miércoles, 15 de enero de 2014

El amor es un acto de creación


                                                                                                        
                    Yony G. Osorio G.             
 “Toda creación estalla de plenitud. Los dioses crean por exceso de potencia, por desbordamiento de energía. 
(Jorge, C., 2007, p. 20). 
                                                                                             
 

El amor como acto de creación es lo que vamos a encontrar en el libro del poeta  David Figueroa Figueroa, titulado Encuentro con el doliente amor. Su diseño vital gira en torno a la configuración de una especie de “diástole y sístole imaginativas” (Sefamí, J., 1993, p.41). En este caso, el uso que le daremos a esos términos estará asociado al ritmo del corazón poético que se agita en la obra coagulada de poemas, y que sitúan al lector en el espacio lírico del soñador, labrador tenaz de un universo de palabras que sueñan y nos sueñan. De tal modo, se confirma que éste es también el trabajo del poeta, como el mismo lo acentúa: “Soñar es mi trabajo de día como de noche” (Figueroa, F. D., 2012, “Tarde”. p.18). Ahora bien, el encuentro que nos depara es imaginación creadora, amorosa energía conmovedora, la que ordena el laberinto sentimental donde concurren: tristeza, ausencia, nostalgia, distancia, recuerdos, celos, deseos, soledad, misterio, lo paradójico y la incesante memoria. De acuerdo con esto, desde la perspectiva del hablante percibiremos una atmósfera transfiguradora de los objetos, las cosas, los seres animados e inanimados y fenómenos atmosféricos, para que la operación poética del lenguaje actúe con la entrada de la metáfora, de hecho así se ratifica en este verso: “Donde transita la metáfora el ojo se multiplica” (Ibídem: “Rincones”. p. 5).

