jueves, 13 de junio de 2013

EL DOCENTE COMO MEDIADOR DE LA LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL

Dra. Maén Puerta de Pérez.


El presente artículo plantea unas reflexiones sobre el papel del docente como mediador en el proceso de recepción de la literatura infantil. Consideramos que es necesario para el trabajo con el texto literario infantil tener presente las marcas textuales y la comunicación que se establece entre el texto y el receptor, esa dialéctica tan especial que nos produce un encuentro durante la lectura que puede marcarnos como lector para toda la vida. Surge de esta manera la figura del mediador (docente, padres, promotor) que con su apoyo lleve al niño y al joven a superar las barreras que el texto pueda presentar tomando en cuenta sus competencias lingüísticas y literarias.


EL PAPEL DEL DOCENTE COMO MEDIADOR DE LA LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL.


El hombre que lee en silencio accede, por lo menos, a tres experiencias: la experiencia de lo privado, troncado en viaje a la interioridad, a la hondura y riqueza de lo subjetivo; la distancia, desde lo privado, hacia lo público, hacia el mundo, que no es sino la distancia crítica donde se instala la pregunta y la duda; y la experiencia del goce estético por la lectura, lo que Kant denomina “el ejercicio puro de la facultad de sentir” Bravo (2008)

El docente, es un personaje muy especial acerca a un niño o joven al conocimiento y a la lectura, específicamente al encanto que los libros pueden poseer, tiene conciencia histórica del universo y conoce el poder de la lectura, tanto, que trabaja en su promoción constantemente con fervor. No hay situación más placentera que entrar a una morada de libro con el andamiaje anecdótico y la sabiduría de los años, orientado por un verdadero amante de los libros que con confort nos indica el camino para iniciar la aventura de leer.
Los estudios realizados sobre el alcance de la literatura en los niños y su papel en la vida del niño, nos permiten afirmar que se sigue haciendo énfasis en el carácter utilitario de la misma, es decir, prevalece el fin para la cual va a ser utilizada más que el disfrute como creación estética que se le puede ofrecer al niño y al joven, dejando a un lado sus apreciaciones como receptor. Este papel del receptor es fundamental, si entendemos a la literatura como arte, ya que ésta se puede convertir en una desafiante aventura mental, en una exploración de los sentidos que daría real significación a los momentos en que el niño y el joven se acercan a un texto literario.
Este trabajo está orientado por el poder simbólico del discurso literario infantil para fundar universos, recrearlos y generar un espacio en el niño y el joven, por tal razón nos interesamos en indagar sobre el rol del librero como mediador y cómplice del proceso de recepción de la literatura.
1.- El adulto, el niño y el joven dentro del proceso de recepción de la literatura.-
Leer no sólo implica reconocer palabras en un texto, constituye básicamente comprender e interpretar, por lo tanto, esta actividad se presenta como un proceso complejo que requiere de una interacción constante entre el lector, el texto y cuando hablamos de lectores inexpertos, del mediador adulto. Estamos convencidos que es necesario que el adulto que acompañe el proceso de lectura literaria se transforme en un auténtico mediador entre las obras literarias y sus destinatarios, que pueda apoyar el diálogo que se sostiene entre el texto, el autor, el mensaje y el lector.
La palabra es una fiesta que hay que compartir y el adulto puede ser un cómplice de los asombros y la aventura que ella recrea en el niño. El adulto mediador puede motivar la atención del niño y podrá exponerle las vivencias y los gustos que la lectura ha provocado en él, porque el adulto posee el andamiaje para efectuar este enlace entre su comprensión y las posibles elaboraciones de los más jóvenes. Sabemos que la recepción de los niños y jóvenes puede estar limitada por su competencia lectora, su comprensión y por sus relaciones previas con la literatura, y esto de alguna manera podría incidir en la formulación de sus juicios y apreciaciones de un texto literario.
No obstante, actualmente existen algunas investigaciones que versan sobre el poder del niño y su competencia lingüística para seleccionar y escoger materiales, como la de Sánchez (1999) así como los trabajos de Colomer (2005) sobre la importancia del docente como mediador de lecturas para orientar el trabajo con literatura en el aula, de igual manera, existe un aspecto fundamental en el ámbito infantil que no podemos dejar de mencionar y tiene que ver con la recepción, en nuestro caso el niño y el joven como receptor del discurso literario, apoyado en un mediador adulto.
