viernes, 16 de noviembre de 2012

Mempo Giardinelli: “Sin lectura la literatura se muere”

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Textos/ Carolina Álvarez y María Alcira Matute
Fotos/ Loel Henríquez

Mempo Giardinelli se encuentra en Caracas como participante del II Encuentro Internacional de Narradores organizado por Monte Ávila Editores con el apoyo de otros entes del Ministerio del Poder Popular para la Cultura.
Giardinelli nació en la provincia de El Chaco en una ciudad llamada Resistencia. Vivió exiliado en México entre 1969 y 1976, durante el período que él mismo llama “ la tragedia argentina”, es decir, durante la dictadura de derecha que sufrió su país.
Ha obtenido importantes reconocimientos como novelista, entre estos el Premio Rómunlo Gallegos (1993) por su novela Santo oficio de la memoria. Ha cultivado también el género del cuento con gran éxito. Sus cuentos son contundentes y precisos. En apoyo a este género, fundó la revista Puro Cuento, que dirigió entre 1986 y 1992.
Giardinelli es un escritor comprometido con la democracia, con la literatura y con la gente. Esto, por supuesto, se refleja es sus relatos que logran combinar la belleza estética con la profundidad y la sensibilidad humana.
Sus novelas y sus cuentos pueden ocurrir tanto en lugares remotos, como en el patio de una casa, o en la cosmopolita Buenos Aires, pero de alguna forma son metáfora de algo universal, comprensible y hasta vivible por cualquier lector.
Con el dinero que obtuvo del premio Rómulo Gallegos creó una fundación que lleva su nombre, la cual realiza una labor constante para promocionar la lectura. Este año han llegado a cientos de miles de niños argentinos, a través de las lecturas amorosas de 3 mil abuelas cuentacuentos en todo el país. Y es que Mempo Giardinelli y el incansable equipo que lo acompaña trabajan sin parar en Resistencia, pero su labor no solo repercute en Argentina, sino que ha llegado a otros países como Chile. Colombia y México.
Cuando el escritor argentino Mempo Giardinelli ganó el Premio Rómulo Gallegos en 1993 por su novela Santo oficio de la memoria, no dudó en emplear el dinero del galardón para crear una fundación dedicada a la promoción de la lectura en la provincia donde nació. Fue una acción que buscaba darle alguna retribución a su tierra natal y, al mismo tiempo, contrarrestar los efectos de la persecución que la dictadura argentina había desatado contra el acto de leer.
Sobre esa experiencia, Giardinelli conversó en Caracas con el Correo del Orinoco y el programa de radio y televisión La Librería Mediática. Visita la capital del país con motivo del segundo Encuentro Internacional de Narradores, que organiza Monte Ávila Editores con el apoyo de otros entes del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, y que concluye hoy.

Usted usó el dinero del Premio Rómulo Gallegos para crear una fundación que promueve la lectura. ¿Nos puede hablar de esa experiencia?

Bueno, yo vivo en el noreste de Argentina, en la frontera con Paraguay y es una zona bastante deprimida y sentí una necesidad espiritual de retribuir a esa tierra, que es mi tierra una buena educación que me dio. Vengo de un hogar muy humilde y fui formado en la escuela pública argentina, en la universidad pública y gratuita.
Cuando recibí ese galardón tan importante, yo me dije: “Esto no me va a cambiar la vida”. Pienso que un premio no significa que uno escriba mejor o peor, un premio es para compartir con los amigos, para que te quieran bien los que te quieren bien y se mueran de envidia los que tienen envidia y ya. Entonces constituí un fondo, que es el fondo con que se dio inicio a la fundación, con la que llevamos ya 17 años trabajando. Decidí aplicarlo más a la promoción de lectura que a la creación literaria porque estoy convencido de que cualquier persona que tenga algo que contar puede escribir. La persona podrá hacer un desarrollo mejor o peor en términos estéticos, pero no es algo que esté vedado, en cambio la lectura sí, la lectura hay que aprenderla bien. Y al mismo tiempo, sin lector no hay escritor. Sin lectura la literatura se muere.
Cuando recibí el premio en 1993, en Argentina estábamos viviendo los resultados de una tragedia. La tragedia argentina no fue solamente la dictadura, la tortura, la persecución, sino que también fue contra la cultura y en particular contra la lectura. En ese contexto, rememora el novelista “ser lector era peligroso. El paradigma en favor de la lectura que había existido hasta antes de la dictadura, la dictadura lo cambió. Se quemaron bibliotecas enteras, se atropellaron editoriales, se asesinó y se desapareció a más de 130 escritores, poetas, intelectuales, periodistas y todo esto provocó que la lectura se convirtiera en algo peligroso. Si leías, algo te podía pasar. Ese fue el nuevo paradigma perverso de la dictadura.
Recuperada la democracia, pensé que debíamos rescatar aquella raíz, y por eso creé la fundación, y ahí vamos”.