 Para construir el imaginario que nos propone el poeta David en su Encuentro con el doliente amor, ese torrente verbal cargado de ardor está signado por el hecho de que la palabra está asociada al mito, por tanto, según Mircea Eliade: “Es  pues, siempre, el relato de una creación; se narra cómo algo ha sido producido, ha comenzado a ser.” (Citado por Blanca de González, 2004, p. 31). De allí, de esas “facultades humanas” que posee el hombre para crear toda posibilidad del espíritu, es decir, lugar en donde se conjuga el placer de crear, es de donde parte el poeta David Figueroa Figueroa para emprender un viaje desde la palabra primordial; entonces, su impulso vital es el de retornar al mundo de Eros con sus arcos y flechas, y asumir ser mediador entre el ámbito de lo divino y el de lo humano, así que:
 “El P. transforma lo divino en lo humano y eleva lo humano al nivel de lo divino; el elemento mediador que une estas dos esferas, en el acto de la creación poética, es el lenguaje, el discurso, la palabra del P. (…) los P. ayudan a que las oraciones, deseos y sacrificios de los hombres lleguen a los dioses y reciban la respuesta de los dioses; a su vez los dioses estimulan la creación poética, ayudan a los bardos, les otorgan la clarividencia les transfieren las ofrendas…” (Vladimir N. Toporov, 2002, p. 385-386).
Subrayando en lo anterior, no estaría demás rememorar esa imagen iniciática del dios del amor, la que después será recreada desde la voz interior por el terrenal poeta David en el libro Encuentro con el doliente amor. Veamos pues la nítida y primigenia imagen de Eros desde esta óptica:
       “Al comienzo estaba Noche,…Nyx, en nuestra lengua. También Homero la consideraba una de las diosas más grandes, una diosa ante la cual el mismo Zeus se tiene en sagrado temor reverencial. Según esta historia, ella era un pájaro de alas negras. La antigua Noche concibió del Viento y puso su Huevo plateado en el regazo gigantesco de Oscuridad. Del Huevo brotó el hijo del impetuoso Viento, un dios de alas doradas. Se llama Eros, dios del amor, pero este no es sino uno de sus nombres, el más amable de todos los nombres que este dios portó. …Llamarlo Protógonos significa solamente que fue “el que nació primero” que todos los dioses. Su nombre Fanes explica con exactitud lo que hizo cuando salió del cascarón del Huevo: reveló  y trajo a la luz todo lo que hasta entonces había permanecido oculto en el Huevo de plata; en otras palabras, el mundo entero”. (Karl Kerényi, 1991, p. 24-25). 
Panorámica de otra mirada
 El escritor y poeta David Figueroa Figueroa, del que vamos a escribir estas líneas, cuenta con una obra publicada y otros tantos trabajos inéditos, así como ha obtenido premios y reconocimientos a su labor en la escritura. Sus trabajos poéticos han sido publicados en periódicos y revistas  dentro y fuera del país. Su poemas se encuentran en varias antologías: Jóvenes poetas de Lara y Yaracuy, Caracas (1980); Antología de la poesía yaracuyana, Yaracuy, (1983); Poesía en líneas, Yaracuy (2009); Invitación a la poesía, Argentina (1987); Americanto, Argentina (1993); Los pasajeros del arca, Argentina (1994); El ámbito de la rosa, Argentina (1995); Golosina y caña dulce, Caracas (1999), Antología 27F: Poesía, memoria y revolución, Consulado General de la República Bolivariana de Venezuela en Sao Pablo, Brasil (2010), El corazón de Venezuela, Patria y Poesía (2008). Libros publicados: El amor es una trompeta de sueños (1980), Rondas sin fin (1981), Plural cercanía (1987), Mariposas del sol, Las batallas de Eros (1993), Tiempo de colibrí (1992), Tauroquia (1996), Cuando el río se hacía palmeras (1999), No hay tiempo para el tiempo,  La palabra como un río (2006), Alfabeto de lluvia (2007), Voces del arca (1996), La poesía con sus pupilas milenarias (2008), Río de voces (Antología de poetas yaracuyanas), Creatividad y poesía en acción (2005) (Coautor). Esto sin nombrar sus trabajos en Literatura infantil, pues se conoce que ha participado en los eventos del Encuentro con la Literatura Infantil y Juvenil en Venezuela, coordinado por la escritora Laura Antillano; como también estudios dedicados a este género que aparecen en el espacio Tinta Invisible consagrado y exclusivo para divulgar en Venezuela y para el mundo el mágico universo de la literatura dirigida a niños, adolescentes y jóvenes, dirigida ésta por el docente y escritor José Gregorio González Márquez. Reconocimientos: Premio de poesía Aquiles Nazoa, Anzoátegui, 1985, Premio de Poesía Casa de la Cultura de Guayana, Ciudad Bolívar, 1990, Premio de Poesía Fundación Cultural Barinas, 2004, Premio de Poesía Cada Día un Libro, Caracas, 2004, Premio de Cuento Fundación Cultural Barinas, Barinas, 2005, Primer Concurso Nacional de Poesía Tradicional de Sacven, “Juegos Florales de la Poesía Tradicional, 2007.
“El amor lo multiplica todo”: dos referentes para un encuentro
 A pesar de ese cúmulo de producción escritural, solamente nos referiremos específicamente a dos obras en las que se menciona directamente este tema, ellas son: El amor es una trompeta de sueños (1980) y Las batallas de Eros (1993). Cada una de ellas goza de autonomía en cuanto al tratamiento que se le da a tan complejo asunto. Claro está que en cada una persiste ese impulso esencial llamado Eros o Cupido. Pero no estaría demás apoyarnos en esta imagen si apelamos a Ivonne Bordelois (2007), cuando estamos hablando del lenguaje poético y la carga amorosa que constituye su poder, en este particular, ella afirma que: “Si es verdad que la pulsión de vida, el Eros, es la que vincula al deseo y su objeto, y el placer es la señal certera de su realización, el lenguaje es una de las manifestaciones más evidentes y universales del principio del placer” (p.3). (Bordelois, 2007, p. 3.).
Por otro lado, en El amor es una trompeta de sueños (1980) el “imperio de los sentidos” aplica lingüísticamente, como también la idealización extrema, lo fugaz, lo fragmentario pero condensado, el juego de los espacios en blanco y la brevedad, elementos estos que rigen la estructura del primer poemario, he aquí estos fragmentos:
           “…la   poesía                                                                   
                                   es                                                                             
                                               La   razón eterna.”
                                                           (Ibídem: p. 35/ S/n).
           “…el amor lo multiplica todo.”
                                          (Ibídem: p.55/ S/n).  
 