Uno de los teóricos de la Estética de la recepción Ingarden (1989) distingue entre la estructura de la obra literaria como arte y sus concreciones en la lectura y de esos posibles encuentros de los destinatarios con la obra, así mismo, nos habla de dos conceptos que cristalizan su teoría de la recepción como lo son: la concreción y la reconstrucción. La concreción entendida como valor estético y la reconstrucción como valor temático. En la tarea de reconstrucción Ingarden nos habla de “lugares de indeterminación” que existen en toda obra literaria y que el lector en el proceso de recepción de la misma, debe ir completando o construyendo para el texto.
Stierle (1987) por su parte, sostiene que la obra literaria vista desde la recepción estética,
tiene un carácter abierto de significaciones y será la acción del receptor la que actualizará ese carácter abierto. Señala además que: “El sentido de la obra literaria no puede descubrirse ya con el análisis de la obra misma o de la relación de la obra con la realidad, sino sólo con el análisis del proceso de recepción en que la obra, por decirlo así, se exhibe en sus múltiples facetas” (p. 92).
Para el trabajo con el texto infantil es necesario tener presente las marcas textuales y la comunicación que se establece entre el texto y el receptor, esa dialéctica tan especial que nos produce un encuentro durante la lectura que puede marcarnos como lector para toda la vida. Surge de esta manera la figura del mediador ( padre, maestro ,promotor) que puede parafraseando a Colomer (2005) servir de escalera para ayudar al niño y al joven abordar un texto, un pasamanos que con cierto apoyo lo lleve a superar las barreras que el texto pueda presentar teniendo en cuenta sus competencias lingüísticas y literarias. Esta autora señala que: “compartir las obras con las demás personas es importante porque hace posible beneficiarse de la competencia de los otros para construir el sentido y obtener placer de entender más y mejor los libros. También porque hace experimentar la literatura en su dimensión socializadora, permitiendo que uno se sienta parte de una comunidad de lectores con referentes y complicidades mutuas”. (p.194).El hacer más social la literatura para el niño y el joven y compartir su recepción y sus construcciones puede abrir un camino para fortalecer el interés presentado por ellos.
La experiencia artística le permite al niño una reconstrucción de la realidad; la creación literaria en tanto, le brinda la posibilidad de vincularse con la palabra, la imagen, y el sonido, así como, disfrutar, a través de un juego, del goce de la alteridad, es decir, ponerse en el papel del otro, de asumir un personaje a través de planos de identificación, de disfrutar de la ficción, diferenciándola de la realidad. La palabra para el niño se transforma en un elemento que comporta un significado, una imagen, una representación del mundo, que en momentos puede requerir de explicaciones y acotaciones por parte del adulto mediador.
Por eso es necesario visualizar a la mediación como una tarea que además de facilitar el ejercicio de elección de las lecturas respecto al análisis del discurso y su funcionalidad estética, tome en cuenta al niño y al joven como receptores. Es fundamental tener un conocimiento de la niñez y de la adolescencia, para conocer sus intereses y tener en cuenta su condición de sujetos portadores de imaginarios.
2.- La literatura: redimensión del concepto.-
El tratamiento que se le ha dado tradicionalmente a la Literatura infantil y juvenil ha ido creando una barrera artificial entre lo que se escribe para niños y jóvenes y lo que se escribe para adultos, aunque ya desde hace tiempo, la voz de algunos creadores como Martí nos decía que las dos formas de escritura: la infantil y la adulta, deben ser ante todo literatura. Si nos empeñamos en que la Literatura Infantil y juvenil no este presente como arte propiamente dicho en la vida del niño y joven quedaran marginada y relegada a la condición de subgénero, dejando a un lado su auténtica calidad literaria y relevancia cultural.
El hecho de considerar a la literatura infantil como literatura, es una discusión aparentemente superada hoy en día, dentro del marco de la Teoría y la fundamentación de la literatura Infantil y juvenil. Sabemos que el poder del lenguaje poético permite una comunicación artística con el receptor, y este aspecto es de suma importancia para los trabajos con literatura.
