueblo de
Fuente Vaqueros en 1931 refería con gran certeza que: “No sólo de pan vive
el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría
un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí
violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin
nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a
gritos.” Es un reclamo del poeta que precisa lo importante que es un libro
para el hombre. La libertad de pensamiento y con ella la posibilidad de
acercarnos a la emancipación definitiva. El derecho a acceder al libro tiene
que ser universal. El libro no puede ser un instrumento acogido por las élites para
ser usado como elemento de dominación. La palabra contenida en sus páginas
tiene que fungir como puente para alcanzar la sabiduría en su plenitud. Hubo y
hay quienes queman libros. Lo hacen porque en ellos está contenido el poder que
desacraliza, que destierra los regímenes totalitarios y derrota a los enemigos
de la humanidad. Es la misma palabra que teje amores, desamores, cantos de
cuna, poemas libertarios, cuentos de terror y misterio y hasta novelas
fragmentadas. (Cortázar con Rayuela). Pero también la que conserva la memoria
histórica de la humanidad. Esa que nos
nombra seres pensantes, individuos capaces de crear con un número limitado de
letras, millares de palabras. Son signos que se encadenan, se mezclan, se
confabulan para abrir la puerta de la imaginación.
Pero,
está en peligro la lectura y por extensión la escritura. Ya sabemos que estos
procesos de comunicación representan el culmen del intercambio comunicacional.
El uso social de la lengua es fundamental para los seres humanos. Usamos el
lenguaje en diversas situaciones comunicativas considerando por supuesto, el
contexto, la relación entre los hablantes, la intención comunicativa en
concordancia con las normas sociales. Desde la lectura y la escritura, se
promociona ese uso social. Un buen lector será siempre un buen escritor y un
excelente comunicador.
El
avance de la tecnología, la aparición de innumerables aparatos electrónicos, la
internet y ahora la Inteligencia artificial pareciera que se confabulan no solo
para desaparecer el libro físico sino también arrasar con la lectura y
escritura. Si bien, en estos momentos los formatos físicos y digitales conviven
quién puede garantizar que esto siga siendo así dentro de cincuenta o cien
años. Ya se ha escrito mucho sobre este tema. Las propuestas asumen posiciones
encontradas. Lo cierto es que la tecnología domina la mayor parte de los
espacios cotidianos de la sociedad. Miren a su alrededor. Los teléfonos, las
computadoras, lectores digitales y otros conviven con nosotros, nos atrapan
mientras el tiempo inmisericorde agota los días. Dejamos atrás las horas en tanto,
desplegamos la mirada en la pantalla que nos asume como sus esclavos. Esa es la
realidad. Si. Leemos en la pantalla. ¿Pero a qué accedemos?
Por
supuesto, tenemos que diferenciar los tipos de lectores. Sin querer establecer
una tipología, hablemos de lectores conservadores y digitales (denominados
antes, nativos digitales.). Quienes ya tenemos bastantes años de vida amamos
leer en físico. Los que han nacido con la tecnología, leen en digital. La
lectura en la pantalla comienza a dominar espacios. Se dilucidan épocas más
cercanas a los dispositivos electrónicos. Hoy cuando entramos en internet y nos
enfrentamos a los miles de millones de páginas que saturan la red, leemos de
manera fragmentada. Y no como lo hacemos con Rayuela, la novela insigne de Cortázar
en la que el lector pone un orden o acepta las propuestas del autor. La
fragmentación de las páginas web conducen al que lee por innumerables
laberintos. Hoy esclavizan los creadores de contenido. Suben a la red historias
para ser leídas en minutos pero que en realidad captan al lector y lo hacen pasar
horas frente al teléfono o el ordenador. Estas historias contienen numerosos link
que dispersan la atención del lector hacia otros estadios, a otras fuentes de
información y a temas nuevos.
La
lectura tiene un futuro un tanto borrascoso. Probablemente no sea como hoy la
pensamos, vivimos y extrañamos. Quizás el cariz que tome se acerque más a lo
mecánico. Las historias permanecerán arrumadas en libros físicos, abandonadas
en los anaqueles de viejas bibliotecas, con sus personajes durmiendo un largo
sueño del que tal vez no despierten. Puede ser un escenario apocalíptico, catastrófico,
pero tiene visos de realidad. Es indudable que afectará a las generaciones
futuras. Tal vez el cerebro involucione porque ya no será necesario alcanzar
los niveles de abstracción que usa cuando participa de una lectura recreativa,
inferencial, crítica, lúdica o informativa. Esta es una realidad que afectará el
mundo y solo será posible cambiarla si nos adaptamos a ella, intentando
conservar hábitos lectores. Representa entonces, un gran desafío para América y
el resto del orbe. La escuela, los medios de comunicación, las editoriales, los
escritores, la familia, los mediadores y tantos otros que tienen
responsabilidad con los procesos de lectura y escritura, están obligados a
participar del rescate de nuestros libros, de la lengua y de los sistemas
autónomos de comunicación que tenemos.