En la otra línea de trabajo del segundo libro, es decir, Las batallas de Eros (1993),  podríamos afirmar que está conformado por un catálogo de personajes que de una u otra forma han jugado un papel trascendente en la historia, debatiéndose en la voluptuosidad y sus consecuencias donde predomina el humor, el sarcasmo, la ironía, la hipertextualidad, y se entrelazan la prosa y la versificación. En éste la palabra trasciende la memoria que fluye en boca de esos personajes dioses y semidioses resucitados por el verbo. Igualmente, las canciones que vigorizan a estos textos evocan nostalgias, tristezas, ausencias y los precipitados atajos del sentimiento. A manera de conclusión,  estas breves palabras extraídas del prólogo de la ensayista Natividad Barroso son suficientes para determinar la importancia del libro aludido:
“Este libro tan particularmente condimentado ha tomado por  una vereda inundada  de humor pero  sin dejar de incluir referencias a muchas de las tragedias y cambios históricos propiciados por ese misterioso y poderosísimo impulso. Ha sido sazonado con  los géneros de canciones que sí han mantenido permanente contacto con el lado  popularmente romántico –en particular en cuanto al despecho- como son los boleros, rancheras y similares que marcaron y siguen marcando las épocas felices y, en extraña paradoja, terriblemente desdichadas de la adolescencia y primera juventud; etapas imborrables que siempre recordaremos en la madurez y la vejez.  (Figueroa F., D., 1993, p.12). Una pequeña muestra de este poemario cabría para sustentar lo expresado:
“VENUS”
 
        “ Multiplicado el amor, el tiempo se deshoja en la nada.
        Más veloz que Aquiles (el de los pies ligeros), Baco toma las riendas.
        Oculto en el desespero, Marte espera la dama deseada, sin tomar en cuenta
        las miradas del prójimo ni las de su rival.
        Hecho un sátiro anuncia:
 
        Mi corazón gaviota errabunda por tu cuerpo
        como las palmeras al beso del viento.
 
        Renqueando su impotencia, Vulcano (el herrero) siente las aguas de Otelo y con
        la rapidez de un rayo, fabrica una red imperceptible. Donde luego, los amantes
        quedan cautivos como dos tortolitos.
  Blanca de lo blanco, Venus deja ver su montaña dorada. ¿Cuántos ojos clavados
  en aquella zona que fue secreta y pública? ¿Cuánta rabia desbordada en los                                                                                                                                             
        predios del Olimpo?
        Multiplicado el amor el tiempo se deshoja en la nada.
        Más veloz que Aquiles (el de los pies ligeros), Marte vuelve a las andanzas. Hecho
        un sátiro anuncia:
 
        Mi corazón gaviota errabunda por tu cuerpo
        como las palmeras al beso del viento.
 
        En una tasca, angustiado, Vulcano (el herrero) se refugia en el Trío Los Galanes:
        “Una palabra que fue la despedida/me dijiste una noche, una noche que fue/que
        fue para mí, para mí, la locura. /Porque bajo las rosas, lágrimas de tristeza dejé…” (Ibídem: p.77).
 
 
“Donde transita la metáfora el ojo se multiplica”
 
Después de una mirada panorámica a esos dos referentes que fijan una escritura densa sobre lo amoroso, retomemos y reiteramos con Roland Barthes que “Escribir es un modo de Eros…”, y eso es lo que el escritor yaracuyano David Figueroa Figueroa nos confiere en su Encuentro con el doliente amor. Desde ahora en adelante va a funcionar “La palabra tejedora de horizonte” que renueva el discurso amoroso profundizando aún más desde la metáfora (Ibídem: “Poética”. p. 25). Qué más se puede evidenciar en este texto donde la palabra es búsqueda autónoma, voz despojada, maestra de la memoria, testimonio, portadora de voces vegetales y ser en movimiento:
         “Bien cercana una canción se transforma en bandera
          y la sencillez es aquella llama que jamás engaña
          Eso nunca jamás lo olvida la poesía mientras sea poesía
          Es por eso que ella deja el disfraz en la maleta
          Tiene en su poder la multiplicación de los panes
          Posee el juego inconfundible de la metáfora
                                   Es cuando la lejanía es más cercana.” (Ibídem: “Ojos”. p.7).
 
