Dra.
Maén Puerta de Pérez.
El
presente artículo plantea unas reflexiones sobre el papel del
docente como mediador en el proceso de recepción de la literatura
infantil. Consideramos que es necesario para el trabajo con el texto
literario infantil tener presente las marcas textuales y la
comunicación que se establece entre el texto y el receptor, esa
dialéctica tan especial que nos produce un encuentro durante la
lectura que puede marcarnos como lector para toda la vida. Surge de
esta manera la figura del mediador (docente, padres, promotor) que
con su apoyo lleve al niño y al joven a superar las barreras que el
texto pueda presentar tomando en cuenta sus competencias lingüísticas
y literarias.
EL PAPEL
DEL DOCENTE COMO MEDIADOR DE LA LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL.
“El
hombre que lee en silencio accede, por lo menos, a tres experiencias:
la experiencia de lo privado, troncado en viaje a la interioridad, a
la hondura y riqueza de lo subjetivo; la distancia, desde lo privado,
hacia lo público, hacia el mundo, que no es sino la distancia
crítica donde se instala la pregunta y la duda; y la experiencia del
goce estético por la lectura, lo que Kant denomina “el ejercicio
puro de la facultad de sentir” Bravo (2008)
El
docente, es un personaje muy especial acerca a un niño o joven al
conocimiento y a la lectura, específicamente al encanto que los
libros pueden poseer, tiene conciencia histórica del universo y
conoce el poder de la lectura, tanto, que trabaja en su promoción
constantemente con fervor. No hay situación más placentera que
entrar a una morada de libro con el andamiaje anecdótico y la
sabiduría de los años, orientado por un verdadero amante de los
libros que con confort nos indica el camino para iniciar la aventura
de leer.
Los
estudios realizados sobre el alcance de la literatura en los niños y
su papel en la vida del niño, nos permiten afirmar que se sigue
haciendo énfasis en el carácter utilitario de la misma, es decir,
prevalece el fin para la cual va a ser utilizada más que el disfrute
como creación estética que se le puede ofrecer al niño y al
joven, dejando a un lado sus apreciaciones como receptor. Este papel
del receptor es fundamental, si entendemos a la literatura como arte,
ya que ésta se puede convertir en una desafiante aventura mental, en
una exploración de los sentidos que daría real significación a los
momentos en que el niño y el joven se acercan a un texto literario.
Este
trabajo está orientado por el poder simbólico del discurso
literario infantil para fundar universos, recrearlos y generar un
espacio en el niño y el joven, por tal razón nos interesamos en
indagar sobre el rol del librero como mediador y cómplice del
proceso de recepción de la literatura.
1.-
El adulto, el niño y el joven dentro del proceso de recepción de
la literatura.-
Leer
no sólo implica reconocer palabras en un texto, constituye
básicamente comprender e interpretar, por lo tanto, esta actividad
se presenta como un proceso complejo que requiere de una interacción
constante entre el lector, el texto y cuando hablamos de lectores
inexpertos, del mediador adulto. Estamos convencidos que es necesario
que el adulto que acompañe el proceso de lectura literaria se
transforme en un auténtico mediador entre las obras literarias y sus
destinatarios, que pueda apoyar el diálogo que se sostiene entre el
texto, el autor, el mensaje y el lector.
La
palabra es una fiesta que hay que compartir y el adulto puede ser un
cómplice de los asombros y la aventura que ella recrea en el niño.
El adulto mediador puede motivar la atención del niño y podrá
exponerle las vivencias y los gustos que la lectura ha provocado en
él, porque el adulto posee el andamiaje para efectuar este enlace
entre su comprensión y las posibles elaboraciones de los más
jóvenes. Sabemos que la recepción de los niños y jóvenes puede
estar limitada por su competencia lectora, su comprensión y por sus
relaciones previas con la literatura, y esto de alguna manera podría
incidir en la formulación de sus juicios y apreciaciones de un texto
literario.
No
obstante, actualmente existen algunas investigaciones que versan
sobre el poder del niño y su competencia lingüística para
seleccionar y escoger materiales, como la de Sánchez (1999) así
como los trabajos de Colomer (2005) sobre la importancia del docente
como mediador de lecturas para orientar el trabajo con literatura en
el aula, de igual manera, existe un aspecto fundamental en el ámbito
infantil que no podemos dejar de mencionar y tiene que ver con la
recepción, en nuestro caso el niño y el joven como receptor del
discurso literario, apoyado en un mediador adulto.
