sábado, 12 de noviembre de 2011

El compromiso de vida en la poesía de César Uzcátegui Mantilla

 
José Gregorio González Márquez

La Miseria. Cristóbal Rojas. (1858-1890)
La poesía revela a través de la palabra la interioridad del poeta. Así la palabra se transforma en la imagen ancestral del hombre, en el vínculo indivisible entre el universo de las metáforas y la vida cotidiana. La poesía camina por diversas vertientes; su sonoridad no está atada a paradigmas ni modas – aún cuando en ocasiones han tratado de encasillarla – sino que transita desde el corazón del poeta hacia mundos insospechados. El poema
trasciende la escritura para fijarse una residencia: el mundo donde la voz se desliga de la vertiginosa presencia de los cánones humanos y se siembra en la belleza del quehacer diario.
En el poemario Plazo fijo para vivir de César Uzcátegui Mantilla la cotidianidad de una ciudad donde muchos de sus habitantes sobreviven al margen de la sociedad, es pintada con metáforas que ilustran la efervescencia, el calor humano, la osadía de haber nacido en un territorio en el que se lucha en espera de un futuro quizás más promisorio. /Una mujer pluralista / es una calle sin esquinas / ella con sus tareas declaradas de hogar y bisutería/ no se percata que el sol cambia / antes de la fecha indicada/. Este texto nos acerca a la vida común de la mujer caraqueña tal vez, sólo que el tratamiento dado a ella está enmarcado en la constante transformación política que se vive. En el poema demagogia Uzcátegui Mantilla intenta comparar los halagos que están presentes en la política y en el amor; desentraña el poder presente en el sentimiento del hombre cuando ama: /El amor es como la democracia/ no es exacto/ presenta dificultades/ cultiva ilusiones/ es restaurador/ a veces demagógico/.
La ciudad como memoria diaria y caudal de experiencias inciertas se nutre de los entes que le son más fieles. Sin pecar de panfletario el autor asume la defensa de esos seres que generalmente están segregados por las pocas posibilidades económicas, los enfrenta a sus propias ilusiones y desencantos para llevarlos de la realidad hasta universo de la palabra. Los desamparados, los niños abandonados, los buhoneros, los políticos de oficio, los amantes furtivos, los godos y oligarcas, las niñas bien son personajes retratados en este poemario dentro del espacio vital de la ciudad. En el poema Tendero, el poeta nos dice: /En este país/ los carajitos se convirtieron/ en la vanguardia de las aceras/ en los centinelas realengos/ de una hipócrita ciudadanía/ aquí aprendo a ver colgada mi infancia/ en los pezones enrojecidos de Caracas/.
Otro referente presente en la poesía de César Uzcátegui es el amoroso. Aunque pareciera que sus textos están imbricados por la desolación, debajo de ellos pervive el amor y el desamor; el olvido se difumina entre las nieblas urbanas para afrontar el sentimiento. En Estación de metro nos confiesa: /A dónde me quieres/ a donde debo ir en este instante/ a dónde me estás pensando/ que sigo llegando tarde/ a dónde entras con crimen en la piel/... A dónde quieres que ponga el olvido/ si no te tengo debajo de esta ciudad/ donde los rieles se han llevado/ a cada estación tu nombre/
En Invasiones Bárbaras, segunda parte del libro, el poeta hace suyo el sufrimiento vivido por los pueblos del Medio Oriente. La historia destrozada en pedazos por el imperialismo y que causa dolor y sufrimiento a los más débiles se ve recreada en estos textos. Los civiles, niños, mujeres, ancianos cuyas bajas y destinos inciertos representan lo que hipócritamente denominan los países agresores como “daños colaterales” asumen en la poesía de César la desesperanza de los oprimidos. En Intifada nos dice: /Esa niña de piel aceitunada/ todavía contempla los asentamientos/ de Chatila y Sabra/ todavía/ le prohiben dormir para no soñar/... /ella ha visto como cae su casa/ despaciosamente/ bajo el vuelo de las águilas/ . Más adelante en Ciudad Santa nos expresa: /Faluya duerme tomada desde sus afueras/ con la eternidad en la mezquita/ los hombres en las esquinas de la ciudad/ padecen una mudez milenaria/ protestada desde el cielo/ por los helicópteros/ que apagan la vida por las noches/.

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