Este discurso amoroso se nutre de otros recursos expresivos que son de uso frecuente en la creación de este imaginario poético. Bien podríamos decir, y creemos no cometer un desatino, que las figuras retóricas embellecedoras del lenguaje poético no escapan al estudio y a la aquilatada destreza del autor en su dilatada experiencia en el medio escolar, claro está, despojada totalmente de un retoricismo: “Deja la retórica le decía la palabra al Olimpo  (Ibídem: “Estrella”. p. 20). Entre las figuras que podemos descubrir tenemos: la humanización, el símil, la paradoja, la anáfora, la hipérbole, la imagen y / o metáfora.
 
                                La metáfora como recurso de fecundidad
 Para no perder de vista la importancia que el escritor David Figueroa Figueroa le otorga a la metáfora como recurso de fecundidad, en donde el amor experimenta un clima de alteración permanente, nos vamos a valer del libro  Creatividad y poesía en acción (2005), escrito a dos manos entre Lilia Margarita de Figueroa y este autor; además, éste incluye en su sección “Antología de lecturas” tres trabajos en torno a la metáfora, ellos son: “Poesía”, Vicente Gerbasi, “Vindicación de la metáfora”, Gabriel Jiménez Emán y “Los tres secretos de la metáfora”, Pedro Mir. Todos ellos consustanciados con este tropo, la metáfora, enriquecedora de la palabra cotidiana, para hacer de ella un… Caballo luminoso, como dice el poeta Gustavo Pereira cuando se refiere a la poesía. En este sentido, se habla de restitución de ese mecanismo que opera desde un hondo psiquismo del hacedor de la palabra o si se prefiere “soñador de palabras” (Juan Carlos Santaella, 1988, p.41). A la luz de estas miradas la imagen y/o la metáfora mantienen la función de trascendencia y autonomía, la que posteriormente es recobrada y se torna médula en la obra Encuentro con el doliente amor. Resulta oportuno a este efecto, realizar el registro y visualizar que en el poema “Estrella” ella connota esa multiplicidad de sentidos reveladores que revalida lo dicho anteriormente:
        “Deja la retórica le decía la palabra al Olimpo
         Acuérdate que tierra somos
                                                        tierra de carne y hueso
         “Jamás pongas en duda que el amor es lámpara encendida
        Que igual es un leño”
                                             Que una luciérnaga
        Que la mujer es aquella estrella convertida en flor
        Deja la retórica repetía la palabra
                                                     Déjala para la filosofía
        Los ríos cantan y jamás han estudiado partituras
                                           Ellos saben perfectamente que tienen oídos
        Aléjate del cuchillo alevoso del qué dirán
                             Y verás que en cualquier calle te espera el verso
        Él sí puede convertir el silencio en cielo
        Ese cielo donde las razas son jardines que bailan
                                                       Con el tambor de la igualdad.” (Ibídem: “Estrella”. p. 20).
 
