viernes, 10 de junio de 2016

El Bildungsroman: una propuesta poética Lázzaro y Matheus


Angélica María Salas González
 
El bildungsroman o novela de aprendizaje, es un modelo narrativo que se caracteriza por presentar a un personaje determinado, en una etapa de su vida, o a través de varias, para continuar su proceso de formación, destacando su integración psicológica y social; además, esto cumple una función de carácter identitario, es decir, que este personaje debe demostrar o demostrarse así mismo que tiene valor, como persona y como actor social, por tanto su cometido será el de defender una idea, un linaje o una posición social que le reivindique, se trata del proceso de construcción de una identidad en particular.
La novela de formación o crecimiento es generalmente vista como un espacio y un lugar para el logro del hombre, allí predomina lo masculino, es el hombre que actúa como héroe y realiza este proceso de restauración de su ser. Esta noción de género tiene sus inicios en el siglo XIX, abriendo con la novela de Goëthe Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, novela que representa el desarrollo de un héroe a favor de su honra, posteriormente otras autoras
continúan escribiendo de acuerdo al modelo, como George Elliot con Middlemarch y Charlotte Brontë con Villette, entre otras. Esto nos indica también que existe paralelo al canon masculino una perspectiva femenina, de allí que podamos remitirnos a un ejemplo clásico, como lo es en Latinoamérica Teresa de la Parra, con Ifigenia, allí se plantea el desarrollo de María Eugenia, como una heroína trágica, pues no logra satisfacer sus metas y sucumbe ante el sometimiento del patriarcado dominante, de allí que se vea como una obra del bildungsroman fracasado. Por otro lado, la contraparte de esta se ve en la obra de Elena Poniatowska, Hasta no verte Jesús mio, dentro de la cual la protagonista, una mujer del campo iletrada, logra imponerse ante una sociedad machista, incluso dentro del contexto crudo de la guerra civil mexicana, llevando a feliz término sus metas sin someterse al diseño tradicional, visto en el ejemplo anterior, y que determina la preparación de la mujer para el matrimonio y la maternidad, de modo que este desvío, donde sumisión implica retroceso, se inscribe dentro del verdadero crecimiento psicológico y social de sujeto femenino.
De acuerdo con lo anterior, nos hemos propuesto como objetivo observar y determinar esta noción de crecimiento personal, dentro del género poético, en dos libros Poemas de Agua, Fuego y Árbol y en Rumores Terrenales, esto a través del desarrollo de la voz poética, como sujeto de la enunciación, es quien narra e inicia un proceso de transformación hacia la etapa de la madurez.
En efecto consideramos que dentro del género poético es factible realizar este tipo de enfoque, debido a que la voz poética es un personaje más dentro de cada poema, esto sin detenernos en las diferenciaciones entre lo femenino y lo masculino, consideradas dentro del bildungs, que bien pudieran comprender un estudio aparte, nuestra intención precisa determinar ese proceso de formación que se da en los personajes del género novela, pero aplicado al poema, destacando un proceso de construcción de identidad.
Dentro de un poema la voz poética se identifica con el sujeto de la enunciación, en este sentido, Poemas de Agua, Fuego y Árbol (1978-1988), abre con la noción de madurez, esto lo vemos en su epígrafe tomado de Rilke y dice: “Al sublime pretexto para madurar”, esta entrada nos da la idea de crecimiento personal, allí lo sublime está representado por lo sublime de la palabra, por la construcción de poema, que contiene una carga de emotividad, particulares y propios a quien los escribe y además pretenden ser una máscara al yo desdoblado de la autora. Luego la frase pretexto para madurar, se explica por si misma, terminado de consolidar la idea de desarrollo personal, de formación femenina, dentro de un contexto lírico.
El primer grupo de poemas comienza con la reafirmación del ser, en un contexto de lo urbano, lugar de ubicación del enunciante como en Soy: “Soy un pedazo del universo/ que algunas veces se entusiasma/ frente a las vitrinas/ llenas de ropas, joyas y zapatos. /Soy un laberinto/ que lleva un combustible, / que poco a poco/ va consumiendo la piel…/” (Pág. 9).
Aquí comienza la reafirmación inicial que le permite comenzar su viaje de crecimiento a la voz poética, tratando de desprenderse de aquello que le resulta banal o artificioso, como un ritual de purificación que requiere de agua para lavar el alma, par lograr una concentración en sus propias capacidades emocionales, intelectuales y físicas.