Eco (1979), nos dice que cada obra postula su lector y espera de él respuestas interpretativas que le permitirán ir actualizando el texto en su proceso de recepción. El goce y la comprensión que el texto literario provoca en el niño y el joven son elementos que nos acercan a su proceso de recepción, la selección que ellos hagan del material literario de acuerdo a sus intereses marcará un patrón determinante para su vinculación con la literatura, así como el manejo que tenga el docente del texto, para entablar un camino de referencias que sirvan de plataforma para sustentar el proceso de lectura.
3.- La mirada del receptor.-
La relación lúdica de la ficción y la realidad, hace que la lectura se muestre como un proceso activo que puede ser experimentado de forma placentera por los niños los jóvenes y el adulto mediador. Aspectos como: los tipos de identificación y apropiación de la literatura por parte del niño y el joven lector, las comparaciones inmediatas con situaciones vividas, la reelaboración de la historia, las inferencias, y los deseos de representación que previamente hemos estudiado en otros trabajos sobre la recepción estética en el ámbito infantil (Puerta 2004) son los que nos van a permitir sumergirnos en sus mundos privados intentándonos acercarnos a ellos.
La experiencia en la realización de talleres de literatura con niños y jóvenes nos ha dado la oportunidad de compartir apoyar un el señalamiento de algunos autores quienes marcan determinan la necesidad de crear sistemas de lectura tutelada, para orientar el proceso de lectura y cubrir el vacío que puede existir en la relación entre el texto, el niño y el joven como receptores del discurso literario. Estamos conscientes que participar de la lectura de un texto literario y vivirlo requiere de cierto grado de sensibilidad, así como de disposición para posesionarse de los espacios que la literatura brinda, por esta razón es necesaria la existencia de pautas que puedan servir de apoyo al mediador adulto, en este caso el librero. Éste, por lo tanto, debe convertirse en un real cómplice de las lecturas de niños y jóvenes en
su proceso de recepción, para establecer el puente necesario que generar genere motivaciones e intereses en ellos y que permita hacer de la lectura un camino de goce y de entrega. De esta manera, la lectura tutelada señalada anteriormente puede convertirse en una luz para aproximarnos al complejo mundo de la lectura literaria y crear una estrategia para la promoción de la literatura en los más pequeños que forje a la vez un camino de ida y vuelta entre el lector, el texto y el adulto mediador.
Para concluir, es importante recalcar que es necesario generar un espacio real para la literatura en la vida del niño y del joven que sea “apoyado por un adulto” un lugar en donde predomine un clima de libertad creativa que le permita a éstos actores expresar las vivencias y sentimientos que la lectura provocó en ellos; apuntalado por la figura de un el orientador, que debe conocer el texto literario, haberse encantado con el, para transformarse en un verdadero promotor del desarrollo del gusto estético, que comparta la magia y la aventura de leer con la niñez y la juventud.
Finalmente expondremos una cita de Farias (2002) que recoge el sitial y el sentido real de la literatura en la vida del hombre: “La literatura está en la cultura de la libertad y la libertad es sentirse hombre y parte, poder soñar, llegar a admitir que estamos hechos de la materia de los sueños” (p.75).
Referencia bibliográfica
Colomer, T. (2005). Andar entre libros .La lectura literaria en la Escuela (1ª ed). Méjico: Fondo de Cultura Económica.
Docampo, Xavier (2002) Leer ¿para qué? En: Hablemos de leer. España: Anaya. p. 45-66.
Eco, U. (1979).Lector in fábula. Barcelona: Lumen.
Farias, Juan (2002) En voz alta. En: Hablemos de leer. España: Anaya .p.67-76.
Gadamer, H. (1989).Historia de efectos y aplicación. En: Estética de la recepción. España: Visor. Warning (ed)
Ingarden, R. (1989). Concreción y reconstrucción. En: Estética de la recepción. Rainer Warning (ed). España Madrid: Viso.
Puerta, M. (2004) La recepción estética de la literatura: un estudio explorativo en niños.(Tesis Doctoral en prensa)
- Sánchez, C. (1999) “Discurso literario y Comunicación infantil” En: Literatura y su Didáctica. España: ediciones de la Universidad de Castilla-la Mancha
Stierle,K. (1987). ¿Qué significa “Recepción en los textos de Ficción? En: Mayoral (comp) Estética de la recepción .España: Arco Libros



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