domingo, 29 de marzo de 2020

Kanko y Ventarrón en la memoria de El Tocuyo



José Gregorio González Márquez




Desde la memoria, la humanidad recrea todos los acontecimientos surgidos en el devenir del tiempo y que marcan sus pasos por la historia. Los pueblos guardan entre las paredes de sus casas, en los resquicios de su pensamiento  los recuerdos que cada tanto, son rememorados para afianzar sus identidades y sus huellas perennes.
El rescate de la crónica, se convierte en estos momentos históricos en un deber fundamental de todo ciudadano. El conocimiento ancestral, la historia oral y la palabra escrita están en peligro y pueden desaparecer de nuestra geografía humana. Olvidar los tiempos idos y su historia implica borrar la memoria y desconocer nuestros ancestros. Es imperante entonces rescatar la memoria colectiva para reafirmar los rasgos que identifican a cada pueblo y mantener los hilos que unen al pasado histórico.

Gabriel Saldivia, pedagogo, poeta y narrador, entrega el libro Kanko y Ventarrón editado por la Fundación Editorial el perro y la rana. Cuento concebido para niños y niñas, relata pasajes de la vida de la ciudad de El Tocuyo por los años cincuenta del siglo pasado. La crónica cuenta las vicisitudes de sus habitantes por el azote a que son sometidos por los dos amigos cuando hacen uso de su fuerza descomunal.
Con visos fantásticos y reales, Saldivia refiere la historia de dos personajes que deambulan por las calles del pueblo creando caos y temor. La tranquilidad de El Tocuyo se ve alterada cuando hacen su aparición Kanko y Ventarrón dos seres de fuerzas arrolladoras.
Afirma Saldivia que “Sus poderes hacían temblar la tierra y formaban enormes remolinos de polvo que se llevaban todo por los aires. Kanko decía que su fortaleza venía del fondo de su negra cabellera enmarañada y de su sangre que circulaba, decían los vecinos, como lava humeante por sus gruesas venas”. Personajes que presentan las características del héroe bíblico Sansón con la concentración de su fuerzas en el cabello.  “Ventarrón juraba que sus desbordadas energías venían de torbellinos, relámpagos, truenos y huracanes. Sus cabellos parecían juncos o lianas balanceándose desde las alturas de los árboles”.
Alrededor de Kanko y Ventarrón, Saldivia recrea numerosos personajes de El Tocuyo, una manera de mantener viva la historia de la ciudad. Ramón el cuentero, Mujica el Bachaco, Antonio el Mazorca, Juana María la Rezandera, Alfredo el Arepero, Enrique el Relojero,el señor Bennotto, Jesús María, Sabá el Arabito y Julio el Guayabo rememoran las calles olvidadas y sus ocupaciones en un ámbito quizás monótono y apacible donde la existencia transcurre bajo el calor de la sensibilidad telúrica. Nombres que acompaña con sus actividades laborales y que identifican el oficio de cada uno de ellos.
Las peleas simuladas de Kanko y Ventarrón acercan el quehacer diario del El Tocuyo de entonces. Describe Gabriel Saldivia no solo las peripecias de sus protagonistas sino también reconfigura el lugar como asiento  de vida y de permanencia en el tiempo. “Los encuentros… se hicieron comunes y reiterados  en la avenida Lisandro Alvarado, vía principal de la ciudad. Pero fueron los acontecimientos del mes de agosto de 1950 los que por siempre quedaron en la memoria de todos. De los sucesos de ese día aún podemos ver en viejas fotografías las fachadas en escombros de casas y negocios, luego de aquellos ronquidos telúricos acompañados de los ensordecedores silbidos del viento”.
La serie de hechos asombrosos que originan los titanes son contados con un lenguaje poético cercano a la poesía telúrica. La tierra, el lugar de convivencia, las acciones y los personajes se conjugan para asentar en la escritura los recuerdos colectivos de una época distante pero cercana a la vida de su autor.
La historia de  Kanko y Ventarrón resulta quizás una excusa de Saldivia para rememorar El Tocuyo del cincuenta; para adentrarse de nuevo en sus calles y visionar la niñez perdida en su pueblo natal. El alma de niño permanece en el corazón de poeta. Los recuerdos asumen desde la nostalgia diversos matices asociados a la vida de provincia. Con Kanko y Ventarrón se reconfigura parte de la memoria de El Tocuyo; se desliza por las rendijas del tiempo los días idos, los momentos entrañables plenos de certidumbres.

Saldivia, Gabriel, 1956. Kanko y Ventarrón./ Gabriel Saldivia; ilustrado por Alejandra Herrera. Caracas: Fundación Editorial El perro y la rana, 2019.
(Colección Caminos del Sur. Serie El Gallo Pelón). 39p.


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