LAS ABUELAS CUENTACUENTOS

Mempo Giardinelli expresó su convicción de que “la lectura en voz alta en un acto amor”, por lo que la fundación que lleva su nombre la ha dado especial importancia. De hecho su programa bandera es Las Abuelas Cuentacuentos. “Como en Venezuela, en Argentina se ha erradicado el analfabetismo, pero no basta con eso, hay otro factor que es la comprensión y el desarrollo de la sensibilidad lectora.
Las abuelas –que son divinas– ya son 3 mil. Van a las escuelas a leerles a las niñas y a los niños y realizan estas lecturas como un acto de amor, porque la lectura en voz alta es eso: un acto de amor. Esa es nuestra práctica cotidiana como práctica de amor. Así como hay gente que
da de comer, nosotros damos de leer, es un acto generoso”.
Las abuelas les leen a las niñas y los niños sin subestimarlos, advierte Giardinelli: “Nuestra preocupación es siempre levantar la puntería, siempre disparar por arriba de lo que se supone puede ser el nivel de comprensión. No hay que menospreciar nunca a la lectora o al lector, no hay que darle todo”. “Nosotros les decimos a las abuelas: ‘No le traduzcan al niño, léanle lo que está escrito. No cambien las palabras. No los traten como niños tontos. Si les vas a leer a Cortázar o a Tolstói deben leer lo que dicen Cortázar o Tolstói’. De esta manera se respeta al autor, y quien recibe la lectura seguro que lo va a a comprender. Y si no lo comprenden lo van a sentir, y por la vía de la sensibilidad podrán ascender sus propios escalones. Si no, es un paternalismo absurdo. A veces los gobiernos, las entidades, o incluso a veces las maestras con la mejor intención, podemos cometer el error de ser paternalistas. No hay que ser paternalistas. A la gente más simple o poco preparada en el campo o en las barriadas, si tú le lees bien el poema “20” de Neruda les va a encantar, no te quepa la menor duda.