Ahora bien, para continuar y abonar sobre la metáfora en el proceso creador seleccionamos algunos fragmentos de diferentes escritores, lo que corroborará el valor que adquiere ésta en el Encuentro con el doliente amor. De acuerdo con  Gabriel Jiménez Emán:
        “Se dice que los poemas son metáforas del mundo, y que la vida es una especie de metáfora de lo               sagrado: Vivimos en una transición hacia un mundo superior, que la metáfora nos hace vislumbrar por momentos. Esa maniobra de despertar en nosotros los más ínfimos fantasmas. La literatura es un fantasma, es cierto, pero nos pone en contacto con el otro polo: lo sagrado. Y sentimos: somos dioses rechazados, pensadores en el reino de lo virtual. La metáfora, máxima virtualidad, sobrevivirá a los días. Los dueños de los años jóvenes lo verán” (De Figueroa G. Lilia, 2005, p.183). 
Por otro lado, en el autor de “Mi Padre el inmigrante”, Vicente Gerbasi, hallamos la reafirmación de este acontecimiento que se manifiesta en el acto creador:
“Para el poeta la metáfora es el medio por el cual le es permitido erigirse en mago, en creador. La metáfora eleva la palabra  a una dimensión feérica. Por ellas las percepciones, las vivencias, los objetos se transmutan en representaciones animadas. La metáfora es un juego mediante el cual el espíritu realiza su secreto y sagrado anhelo de transformación y crear. Una bella metáfora es un milagro, y viceversa. (…) Cuando un poeta logra una metáfora, multiplica, desintegra una serie de elementos y los reintegra en un mágico  movimiento del lenguaje, en el que interviene el color, la forma, la música, formando una unidad imprevista” (Ibídem: p.151).
Por su parte, Pedro Mir, aborda ésta desde lo retórico, lo emocional y el fundamento clasista, que confirma la direccionalidad y la abundancia de este recurso, del cual solamente se ofrece un fragmento:
         “La Metáfora es el arma milagrosa de los poetas…Es un fusil, un cañón, una bomba atómica que si se dispara bien no mata ni destruye, sino que transforma el mundo y levanta e ilumina al hombre y su contorno. (…) Pero la retórica nos llevó más lejos y nos reveló, con la catacresis o tropo socializado, todo un mundo de metáforas que iban y venían con nosotros por entre los breñales del tránsito cotidiano. Miles de metáforas que pasaban cada día del recinto individual al uso social. De los domésticos labios del ama de casa, el ámbito multitudinario del municipio. Y así, de las hojas de los árboles, derivamos el origen gracioso de hoja de los libros, hoja de la espada, de la hoja de la navaja, de las hojas de zinc que nos servían de techumbre, de las hojuelas de harina que nos servían de alimento (Ibídem: p.195-196).” 
 
 
 
Balance de una memoria afectiva
Tomaremos en cuenta al ensayista Juan Carlos Santaella (1983), para la comprobación de este recuento de la memoria afectiva, que está implícita en este trabajo del poeta David Figueroa. Así que observamos, una vez leído también el ensayo, y notamos que después de emprendido su recorrido por la obra de Roland Barthes, nos deja un vigoroso texto sobre las figuras del amor que nos servirán como base para examinar y localizar ese lenguaje secreto que se funda en el libro de David Figueroa Figueroa. De hecho afirma el autor  del ensayo citado que:
 “Todo enamorado dispone de un discurso decisivamente amoroso. Podríamos perfectamente decir que el amor engendra, en toda su desmesura, una cantidad de códigos de los que se sirve y es servido a través de todo un recorrido imaginario donde circulan y tropiezan figuras que, lentamente, van armando el gran inventario de solicitudes, esperas, citas y ausencias que constituyen el domino secreto del amor. (…) Entre todos los discursos humanos, el del amor parece ser el único que se mantiene dentro de un marco absoluto de sencillez (…). ¿Qué otro sentido pueden tener ciertas figuras como los celos, la ausencia, la angustia, la espera y el yo te amo si su carácter depende completamente de un designio interminable? El enamorado habla por bocanadas de frases, reducidas muchas veces a breves palabras que sólo tienen la intención de afirmar un estado de ánimo muy peculiar” (Santaella, J., 1983; p-p.197-199-201-202).
En este mismo orden y dirección, consideremos oportuno seleccionar una muestra suficiente de versos que ilustren ese lenguaje llano que se suscita en el ser enamorado, como refiere la cita; textos estos que se deducen de algunas figuras recreadas por el amante deslumbrado de los signos íntimos implícitos en la obra Encuentro con el doliente amor:
        “Yo con el encuentro del doliente amor
                                  consigo batallante la discordia…” (Ibídem: “Estación”. p. 6).
         ………………………………………………………
           “Igual que las olas en el mar de mis versos
           Una mirada tuya es mi mejor fortuna
                                  Dice un amigo y escribe en el aire
           Algunos ignoran lo luminoso que es estar enamorado
         Viven generalmente de subterráneo en subterráneo
           Ven el sol solamente cuando sueñan con el día
           Torturados por sí mismo tienen el corazón de hielo
           Yo en cambio siembro por donde quiera margaritas…” (Ibídem:”Existencia”. p.3).
        …………………………………………………………………
           “Pero qué puede estar más loco que un hombre enamorado
           Las palabras se vuelven tesoros
                                  y los tesoros se vuelven palabras…” (Ibídem: “Encuentro”. p.12).
          ………………………………………………………………
         “Nerviosos mis ojos se quedaron en tus cabellos…” (Ibídem: “Ojos”. p.7).
         ………………………………………………………………..
                               “Porque eres lo que no tengo”
         Tal vez suene a paradoja
                               Pero es más real que lo real” (Ibídem: “Rincones”. p.5).
        ……………………………………………………
         “Solamente nos basta un sí al oído”
          y una mujer será convertida en nuestra luna…”(Ibídem: “Rincones”. p. 5).
         …………………………………………………………….
         “Para ti las estrellas más cercanas
                              Y también las más lejanas
          Jardinero seré siempre  
                            Jardinero de tu cuerpo…” (Ibídem: “Ofrenda”. p.4).
          ………………………………………………………
          “Ya no soy un cantor enamorado
                               Tal vez la culpa es mía por haberte dejado marchar
          Aquí estuvieras junto a este ser que ahora es pura queja
          Por todas partes me rodean noches de arena
          y digo que son de arena
                               porque ni siquiera un oasis está presente”… (Ibídem: “Ausencia. p.26).
 
