(A propósito de la exposición de los libros de artista en la UNEARTE)
"La
mejor forma de decir, es hacer"
José
Martí
Roger Herrera R
Quizás
en algún antiguo códice Maya exista la sospechosa creencia de que,
tras la escritura de estos textos, no estuvo un sacerdote o un
cronista oficial de la época trazando los signos de su cultura, sino
más bien un artista, alguien capaz de expresar la ilación semántica
del dibujo, el número y la letra.
Glifos,
códigos, números, signos apetecen el papel y la gula de ciertos
creadores, que sin más advierten en cada una de sus propuestas la
impronta de lo insólito, de lo inefable; la búsqueda secreta de un
lenguaje que se divorcie de los cánones establecidos o haga trizas
las ordenanzas y postulados estéticos, para abordar muy "a su
aire" su pertinente aleatoriedad.
Hoy
quisiera referir mi llana expresión, a uno de esos seres que median
entre el sueño y la vigilia al estilo de Alfred Jarry, para luego
apoderarse de esos irregulares territorios donde habita el lenguaje
escrito y las formas visivas de la grafía. Ser que auspicia desde
sus ordenamientos estéticos, la búsqueda infinita del hacer
artístico desde los mecanismos de la imaginación y donde juegan
papel relevante el juego y la seducción de la letra y el ícono
sobre el soporte.
Me
refiero, a la obra síntesis del creador Carlos Yusti (Valencia,
Carabobo, 1959) Aunque parte de los ordenamientos de la plástica y
la literatura, Yusti propicia desde los cauces de la patafísica y la
tentativa imaginaria de Raymond Russel, la dilucidación de un otro
ordenamiento de lo que deberían ser los criterios a la hora de crear
un libro. Sus libros de artistas se exhiben en la Sala Vicente
Gerbasis de la UNEARTE, la muestra se inauguró el 9 de mayo del
2017. El objeto estético libro es para Yusti, un objeto sin fin.
Esta pertinencia tiene íntima relación con la búsqueda y llenado
del hueco en la alegoría. El llenado, es lo que produce en el
artista plenitud y en el espectador no sólo el goce sino que entra
en empatía y se deja seducir, por lo inacabado, por el accidente; la
obra de Yusti está a contra-corriente de las formas lógicas de
hacer. No en vano su relación aleatoria con los logogrifos y
logolalias de Samuel Robinson y por ende su relación con Antonin
Artaud, padre escatológico de las formas de escisión entre
naturaleza y cultura y quién además hace voces contra "los
suicidados de la sociedad".
Estos
seres sin par, conforman una fauna inédita y fuera de lugar que
desde sus particularidades y sus extravagantes formas de vida, nos
legaron un conjunto de propuestas estéticas donde se conjugan el
código escrito y la imagen visual, de dichos ejemplos podemos
destacar, las singulares logografías o logolalias logradas por Simón
Rodríguez en el s. XIX, donde letra e imagen visiva se articulan en
el soporte, creando zonas de tensión, donde la palabra que hace las
veces de signo gráfico, para transportar un mensaje que va de la
mano con la impronta oral-escrita y del dibujo. Esto sin atropellarse
y sin dar lugar a equívocos en los terrenos de la comunicación,
para darle una configuración dibujística al asunto tratado. Esta
experiencia no podría destilare en este escrito, si no exorcizáramos
la oportunidad de aludir a un Arthur Rimbaud en el libro "Una
temporada en el infierno" y aludiéramos su obsesión por
conjurar palabra y color al unísono con la música proyectada en su
prosa poética. Más adelante los futuristas darán cuenta de "las
palabras en libertad", la irrupción de los aspectos fonológicos
y la ruptura con la sintaxis. Esta herencia redundará en los
espectáculos dada y sus disparatadas postulaciones, sus cantos en
contra de la guerra implementados a través del absurdo,
manifestaciones que servirán de fuente de inspiración a las
argucias y deliberaciones generadas desde el humor negro surrealista
a partir del legado de sus manifiestos. pero cabe destacar, que de
ellos el que abre las puertas a novedosas formas de escribir el
dibujo y dibujar la palabra es Antonin Artaud. Un gran abanico de
creadores, han transitado por los espacios de "la ciencia de las
soluciones imaginarias, a partir de la virtualidad" es decir la
patafísica, han desandado a su vez por los espacios del arte visivo
o poesía visual, a saber: Ramón Ordaz y Juan Calzadilla. Otro bien
connotado y ya desparecido de esta inmunda realidad, nuestro gran
gurú de la pata de palo: Dámaso Ogaz.
Nuestro
Yusti, propone un discurso, a pesar de no ser único, es esencial, es
orgánico y al realizarlo, no sólo, se plantea enfatizar en el
hechizo entre espectador y obra o entre el ser y el hacer. Él nos
brinda la oportunidad unívoca de encontrarnos con la secreta
palabra, con nuestros códigos ocultos, donde cada vez que hace un
llamado a la creación del libro sin fin a partir de lo imaginario.
Nos involucra, no sólo en la praxis de su laboratorio logográfico,
sino que en franca conversación peripatética con nuestro Simón
Rodríguez, nos advierte: "El fin último de la Educación es la
sociabilidad, para hacer menos penosa la vida.". la sustancia
última de estos poemas, dibujos, colores, sonidos, papeles,
cartones, emociones, gritos, alegorías, secretos, estallidos y
perplejidades, es hacer más sociable al libro y dar mayor
sociabilidad a nuestras vidas.
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