martes, 4 de diciembre de 2012

Imaginación y ludismo: corceles que cabalgan en la literatura Infantil

      
David Figueroa González



"En cuanto a la poesía, la infancia
es el terreno más propicio para sembrar."

Morita Carrillo.


Hay pasajes que llaman sin nuestra autorización a la  melancolía, como por ejemplo cuando hace poco visité un Haras con mi esposa, fuimos a la subasta anual de sus purasangre y  a medida que realizábamos el recorrido quedamos atrapados por  la estampa de esos animales, en tanto, y sin notarlo una perla indiscreta se escapó corriendo por mis mejillas, lágrima hija del recuerdo, recuerdo que evocaba  mi querido caballo Pinto. Con él recorrí varias veces la hacienda de mi abuelo, con él desfilé en la feria e incluso  fui coleador.

Es que Pinto más que equino era una especie de perro fiel que siempre estaba allí. El tiempo pasó y con él   Pinto partió un día al infinito, luego de años de lluvias que corroyeron sus patas y pudrieron su cuerpo.
La imaginación es  un portal que transforma y crea mundos, en tal sentido, Petrovski, A, en su libro  Psicología Evolutiva y Pedagógica define la imaginación como: “La facultad mental o proceso mediante el cual se reproducen cosas inexistentes y a la vez se entremezclan con imágenes u objetos del entorno”. De esta manera en el poema que da nombre al libro Caballito de madera del merideño José Gregorio González Márquez descubrimos un mundo que nos baña de remembranzas y a la vez le permite al niño soñar  mientras ve recreado su mundo en versos, el poeta  Yony Osorio expresa del poemario: “Los textos recogidos bajo este título se constituyen en una especie de metáfora del juego que cabalga en la memoria de la infancia.”  Así  leemos:

No hay tiempo de espera
saltimbanqui, trotamundos
audaz cabalgas al viento
caballito de madera.

Deambulas bajo la lluvia
dando saltos y piruetas
el relámpago te cobija
bajo su luz de quimera.

Tu jinete de ensueños
cansado lleva tus riendas
vuelve a casa temprano
caballito de madera.

La narradora cubana Mayra Navarro afirma: “La literatura desarrolla en el niño la capacidad de crear, de imaginar, base importante para el hombre del futuro”. En tal aseveración observamos la importancia de la lectura en la formación de los infantes, sin embargo, estos textos deben poseer ciertas características,  tales como:

•    Cualidades rítmicas y sonoras
•    Métrica de los versos y estrofas cortas
•    Poemas de estructura narrativa o dramática
•    El factor lúdico,  juegos fónicos y verbales
•    El humor, el absurdo, los disparates

Mediante el uso de esos elementos el artista y los niños se unen  en una chispa creadora, allí la imaginación  es el puente que comunica el mundo íntimo del lector y la obra. El ensayista   Dixon Rojas manifiesta en su trabajo:  “Cuando el colibrí se hace tiempo”: “El poeta, al buscar reconciliarse con su infancia, acude al llamado de los pájaros, las nubes y la casa como lugar alquímico…Así el colibrí, diminuto pájaro, hace su entrada en el reino del aire, tejiendo paulatinamente la memoria poética…” En tal sentido, el poema  “CRONISTA” perteneciente al libro TIEMPO DE COLIBRI  del escritor  yaracuyano David Figueroa Figueroa, apreciamos  cómo el poeta mediante el animismo y la metáfora baña la realidad con fantasía y siembra en los corazones la semilla de la ecología: 

Siempre alegre el colibrí de su quehacer.
Cronista sin igual de cayenas y siemprevivas.
Al volar se hermana al decir de los poetas
y cómplice de la creación inventa relojes azules.
El viento mordisquea la quietud de los naranjos
donde las abejas suben a las nubes de azahar.
La esperanza busca en sus bolsillos una herradura.

El poeta puertorriqueño Andrés Díaz Marrero sostiene: “La literatura ayuda al niño a desarrollar la capacidad para enjuiciar las actitudes de los personajes frente a una situación de conflicto y a relacionar dichas actitudes con sus propias experiencias a la par permite desarrollar destrezas de pensamiento creativo, tales como  la intuición  y la imaginación”. Quizás  es por ello que  quien escribe para niños busca acercarse  a la sencillez infantil, a la simplicidad originaria con el uso múltiple y certero de la palabra. El escritor José Gregorio González Márquez expone al respecto: “Desde la poesía, expresada en prosa o verso, se señalan los caminos de la lectura y la escritura para enamorar a los niños y conminarlos a transitar por los senderos de la imaginación y la fantasía”. En este aspecto en las líneas de “Al son de la ola”  del libro  OLAS PARA NIÑOS NAVEGANTES  del escritor Zuliano Carlos Ildemar Pérez, disfrutamos de esa naturalidad con la que el poeta le canta al  Lago de Maracaibo y mediante  él se acerca a los pequeños:

