José
Gregorio González Márquez
Poeta Eucario Del Jesús Garcia Rivas |
Vasili
Sujomlinski ucraniano, pedagogo del amor, y escritor en su trabajo El corazón lo entrego a los niños,
revisa desde su práctica pedagógica el aprendizaje de los pequeños. La escuela
que propone es enteramente bajo el cielo. A partir de la observación del
entorno rural, origina diversas visiones para enfrentar la vida al conocer la
utilidad de cada cosa. Para Sujomlinski, la literatura actúa como hilo
conductor de todo aprendizaje. Así propone: “El cuento es, valga la metáfora, el viento fresco que aviva la brasa
del pensamiento y el habla del niño. A los niños no solo les gusta escuchar un
cuento. Lo crean.”
La
lectura está presente de manera
indiscutible en su propuesta pedagógica. Leer no es solo decodificar signos,
símbolos. Se lee desde el río que transita su cauce hasta las aves que
atraviesan el cielo del atardecer cuando buscan sus nidos. Dice Vasili: “Yo quería que
antes de abrir un libro, antes
de silabear la primera palabra, los muchachos leyeran las páginas del libro más
portentoso del mundo: el libro de la naturaleza” Hermosa sentencia plausible de ser imitada en
cada escuela.
En
Venezuela, la presencia del poeta y maestro Eucario Del Jesús García Rivas pasa
desapercibida. Con un trabajo pedagógico similar al de Vasili Sujomlinski,
quizás solo sea recordado por quienes
tuvieron la dicha de ser sus alumnos. Sin embargo, su legado estamos seguros,
se multiplicará. Amigo amoroso y
conocedor del Orinoco y sus afluentes, cantó con reverencia a sus aguas. “Yo soy el río/ dijo el río/ un día junto a
un pez/ y en su corriente metió una son de risa/ mas la lluvia sonrió con
picardía./ Pero el río volvió y le dijo:/ “yo soy el río”/ y la envolvió en sus
aguas.”/ Poema sencillo pero con una
carga metafórica que seguramente encanta a cualquier niño o adulto.
El libro Kaituco y arcilla,
publicado por La Fundación el perro y la rana, constituye un testimonio vívido
de las experiencias pedagógicas de García Rivas. Asumir elementos naturales como
medios para acercarse al niño resulta inigualable. El conocimiento se apropia a
partir de la observación. Tocar, palpar, mirar, ver la naturaleza implica
comprender la magnitud del acto creador. Los métodos nada convencionales con
los que Eucario acercaba a los niños al conocimiento eran contemplados con
recelo. Él lo cuenta en este libro.
En el texto Los
muchachos de sexto grado y la radio, relata: Francisco Panqueba corría por el salón, se metía por debajo de las
mesas y pupitres. Ese fue el sexto grado que recibí como maestro. Todo así como
raro. Clásico alumno desordenado y que no hace caso a sus maestros. A veces
difícil de tratar por su comportamiento. Sin embargo, Eucario logra interesarlo
por los estudios luego de hacer un plan para atacar el poco interés que existía
para atender la lectura y las matemáticas. La mística y la paciencia además de
su infinito amor por los niños le permitieron superar situaciones como la
relatada. El poeta estaba claro en su labor. Incorporar a padres y
representantes a la educación de sus hijos era prioritario para lograr las
metras propuestas.
La arcilla es un
elemento natural que está presente en la historia de las civilizaciones. Sus
propiedades plásticas, utilitarias y místicas lo determinan como actor
fundamental de la historia. La arcilla
está referenciada en la Biblia. En el libro del Génesis Capítulo 2, 7 dice: “Entonces Yavé Dios formó al hombre con
polvo de la tierra; luego sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre
tuvo aliento y vida” puede considerarse la cita bíblica como un
reconocimiento, un elogio a la tierra, la arcilla. Pero además de la biblia, se
destaca en diversos textos y religiones la importancia de la arcilla para la
cultura del mundo. En la mitología babilónica, sumeria, egipcia, griega, China
y hasta la quiché, se consigue la presencia de alfareros – dios, divinidad –
que moldea los seres vivos, entre ellos, los humanos.
Para Eucario Del
Jesús, la presencia del río, de arcilla blanca y amarilla se constituye en una
razón para acercar a sus alumnos no solo al arte sino también al cordón
umbilical que une al hombre con la tierra. Modelar figuras supone limpiar la
arcilla, sacarle la basura y amasarla para que adopte la suavidad necesaria. En
el cuento Arcilla del río, narra
todo este proceso. Un paseo con clase incluida, momentos de diversión y de
aprendizaje. Observar la vegetación; empoderarse del conocimiento natural,
intercambiar la sabiduría ancestral hace gozar los corazones y animar la
creación de pensamiento. Eucario nos dice: “Fue
una tarea muy rápida. Las muchachas y los muchachos conocían muy bien el río.
Observé la vegetación alrededor. Merey, mango, chaparro y un poco más distante
unas palmeras espinosas. Pregunté cómo se llamaban y Ronald me dijo: “Cubarro”.
“Los
muchachos jugaron un poco antes de salir del río. Al llegar al salón se colocó
la arcilla en una esquina, de manera de no ensuciar el salón. Ya eran las once
y solicité permiso a la Dirección para despachar a los muchachos, estaban
mojados y cansados.”