LA INMIGRACIÓN COMO BÚSQUEDA

Santo oficio de la memoria, novela con la que Giardinelli ganó el Premio Rómulo Gallegos, habla de Argentina a través de una historia personal, en la que tienen especial relevancia las vicisitudes de las y los inmigrantes llegados de Italia. Al mismo tiempo, es un relato en el que se reivindica el acto de escribir. La pregunta de qué es escribir para Mempo Giardinelli dio pie a una reflexión sobre sus búsquedas y sus intereses como narrador:
La literatura tiene pocos grandes temas. Los grandes temas vienen desde los griegos: el amor-el desamor, el amor-el odio, dios existe-no existe, y algunos temas más que tienen que ver con las relaciones humanas, pero toda la historia de la literatura gira en torno a lo mismo. A la vez, la literatura gira también en torno a la escritura y esto hace que cada autor a lo largo de la historia se ocupe de distintos ángulos de estos temas por los que siente algún tipo de pasión, aprecio o de aversión.
En mi caso, nunca he dejado de escribir eso: la saga familiar, la inmigración italiana. El tema de la inmigración que es un asunto válido para toda América, para Venezuela que ha tenido una enorme e importantísima inmigración. Las distintas inmigraciones, italianas, árabes, judías, españolas... son comunes a toda Nuestra América”.
La inmigración ha terminado por ser una búsqueda estética y temática que le da cuerpo a toda la obra de Giardinelli: “A mí me pareció que era un tema interesante para reflexionar, y me pareció que la literatura que yo quería hacer necesitaba indagar sobre este tema. No para llegar a un destino, sino para seguir caminando. Ahora estoy haciendo lo mismo. No sé si mis lectores juzgarán que me repito, pero bueno...”.
Mi última novela publicada se titula Visitas después de hora; es una novela que, aunque es diferente, la preocupación estética profunda es la misma. Naturalmente que en mis novelas cambian las tramas, las argumentaciones, los personajes. Hay una estética que se va depurando, pero la indagación sobre la literatura, la memoria, la dignidad, la decencia, siguen siendo para mí los temas clásicos, universales”, agregó.
¿Por qué esa insistencia en la memoria? Hay quienes dicen “mejor es olvidar, ¿para qué volver sobre lo mismo?”. ¿Por qué cree usted que hay que recordar? ¿Para qué?
La memoria es una necesidad elemental. Sin memoria no existimos, no somos. Si nos desmemoriamos perdemos identidad, no sabemos quiénes somos ni de dónde venimos. Si nosotros negamos la memoria de nuestros pueblos, que es la memoria de las tragedias y las alegrías, no podemos comprendernos a nosotros mismos en tanto parte de una sociedad o un colectivo.
Es cierto lo que dices, para mucha gente es más cómodo perder la memoria o hacer como que la perdemos. Hay gente a la que le gusta entrar en la noche de la ignorancia y hay gente que no. Yo prefiero la luz del saber. Ni siquiera podría dar un juicio de valor malo hacia esa gente, en todo caso simplemente pienso “pobre gente”. Por suerte, no son las mayorías.

LA MEMORIA ACTIVA
El ejercicio de la memoria tiene un gran peso en un continente que ha sido marcado por grandes tragedias políticas, señaló el novelista: “Lo quieras o no, las tragedias latinoamericanas han sido tan fuertes, tan poderosas, tan profundas que es imposible vivir sin ellas. De hecho en el Santo oficio de la memoria hay un personaje que permanentemente recuerda esto: ‘No podemos vivir sin memoria porque no somos, no existimos, desaparecemos’.
Ahora, está del otro lado la memoria activa en cuanto a los factores de ciudadanía que tienen nuestros pueblos”.
Nuevamente, sus palabras lo llevan al ámbito concreto de su país después de la dictadura militar de la ultraderecha: “En Argentina después de lo que pasamos, la memoria se reconstruye, se está haciendo de una manera muy digna; una memoria sin venganza, sin rencor es una memoria que solo anhela verdad y justicia, eso sí queremos. El ejemplo son las madres y abuelas de la Plaza de Mayo, en 30 años de democracia, no ha habido un solo acto, un solo gesto de revancha de injusticia hacia los agresores, hacia los genocidas. Lo que hay es verdad. Establecer la verdad y a partir de la verdad, instalar la memoria y recuperar la justicia. En realidad este es un mandato talmúdico. El Talmud, un libro de enorme sabiduría, muy anterior a todos nosotros, ya señala que sin memoria no se puede conocer la verdad, y si no se puede
establecer la verdad no no se puede establecer la justicia, luego,entonces, no somos”.

Usted está participando en un encuentro de narradores en el que se puede encontrar escritoras y escritores que no coinciden en lo absoluto en su posición política. ¿Cree que es posible conciliar algunos temas mediante la literatura?
Para mí la literatura es para hacer buena literatura. Lo único imperdonable en la literatura es escribir mal. Lo demás son materias opinables, y creo que hay que respetar. Hay a quienes les gusta mucho más un protagonismo intelectual, hay otros que lo dejan pasar. Hay otros que se preocupan por temas sociales, otros por los individuales, espirituales o metafísicos. Ahí está también la ciencia ficción, lo sobrenatural, yo creo que todo constituye un buen cuerpo, un cuerpo textual que es nuestra historia literaria, lo único que es imperdonable es que esté mal escrito. Yo no hago un juicio de valor sobre la elección de tal autor o tal autora sobre cuál es la materia de su poesía, de su narrativa. Asumo que trabajará sus textos con certeza, con limpieza, con belleza.

Cortesía Correo del Orinoco y Librería Mediática

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