“Ola
Sin rumbo fijo
Ola
Siempre deseando ser
Barco viajero
Ola
Haz silencio un instante
y escucha
Como alguien desde
La infancia
Ola
Inventa en sus juegos
Un timón de alta mar
Para tus sueños”

Niños jugando a los soldados. Francisco de Goya. 1779
El juego constituye una forma de expresión  del ser humano, así lo demostró  Johan Huizinga en su obra  Homo Ludens,  al sostener que: “La poesía, función lúdica  que vive en aquel recinto más antiguo donde habitan el niño, el salvaje y el vidente, en el campo del sueño, del encanto, de la embriaguez y de la risa. Para comprender la poesía hay que ser capaz de aniñarse, de investirse el alma del niño como una camisa mágica y de preferir su sabiduría a la del adulto”
La imaginación es un  elemento lúdico subyacente en la magia de la  lectura: Imaginación y ludismo son corceles que  cabalgan en la literatura infantil expandiendo nuestros sentidos. De tal manera, el maestro y escritor Gianni  Rodari  en su trabajo La imaginación en la literatura infantil, plantea: “el libro-juguete (las fábulas, las aventuras, la poesía en la que la lengua juega consigo misma) ha de tener un lugar duradero en la literatura infantil, junto a otros libros que actúan sobre otros componentes de la personalidad infantil, abriendo otros caminos en el itinerario que tiene un extremo en el niño y otro en la realidad. Hasta esos otros libros, para dirigirse a los niños, no podrán olvidar el lenguaje de la imaginación: su autor deberá sentir sus vivencias en la imaginación si quiere que el mensaje llegue a su destinatario.” En tal sentido, en la historia “La tinta invisible” título que da nombre al libro del poeta José Gregorio González Márquez, encontramos un  protagonista  muy audaz e inquieto, para quien  la diversión estaba en la lectura e incluso soñaba con ser escritor:
“Leo mucho en ocasiones voy a la biblioteca  y curioseo entre los libros de química, biología, arte, literatura. A veces no entiendo nada de lo que está escrito pero disfruto observando fórmulas, leyendo cuentos, viendo obras de arte y tras cosas que me parecen interesantes…”
Román López Tamés sostiene “Hoy quizás sea la poesía el último reducto en donde el juego, origen de todas las instituciones sociales que se han ido desgajando de lo lúdico primitivo, conserva su identidad y presencia.” De este modo,  el poeta David Figueroa Figueroa en las  estrofas de “En un Cielo de Jazmín” incluido en su obra Mariposas de Sol, nos presenta un texto cargado de ritmo y sonoridad, elementos del ludismo que dan al texto frescura y a la par permite a su autor compartir escenarios de su infancia, hogar de sus aventuras:



Niños jugando a los toros, Goya
Dentro de los poemas las onomatopeyas,  las retahílas  y  las jitanjáforas   son  juegos rítmicos que le permiten al niño identificar las creaciones literarias con juegos, lo que transforma el texto en una especie de trabalengua lírico. En las páginas de ¡A QUE NO ME COME EL GATO! del amigo Carlos Ildemar Pérez, desciframos una suerte de crónica que relata la cotidianidad  de una ratón ingenioso,  el cual  procura no ser comido por el gato mientras vive sus aventuras y a la vez tiene tiempo para soñar. En las hojas de este trabajo el autor nos dibuja un mundo de emociones y sentimientos que se pueden extrapolar a cualquier etapa de la vida. En palabras de la poeta Iliana Morales Gollarza: “El libro ¡A QUE NO ME COME EL GATO! guarda una armada profunda. Ensambla una gruta de palabras para crear una música arrulladora”.  En las palabras de “INSEPARABLES” damos cuenta de este universo fónico:


“vestido de gris
abro cualquier cosa
cosilla o cosota
que cargue encima cerradura

Cada uno de mis pelibiris
resulta una llave ¡Crac!
prodigiosa !Crac!

Nada se resiste a mi abrir admirable,
basta con introducir
mi magiquista pelillo cerrajero
en la boca de cualquier cerradura
giro girante, para giro giroso,
como giro giranga,
girigirogirogiri y girando
me mareo mucho más
que una rueda de bicicleta callejera”

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