Luego continua empujando al exterior todo cuanto entorpezca su trayecto hacia la madurez, en ocasiones esta voz se dirige a sí misma, otras parece increpar al cosmos, su objetivo no consiste en obtener una posición social, al contrario se centra en legitimarse ante sí misma, desde donde parte de una etapa de adolescencia para llegar a formarse como mujer, como una persona fortalecida por las vivencias. Es importante ver que estos contactos de intimidad, del sujeto frente a sí mismo, se realizan a través de los elementos de la naturaleza, como energías mediadoras entre el ser y lo cotidiano, además, el elemento agua siempre está presente a lo largo de todo el poemario, junto al fuego, lo que redondea la idea de ritual de purificación. Esta energía de lo femenino se conecta con la tierra, el viento, el mar, entre otros, veamos: “Cayeron los frutos del trigo, / las hojas enmudecieron de negras. No encontré la claridad del mar/ donde se bañaron mis ojos/ cuando eran inocentes…/ Las lluvias inundaron los huertos, / el verano cejó la tierra; / las personas quedaron en el mismo sitio…” /(Pág. 14)
El agua consolida la idea de fertilidad, de lo femenino y de purificación, en este caso su ser, para que se regenere y pueda florecer nuevamente, como en el poema Podé la mujer, le elimina la lengua, los ojos y las manos, este proceso se mantiene como preparación para la etapa siguiente, donde se nota el cambio de perspectiva, en cuanto al modo de ver la vida y lo que acontece a su alrededor. En los poemas de Fuego, que corresponde al segundo grupo, el proceso de construcción de identidad se unifica con las fuerzas de la naturaleza para darle énfasis y emotividad.
El final del primer poema, titulado Para comenzar a vivir, contiene una mediación entre lo corpóreo y lo existencial, a través de la naturaleza, rasgos también presentes en la obra de Matheus; en cuanto a Lázzaro vemos en la representación del medio natural una instancia del alma, con la cual queremos reforzar que se acentúa la profundidad de cada poema, mirando más hacia su interior, donde se logra el crecimiento de la voz poética: /“Quién que algunas veces se levanta acallando la/ veracidad cotidiana./ De igual figura, diferente sombra./ Fuerte y no sabe mentir./ No la entiendo, ellos tampoco. Sabe que me asombra, / no le basta. Quiere que me funda en su fuego para/ comenzar a vivir.” /(Pág. 55)
Luego en otro poema Memoria de la infancia, comienza una nostalgia por la infancia, lo que advierte que desde la perspectiva del enunciante, se mira hacia atrás, para comprobar que efectivamente se ha recorrido un buen trayecto dentro un espacio y un tiempo, relacionados con la presencia existencial del crecimiento interior: “Por momentos siento que alguien golpea mi rostro./ Es/ fatalidad que regresa./ Busco un espejo y reconozco la / mano enrojecida en mi piel./ Son los mismos dedos largos/ con que el destino quiso una vez aniquilarme…/ Entonces podré vengar/ a la niña que creció entre púas, acumulando memoria de/ infancia errada.”/ (Pág. 59)
Esto se mantiene en otros poemas siguientes, como en Devuélveme la inocencia y en Volver al tiempo.
Es el tipo de sentimiento que se aborda a mediados de la etapa madura, se trata de una mujer que se incorpora al paso del tiempo, “al devenir” al igual que Matheus en sus poemas el tiempo se incorpora desde el exterior, y a través de los distintos elementos de la naturaleza. Por otro lado, es significativo señalar, que a medida que avanza la voz poética en cada poema de Lázzaro, se nota este desarrollo interior que conduce hacia la etapa madura, recordemos que en los primeros poemas se trataba de una mirada de rebeldía, de inconformidad y de depuración, al mismo tiempo, tal como lo haría una adolescente, al intentar buscar su propia identidad dentro un mundo que le es tan propio como ajeno, ahora todo esto va quedando detrás y la mujer madura lo observa todo desde firmeza, desde su propio espacio de enunciación.
Esto ocurre en el último grupo, que corresponden con Árbol fuerte que silba y arrasa, incluso las imágenes sensoriales se ajustan a una visión que contempla la madurez, de modo que la culminación de su aprendizaje se completa mediante la experiencia directa del hacer, visto en el predominio de las manos como instrumentos de aprehensión del mundo, metafóricamente tiene el mundo en sus manos, por consiguiente tiene entre sus manos el conocimiento del mudo que le permite vivir, de acuerdo a sus expectativas, y no según el canon de la masculino, sobre el cual nos referimos líneas arriba.
Los últimos poemas refieren a las manos como protagonistas inmaculados, como en No es ésa la mano, Mis manos tejen, Adoro mis manos sensibles, veamos este último: “Si no tuviera manos, ni boca, / mi cuerpo, demacrado esqueleto, / deambularía por autopistas, / sin sentido… /Tendría que alimentarme/ con los hombros, con los brazos; / con toda la extensión del cuerpo… /¿Cómo hacer saber el hambre?/ (Pág.79)

