José
Gregorio González Márquez
Desde
la memoria, la humanidad recrea todos los acontecimientos surgidos en el
devenir del tiempo y que marcan sus pasos por la historia. Los pueblos guardan
entre las paredes de sus casas, en los resquicios de su pensamiento los recuerdos que cada tanto, son rememorados
para afianzar sus identidades y sus huellas perennes.
El
rescate de la crónica, se convierte en estos momentos históricos en un deber
fundamental de todo ciudadano. El conocimiento ancestral, la historia oral y la
palabra escrita están en peligro y pueden desaparecer de nuestra geografía
humana. Olvidar los tiempos idos y su historia implica borrar la memoria y
desconocer nuestros ancestros. Es imperante entonces rescatar la memoria
colectiva para reafirmar los rasgos que identifican a cada pueblo y mantener
los hilos que unen al pasado histórico.
Gabriel Saldivia, pedagogo, poeta y narrador, entrega el libro Kanko
y Ventarrón editado por la Fundación Editorial el perro y la rana. Cuento
concebido para niños y niñas, relata pasajes de la vida de la ciudad de El
Tocuyo por los años cincuenta del siglo pasado. La crónica cuenta las
vicisitudes de sus habitantes por el azote a que son sometidos por los dos
amigos cuando hacen uso de su fuerza descomunal.
Con
visos fantásticos y reales, Saldivia refiere la historia de dos personajes que
deambulan por las calles del pueblo creando caos y temor. La tranquilidad de El
Tocuyo se ve alterada cuando hacen su aparición Kanko y Ventarrón dos seres de
fuerzas arrolladoras.
Afirma
Saldivia que “Sus poderes hacían temblar la tierra y formaban enormes
remolinos de polvo que se llevaban todo por los aires. Kanko decía que su
fortaleza venía del fondo de su negra cabellera enmarañada y de su sangre que
circulaba, decían los vecinos, como lava humeante por sus gruesas venas”.
Personajes que presentan las características del héroe bíblico Sansón con la
concentración de su fuerzas en el cabello.
“Ventarrón juraba que sus desbordadas energías venían de torbellinos,
relámpagos, truenos y huracanes. Sus cabellos parecían juncos o lianas
balanceándose desde las alturas de los árboles”.
Alrededor
de Kanko y Ventarrón, Saldivia recrea numerosos personajes de El Tocuyo, una
manera de mantener viva la historia de la ciudad. Ramón el cuentero, Mujica el
Bachaco, Antonio el Mazorca, Juana María la Rezandera, Alfredo el Arepero,
Enrique el Relojero,el señor Bennotto, Jesús María, Sabá el Arabito y Julio el
Guayabo rememoran las calles olvidadas y sus ocupaciones en un ámbito quizás
monótono y apacible donde la existencia transcurre bajo el calor de la
sensibilidad telúrica. Nombres que acompaña con sus actividades laborales y que
identifican el oficio de cada uno de ellos.
Las
peleas simuladas de Kanko y Ventarrón acercan el quehacer diario del El Tocuyo
de entonces. Describe Gabriel Saldivia no solo las peripecias de sus
protagonistas sino también reconfigura el lugar como asiento de vida y de permanencia en el tiempo. “Los
encuentros… se hicieron comunes y reiterados
en la avenida Lisandro Alvarado, vía principal de la ciudad. Pero fueron
los acontecimientos del mes de agosto de 1950 los que por siempre quedaron en
la memoria de todos. De los sucesos de ese día aún podemos ver en viejas
fotografías las fachadas en escombros de casas y negocios, luego de aquellos
ronquidos telúricos acompañados de los ensordecedores silbidos del viento”.
La
serie de hechos asombrosos que originan los titanes son contados con un
lenguaje poético cercano a la poesía telúrica. La tierra, el lugar de
convivencia, las acciones y los personajes se conjugan para asentar en la
escritura los recuerdos colectivos de una época distante pero cercana a la vida
de su autor.
La
historia de Kanko y Ventarrón resulta
quizás una excusa de Saldivia para rememorar El Tocuyo del cincuenta; para
adentrarse de nuevo en sus calles y visionar la niñez perdida en su pueblo
natal. El alma de niño permanece en el corazón de poeta. Los recuerdos asumen
desde la nostalgia diversos matices asociados a la vida de provincia. Con Kanko
y Ventarrón se reconfigura parte de la memoria de El Tocuyo; se desliza por las
rendijas del tiempo los días idos, los momentos entrañables plenos de
certidumbres.
Saldivia,
Gabriel, 1956. Kanko y Ventarrón./ Gabriel Saldivia; ilustrado por
Alejandra Herrera. Caracas: Fundación Editorial El perro y la rana, 2019.
(Colección
Caminos del Sur. Serie El Gallo Pelón). 39p.
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