La literatura infantil. Desafíos en Latinoamérica
La
literatura infantil y juvenil (LIJ) es la más vendida en los mercados de
Latinoamérica. El ecosistema del libro está dominado por las grandes casas
editoriales. En América, las trasnacionales han adquirido o arropado a muchas
editoriales pequeñas para imponerse en el mercado local. La LIJ se ha visto
afectada por esta situación y a los escritores se les dificulta conseguir donde
publicar sus obras. Alejandro Dujovne en su libro el ecosistema del libro en Iberoamérica,
un estado de la cuestión publicado por el Centro Regional para el Fomento del
Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc) refiere algunos datos
interesantes acerca de ese ecosistema: De
acuerdo con la mirada de los referentes consultados, la principal
característica de los mercados editoriales iberoamericanos es su fuerte
polarización: por un lado, existen dos grandes grupos que concentran una
porción variable, pero muy significativa, de cada uno de los mercados
editoriales nacionales, y, por el otro, “muchos proyectos pequeños que no
pueden o no quieren crecer”. Entre un polo y otro hay “una franja cada vez más
estrecha de editoriales medianas que están en tensión”. Para estas últimas,
crecer implica incrementar costos y perder la ligereza y flexibilidad de las
pequeñas, sin por ello alcanzar el desarrollo ni la estructura necesarias para
competir con las grandes.
Es
importante entender que las casas editoras apuestan a los temas que consideran
vendibles. Y, por lo tanto, desechan toda propuesta que se salga de las normas
que imponen. La LIJ, no escapa a estas imposiciones. Se valen de múltiples acciones para manejar el
mercado. Lo importante es vender. Muchas personas creen que las editoriales
consideran las necesidades de los niños. Sus intereses. Esto no es cierto.
Imponen temas, se autocensuran de acuerdo al país donde estén y estudian el
mercado para mantener la venta de sus libros. La llegada de la pandemia
prácticamente cerró la producción editorial. Luego de superada esta, se dio un
crecimiento del mercado lo que originó el acercamiento de libros para niños a
hogares y escuelas.
Desafíos
para América Latina
1. La
escuela es el lugar idóneo, después, del hogar para promocionar la lectura. El
rol del docente debe ser de promotor. Desde el aula de clase tienen que asumir
el trabajo de la LIJ como impostergable. Pero, también tiene que pregonar con
el ejemplo. Los docentes tienen que ser los mejores lectores del mundo.
Fomentar el hábito lector desde edades tempranas permite formar lectores
críticos y comprometidos. Sin embargo, en muchos contextos, la lectura es
percibida como una actividad obligatoria y poco atractiva, lo que dificulta el
desarrollo del gusto por leer.
2. Otro elemento a considerar
es que la LIJ se adapte a nuevos formatos tecnológicos. La era digital avanza y
con él, las nuevas formas de comunicación. Es importante darle un buen uso a
teléfonos y computadores y aprovecharlas para ganar terreno en el proceso
lector. A pesar de los miedos que generan esos avances tecnológicos, ellos son
los que en definitiva de impondrán.
3. Es
importante mejorar la distribución de libros para que lleguen a todos los
rincones de los países. Permitir que los niños puedan acceder al libro de LIJ
tiene que ser un compromiso asumido por instituciones oficiales y gobiernos
nacionales junto con las las editoriales.
4. Las
bibliotecas son bastiones para promocionar la lectura y escritura de LIJ. Por
lo tanto, hay que dotarlas de textos que se usen recrear, enseñar, referenciar.
Volver a las bibliotecas permite rescatar no solo sus funciones sino generar
espacios de encuentro y reuniones para compartir la sabiduría y el
conocimiento.
5. Otro
desafío interesante es reconocer el trabajo de los escritores. Asimismo, dar
oportunidad a quienes se inician en el campo de la escritura para niños. Por
supuesto, considerando la calidad de la obra.
6.
Derrumbar la censura, no aceptar la imposición de temáticas particulares. En la
literatura infantil cualquier tema se puede abordar para referenciárselo a los
niños.
7. Crear
espacios para la promoción de la lectura. Estos pueden ser convencionales y no
convencionales. Con ello se puede permitir el acceso lector a niños internados
en hospitales, por ejemplo.
Sabemos
que la lectura de literatura infantil y juvenil escasea en los espacios
escolares y que además en los hogares poca atención se da al proceso lector. Tenemos la certeza que la tecnología está
desplazando los formatos físicos para favorecer a los digitales y que las
bibliotecas están cerrando por falta de lectores. Se constituye en un desafío
entonces, afrontar las limitantes y encarar el futuro desde el deseo inmenso de
amar los libros y refrendarlos como únicos testigos de la historia de la
humanidad.
Referencias
bibliográficas
Dujovne,
A. (2022). El ecosistema del libro en Iberoamérica, un estado de la cuestión.
Colombia: CERLALC.
Lorca,
F. (2014). Medio pan y un libro. Teoría del duende. Caracas. Editorial el perro
y la rana.
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