 En lo que respecta a la palabra como portadora de testimonios, recuerdos de vivencias que se alojan en el alma del poeta, y que luego éste nos lo devuelve recreado en esa envoltura de metamorfosis verbal, el filósofo y ensayista español, José Antonio Marina, nos recuerda en su estudio sobre los sentimientos, concretado en su Laberinto sentimental (1996) que:
 
       “Los sentimientos, y ya lo sabemos, son una evaluación del presente que procede del pasado y nos  empuja hacia el futuro. Son frutos de la memoria, de la realidad y de la anticipación. Derivan de nuestras tendencias nuevas. Están influidos por los recuerdos y a su vez organizan la memoria. En vano nos acordamos de las cosas, y a usar esta palabra derivada de cor, corazón en latín, estamos mencionando las raíces afectivas del recuerdo” (Ibídem: p. 204).
 
Mas en realidad, ese sujeto del doliente amor también revisa el mundo afectado por la ira del hombre que anida latente o manifiestamente el sentido de autodestrucción, la ambición de poder, la falta de solidaridad humana, la esperanza que no llega, en este caso, el desamor que deriva en la guerra y por tanto la angustia en la existencia; es por ello que el poeta registra en lo más hondo de su alma y devuelve la pena de esa metamorfosis verbal poblada de incertidumbres:
 
           “Es difícil no creer que el infierno exista
           Cuando sabemos que el ser humano ha vivido en él
           Libia lo recuerda a cada instante
           Ya no tengo oído de tanto escuchar esos truenos
           Es la pólvora en busca del petróleo
                                  Son los huesos que ya son cadenas
           Gargantas de flores que fueron y ya no son
                      Pero no obstante quedan las palabras…” (Ibídem: “Estación”. p.6).
         …………………………………………………………..
          “Se desgranan los llantos en mi camino
                                     Vallejo esperando el trigo
           Es la frontera que separa la resta de la suma
           Redondos y no cuadrados se pierden los plumajes del viento
                                             Donde de pájaro el corazón es un camino
           La semilla crece en la garganta del recuerdo donde aún habita
           y con los presagios del tiempo juega que juega
                                   Hechizado marcho con el verso en torrente
          Pinto estrellas que se vuelven banderas de panes para todos
          De brizna en brizna el destino se multiplica para algunos
          En porciones de amor los jardines del relámpago
                                   Memoria
                                                 No sabes cuánto te escucho y te admiro… (Ibídem: “Hechizos”. p.10).      
       