Uno
de los teóricos de la Estética de la recepción Ingarden (1989)
distingue entre la estructura de la obra literaria como arte y sus
concreciones en la lectura y de esos posibles encuentros de los
destinatarios con la obra, así mismo, nos habla de dos conceptos que
cristalizan su teoría de la recepción como lo son: la concreción y
la reconstrucción. La concreción entendida como valor estético y
la reconstrucción como valor temático. En la tarea de
reconstrucción Ingarden nos habla de “lugares de indeterminación”
que existen en toda obra literaria y que el lector en el proceso de
recepción de la misma, debe ir completando o construyendo para el
texto.
Stierle
(1987) por su parte, sostiene que la obra literaria vista desde la
recepción estética,
tiene un carácter abierto de significaciones y
será la acción del receptor la que actualizará ese carácter
abierto. Señala además que: “El sentido de la obra literaria no
puede descubrirse ya con el análisis de la obra misma o de la
relación de la obra con la realidad, sino sólo con el análisis
del proceso de recepción en que la obra, por decirlo así, se exhibe
en sus múltiples facetas” (p. 92).
Para el trabajo con el
texto infantil es necesario tener presente las marcas textuales y la
comunicación que se establece entre el texto y el receptor, esa
dialéctica tan especial que nos produce un encuentro durante la
lectura que puede marcarnos como lector para toda la vida. Surge de
esta manera la figura del mediador ( padre, maestro ,promotor) que
puede
parafraseando a Colomer (2005) servir de escalera para ayudar al niño
y al joven abordar un texto, un pasamanos que con cierto apoyo lo
lleve a superar las barreras que el texto pueda presentar teniendo en
cuenta sus competencias
lingüísticas y literarias. Esta autora señala que: “compartir
las obras con las demás personas es importante porque hace posible
beneficiarse de la competencia de los otros para construir el sentido
y obtener placer de entender más y mejor los libros. También porque
hace experimentar la literatura en su dimensión socializadora,
permitiendo que uno se sienta parte de una comunidad de lectores con
referentes y complicidades mutuas”. (p.194).El hacer más social la
literatura para el niño y el joven y compartir su recepción y sus
construcciones puede abrir un camino para fortalecer el interés
presentado por ellos.
La
experiencia artística le permite al niño una reconstrucción de la
realidad; la creación literaria en tanto, le brinda la posibilidad
de vincularse con la palabra, la imagen, y el sonido, así como,
disfrutar, a través de un juego, del goce de la alteridad, es decir,
ponerse en el papel del otro, de asumir un personaje a través de
planos de identificación, de disfrutar de la ficción,
diferenciándola de la realidad. La palabra para el niño se
transforma en un elemento que comporta un significado, una imagen,
una representación del mundo, que en momentos puede requerir de
explicaciones y acotaciones por parte del adulto mediador.
Por
eso es necesario visualizar a la mediación como una tarea que
además de facilitar el ejercicio de elección de las lecturas
respecto al análisis del discurso y su funcionalidad estética, tome
en cuenta al niño y al joven como receptores. Es fundamental tener
un conocimiento de la niñez y de la adolescencia, para conocer sus
intereses y tener en cuenta su condición de sujetos portadores de
imaginarios.
2.-
La literatura: redimensión del concepto.-
El
tratamiento que se le ha dado tradicionalmente a la Literatura
infantil y juvenil ha ido creando una barrera artificial entre lo que
se escribe para niños y jóvenes y lo que se escribe para adultos,
aunque ya desde hace tiempo, la voz de algunos creadores como Martí
nos decía que las dos formas de escritura: la infantil y la adulta,
deben ser ante todo literatura. Si nos empeñamos en que la
Literatura Infantil y juvenil no este presente como arte
propiamente dicho en la vida del niño y joven quedaran marginada y
relegada a la condición de subgénero, dejando a un lado su
auténtica calidad literaria y relevancia cultural.
El
hecho de considerar a la literatura infantil como literatura, es una
discusión aparentemente superada hoy en día, dentro del marco de la
Teoría y la fundamentación de la literatura Infantil y juvenil.
Sabemos que el poder del lenguaje poético permite una comunicación
artística con el receptor, y este aspecto es de suma importancia
para los trabajos con literatura.