“Concluida
esa tarea de limpiar, amasar y ordenar dos grupos, se comenzó a elaborar las
piezas, con la orden de que cada quien podía hacer el tipo de pieza que
quisiera o le gustara. Indicándole que “es bueno que piensen en piezas de uso
diario como vasos, tazas u otras cosas. Pero todos son libres de escoger,
pensar y elaborar la pieza a su gusto”.
“Entendí
entonces que había florecido el amor y que los tiestos hechos eran una hermosa
oportunidad para el aprendizaje propio, más que para los muchachos, eran para
mí. Los muchachos y muchachas se abrazaron, dieron gracias a la maestra Nilda y
a Minca y les invitaron para la exposición el otro día. Habían hecho bellezas.
Las tazas, los vasos y otras formas parecían hechas por manos profesionales.
Eran delicadas. ¡Un aprendizaje más para todas y todos!”
La fuerza telúrica
amainando ímpetus y generando solidaridad y amor.
El onoto o kaituco es
otro elemento que se relaciona a rituales ancestrales de los indígenas de
América. No solo se utiliza como especia o condimento en la cocina sino que se
usa el pigmento para pintar o dibujar en la cara de guerreros y mujeres figuras
y manchas cuando se realizan ritos o fiestas. El onoto aparece en diversas
etnias ocupando lugares preponderantes de acuerdo a su uso. En el mito Yarabana
sobre el origen de la luna cuenta sobre una muchacha que es asediada por un
joven misterioso. En la mañana cuando quiso conocer a su amante, este ya se
había fugado. La noche siguiente, la muchacha pintó sus senos con onoto en
espera de reconocer al día siguiente a su amante. Se ve la presencia importante
del onoto en este mito.
El poeta García Rivas
aprovecha la presencia de matas de onoto para trabajar las matemáticas pero
además para acercarse a los hogares de sus alumnos. Estas visitas permiten
establecer lazos familiares entre alumnos, padres y maestros. Filiación que será
de provecho en el aprendizaje de los niños. En el texto ¿qué es Kaituco?
narra:
A
cerrar los cuadernos y los libros, señalé:
—Vámonos
a la comunidad a contar cuántas matas de onoto hay en cada casa, y a saludar a
la familia. Cada quien se lleva su cuaderno de tareas. Vamos a anotar cuántas
matas de onoto hay en su casa. Además, cada uno o una de ustedes va a pedir,
¡por favor!, le regalen un manojo de kaituco y, mañana haremos un trabajo que
les va a gustar. Tráiganse ropa vieja, rota o usada, porque se van a manchar.
El
día siguiente, viernes, se dieron las instrucciones. Cada quien debió abrir una
maraca de onoto, manteniendo pulso al abrir, para no mancharse. Misión
imposible.
—Bien,
ahora cuenten cuántas frutas o maracas tiene el manojo de cada quien y lo
anotan en su cuaderno. Repito, cada uno cuenta el suyo y lo anota –les dije.
Ese día llegamos hasta allí. Había que tomar en consideración el cansancio:
Agarra por aquí; cuenta por allá; suma así; resta esta; multiplica esta por
esta; te falta esta; te falta este; cuánto te dio ahora... Emocionante.
Indudablemente
que el trabajo del maestro Eucario promocionó no solo la lectura y la escritura
pues también se adentro en el campo de la matemática. Cuenta en este mismo texto como explicó que
kaituco y onoto son palabras sinónimas. Pero además, les explica porque se le
da diferentes nombres al onoto de acuerdo a la región del país donde se
produzca o consuma.
La
literatura es un referente importante en el libro Kaituco y arcilla. Eucario
Del Jesús aprovecha todo espacio para despertar la curiosidad de los niños. Les
habla sobre escritores venezolanos como Orlando Araujo, Aquiles Nazoa o Andrés
Eloy Blanco. La barca de oro suplemento cultural que circuló en el Diario
Progreso de Ciudad Bolívar se perfiló como un medio de comunicación donde los
niños, niñas, padres y otros colaboradores expresaban sus ideas, sentimientos y
creaciones literarias. Por mucho tiempo ocupó espacios en las conversaciones
cotidianas de la comunidad bolivarense. Extraordinario esfuerzo con visos
quijotescos llevado adelante por el maestro Eucario; pasión liderizada por sus
estudiantes; semillas fertilizadas en el amor a la naturaleza; frutos
compartidos de kaituco a la literatura.
Finalmente escuchemos
la voz del maestro:
Quiero
ver a los niños con sus cuadernos en la brisa; cuadernos de la humanidad.
Quiero
que se vea al chaima, al guarauno, al guaiquerí, a las guarichas paseando por
Caripito a la orilla del caño San Juan, caño con sus olas en rebalse. A las guarichas
pintadas con kaituco; dibujado su rostro lleno de esperanza. Quiero mirar los
ojos de las niñas y niños cuando recogen en el río la arcilla para hacer sus
tazas, potes, vasos, muñequitos y cuentan cuántas semillas tenía cada maraca de
kaituco, sumando maraca tras maraca, sumando semilla tras semilla, sin importar
embarrarse de rojo las manos y el pantalón corto.
Referencias Bibliográficas
García
Rivas, E. (2017). Kaituco y arcilla. Caracas:
Fundación el perro y la rana.
Sujomlinski,
V. (1984) El corazón lo entrego a los
niños. En: Nos interesa todo. Comp. Elizagaray, A. Ciudad de la Habana:
Editorial Gente Nueva.
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