En último lugar, todo el acontecimiento de la creación está asociado al origen y Eros es poesía en su pura esencia, iluminación, palabra primigenia que nombra lo innombrable, ritual que nos recrea, de hecho:
 
       “La poesía designa fundamentalmente inspiración e inventiva artística. Como el mismo nombre  indica, poesía es creación, producción verdadera: poiésis en sentido estricto. Y como toda poesía es Poiésis, tiene por presupuesto el lenguaje o Logos en el ejercicio poético, el cual es en sí mismo un poema en devenir, transformación permanente o recreación: prerrogativa que pertenece también a Eros. De tal modo, la poesía es devenir, aspiración que nunca puede completarse, movimiento siempre anhelante. Dicho con otras palabras, Poiésis nace de Eros y se presenta como Logos o la creatividad emerge del devenir y se recrea en la palabra” (p.4-2).
 
Finalmente, agradezco al escritor David Figueroa Figueroa por haberme dado la oportunidad de escribir estas escasas líneas sobre ese libro de la madurez, además, porque siento que en verdad esta es otra posible lectura de esa gran metáfora del amor, un viaje hacia ese Encuentro con el doliente amor, que  es  su poesía en lo no perdido y encontrado, en este caso un recorrido amoroso desde la escritura, lo que nuevamente enfatizamos en palabras de Bordelois: “…nos olvidamos de que el lenguaje es ante todo un placer, un placer sagrado; una forma, acaso la más elevada, de amor y de conocimiento (Ibídem:3).    
 
                                           “Cuando la poesía es pájaro y rana
          La flor perfuma su esqueleto que la sombra refleja
          en aquella gota que la hoja multiplicó en el cristal perdido
          Oíd mortales: “Yo también tengo mis hielos / tambaleantes / tengo
          mis llamas / como cualquiera tiene si vive en este tiempo”
          Es que la palabra
                                es capaz de buscar lo no perdido y encontrado… (Ibídem: “Cuerpo”. p.31).
 
REFRENCIAS:
BORDELOIS, Ivonne. (2007). La palabra amenazada. Caracas-Venezuela: Monte Ávila Editores Latinoamericana. p.3.
RENERO, Adriana. (¿ ¿?). “Logos, Eros y Poiésis: Una interpretación sobre el poema “Quejas de Menón” por Diótima de Friedrich Hölderlin. (P.p. 4-12). http://www.revista.unam.mx/vol.7/num5/art38int38.htmTrabajo de Maestría en Filosofía.
 
JORGE, Carlos H. (2007). Los siete Cristos. Caracas-Venezuela: Fundación El perro y la rana. p. 20.
FIGUEROA. F. David. (1980). El amor es una trompeta de sueños. San Felipe, estado Yaracuy: Secretaría de Cultura-Gobernación del Estado Yaracuy.Pp.35-55 (S/n).
_________________. (1993).Las batallas de Eros. San Felipe, estado Yaracuy: Secretaría de Cultura del Estado Yaracuy. p. 12-77.
_________________. (2012). Encuentro con  el doliente amor.Pp.3-4-5-6-710-12-18-20-25-26-31.
_________________. (2005). Creatividad y poesía en acción. San Felipe, estado Yaracuy: Fondo Editorial de la Cultura Yaracuyana. Col. Literatura y Creación. Pp.151-183-195-196.
MARINA, José A. (1996). “Jornada sexta: Crítica del mundo afectivo.” En: Laberinto sentimental. Barcelona-España: Anagrama. p.204.
SANTELLA, Juan. (1983). Reescrituras. Caracas-Venezuela: Academia Nacional de la Historia. El libro menor. Pp.197-199-201-202.
_______________. (1988). La lámpara encendida. Caracas-Venezuela: Academia Nacional de la Historia. El libro menor. p.123.
SEFAMÍ, Jacobo. (1993). De la imaginación poética. Conversaciones con Gonzalo Rojas, Olga Orozco, Álvaro Mutis y José Kozer. Caracas-Venezuela: Monte Ávila Latinoamericana, C. A., p. 41.
 DE GONZÁLEZ, Blanca. (2004). La raíz mítica y ética martiana en la obra para niños de Onelio Jorge Cardoso. Caracas-Venezuela: Casa Nacional de las Letras Andrés Bello. p.31.

No hay comentarios:

Publicar un comentario