Eco (1979), nos dice que
cada obra postula su lector y espera de él respuestas
interpretativas que le permitirán ir actualizando el texto en su
proceso de recepción. El goce y la comprensión que el texto
literario provoca en el niño y el joven son elementos que nos
acercan a su proceso de recepción, la selección que ellos hagan del
material literario de acuerdo a sus intereses marcará un patrón
determinante para su vinculación con la literatura, así como el
manejo que tenga el docente del texto, para entablar un camino de
referencias que sirvan de plataforma para sustentar el proceso de
lectura.
3.-
La mirada del receptor.-
La relación lúdica de
la ficción y la realidad, hace que la lectura se muestre como un
proceso activo que puede ser experimentado de forma placentera por
los niños los jóvenes y el adulto mediador. Aspectos como: los
tipos de identificación y apropiación de la literatura por parte
del niño y el joven lector, las comparaciones inmediatas con
situaciones vividas, la reelaboración de la historia, las
inferencias, y los deseos de representación que previamente hemos
estudiado en otros trabajos sobre la recepción estética en el
ámbito infantil (Puerta 2004) son los que nos van a permitir
sumergirnos en sus mundos privados intentándonos acercarnos a ellos.
La experiencia en la
realización de talleres de literatura con niños y jóvenes nos ha
dado la oportunidad de compartir apoyar un el señalamiento de
algunos autores quienes marcan determinan la necesidad de crear
sistemas de lectura tutelada, para orientar el proceso de lectura y
cubrir el vacío que puede existir en la relación entre el texto, el
niño y el joven como receptores del discurso literario. Estamos
conscientes que participar de la lectura de un texto literario y
vivirlo requiere de cierto grado de sensibilidad, así como de
disposición para posesionarse de los espacios que la literatura
brinda, por esta razón es necesaria la existencia de pautas que
puedan servir de apoyo al mediador adulto, en este caso el librero.
Éste, por lo tanto, debe convertirse en un real cómplice de las
lecturas de niños y jóvenes en
su proceso de recepción, para
establecer el puente necesario que generar genere motivaciones e
intereses en ellos y que permita hacer de la lectura un camino de
goce y de entrega. De esta manera, la lectura tutelada señalada
anteriormente puede convertirse en una luz para aproximarnos al
complejo mundo de la lectura literaria y crear una estrategia para la
promoción de la literatura en los más pequeños que forje a la vez
un camino de ida y vuelta entre el lector, el texto y el adulto
mediador.
Para concluir, es
importante recalcar que es necesario generar un espacio real para la
literatura en la vida del niño y del joven que sea “apoyado por un
adulto” un lugar en donde predomine un clima de libertad creativa
que le permita a éstos actores expresar las vivencias y sentimientos
que la lectura provocó en ellos; apuntalado por la figura de un el
orientador, que debe conocer el texto literario, haberse encantado
con el, para transformarse en un verdadero promotor del desarrollo
del gusto estético, que comparta la magia y la aventura de leer con
la niñez y la juventud.
Finalmente expondremos
una cita de Farias (2002) que recoge el sitial y el sentido real de
la literatura en la vida del hombre: “La literatura está en la
cultura de la libertad y la libertad es sentirse hombre y parte,
poder soñar, llegar a admitir que estamos hechos de la materia de
los sueños” (p.75).
Referencia bibliográfica
Colomer, T. (2005).
Andar entre libros .La
lectura literaria en la Escuela
(1ª ed). Méjico:
Fondo de Cultura Económica.
Docampo, Xavier (2002)
Leer ¿para qué? En: Hablemos
de leer. España: Anaya. p. 45-66.
Eco, U. (1979).Lector
in fábula.
Barcelona: Lumen.
Farias, Juan (2002)
En voz alta. En: Hablemos de
leer. España: Anaya .p.67-76.
Gadamer, H. (1989).Historia
de efectos y aplicación. En:
Estética de la recepción. España: Visor. Warning (ed)
Ingarden, R. (1989). Concreción
y reconstrucción. En: Estética
de la recepción. Rainer Warning (ed). España Madrid: Viso.
Puerta, M. (2004) La
recepción estética de la literatura: un estudio explorativo en
niños.(Tesis Doctoral en
prensa)
- Sánchez, C. (1999) “Discurso
literario y Comunicación infantil”
En: Literatura y su Didáctica. España: ediciones de la Universidad
de Castilla-la Mancha
Stierle,K. (1987).
¿Qué significa
“Recepción en los textos de Ficción?
En: Mayoral (comp) Estética de la recepción .España: Arco Libros
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