De este modo, en la obra de Lázzaro se presenta una variante del bildungs, patentado en la voz poética, como ser de la expresividad, sentimental y psicológica, que experimenta su ciclo de transformación, a partir de una edad juvenil, hasta formarse como una mujer que va más allá del modelo tradicional, apegado al modelo masculino, efectuando su preparación para la vida en general. Obviando la presencia de lo masculino en si, es decir, dentro del recorrido de la voz, ella no se dirige nunca, o casi nunca a un sujeto opuesto, el hombre no aparece como una entidad corpórea, quienes asumen esta función son tal vez, los sentimientos, como cuando se refiere a lo otro, que puede ser la soledad, lo banal, o lo etéreo.
De manera similar en el poemario de Débora Matheus Bencomo titulado Rumores terrenales, observamos también la noción del bildung, expresada mediante los elementos de la naturaleza, logrando entonces el crecimiento de ese yo desdoblado, a partir de su dimensión psicológica, sentimental y de conciencia lingüística, recordemos que es mediante el lenguaje como podemos rastrear ese crecimiento de carácter cíclico, puesto que siempre retorna a su yo original, pero fortalecida.
De acuerdo con esto, puede verse en estos poemas el crecimiento se da a partir de cero, y se trata de un yo femenino que evoluciona emocionalmente en cada trabajo, de modo particular el orden de los trabajos en el libro tienen gran correspondencia con la propuesta de evolución señalada en su dimensión psicológica.
Partiendo de esta idea, en el primer poema Huracán, se manifiesta el comienzo, la génesis de una nueva etapa: Huracán/ que se llevó en su miedo/ los silencios/ un castillo en la cumbre/ la fragancia de los azahares/ el humo perfumado del incienso./ Huracán/ tu prisa/ dejó perdido en el camino/ el gemido de un caracol prisionero…/ (Pág., 17)
Así el huracán surge como un ente reestructurador, que limpia para buscar nuevas rutas, que hagan posible el logro de las metas a partir de cero, de allí que no es casual que el siguiente poema se titule Destino, donde aparece nuevamente la imagen del camino, no lugar de encuentro, sino de partida, se trata de un camino que se bifurca, pudiendo llegar a sugerir el bien y el mal, por tanto, la elección debe ser la adecuada. Los trabajos siguientes, destacan los sonidos de la naturaleza, e indican que para continuar el camino (del bien) se debe atender al silencio interior, que según la filosofía budista logra la meditación profunda que comunica al hombre con instancias divinas; de modo que ese yo interior deja fluir su voz, al tiempo que deja escuchar el sonido del universo y la luz disipa toda tiniebla: /Canto al cielo/ extiendo mis brazos hacia él/ una estrella me presta su luz/ huyen las sombras./Canto a la luna/ y me da su magia/ en su hechizo/ duermo/ Canto al viento/ y me da sus alas/ vuelo al infinito…/siembro mi rosal / (Pág. 25)
Se observa esa comunicación con su interioridad, y con la grandeza del universo, invocando como en un rito, a la luz y al cielo extendiendo sus brazos para recibir toda la energía contenida en el cosmos, como un rasgo metafísico; culmina el poema subo al arcoiris/ siembro mi rosal. Recordemos que el arcoiris simboliza el pacto que Dios hizo con los hombres luego del diluvio, de allí que al plantar el rosal estaría sellando un contrato con la naturaleza, con la Madre Tierra quien hace brotar sus más diversos tesoros a los seres vivientes.
Luego se muestra otra etapa donde los sueños y la soledad predominan, lo que significa que ha pasado de un estadio primario, como el de los niños quienes se interesan en los elementos externos y provenientes de la naturaleza y de su medio, como herramienta para interpretar, comprender y explorar su realidad. Superada esta etapa comienza la adolescencia, y se pasa de un estado de tolerancia y participativo, hacia uno mas egocéntrico, donde importan las opiniones de los demás, la amistad y el amor hacia los semejantes.
Desde esta perspectiva, en los siguientes poemas se nota que el destinador se dirige a un ser en particular, al compañero amado, presente o ausente, sin dejar de lado los elementos de la naturaleza que le sirven para llevar y expresar sus mensajes emotivos, como si el viento pudiera llevar los versos de amor que se gritan en la playa, o llegara hasta el ser amado: /Búscame en el aire/ en el rumor del río/ búscame en los riscos/ en el ardor del fuego. Búscame en la brisa/ en la espuma de las olas…/ Búscame en el viento/ en las alas del cóndor/ búscame en las nubes/ en el atardecer… (Pág., 33)
A medida que avanzan los poemas se evidencia el crecimiento psicológico y emocional del yo poético que narra; a partir del poema Amo, la madurez del sujeto enunciante es más verificable, a través de las marcas de la adultez y de nostalgia en relación al tiempo vivido: Amo/ mi ingenuidad de ayer/ el velero blanco/ cubierto de flores/ donde mi juventud/ navegó feliz. /Amo/ el eterno correr/ mi sonreír sonoro/ mi constante inquietud/ mis días y horas/ de amor. Amo/ lo que amé/ y lo que amo (Pág., 53)

En Anhelos comienza una etapa de reflexión, se valora el pasado y el presente se hace más preciado, las marcas verbales corresponden al imperfecto o al presente, todos los sentimientos fueron y son; en Giros del tiempo, penúltimo poema, se agudiza la preocupación nostálgica del pasado, bañado de múltiples sensaciones: Sobre espuma de olas/ bañada por soles y lunas/ navegué los mares ignotos/ Olí la fragancia/ de crisantemos y amapolas/ bajo su hechizo/ soñé./ En alas de un cóndor/ alcancé el cenit/ quedó en mis oídos/ el retumbar del trueno/ en mis ojos/ la luz del rayo/ y en mi cuerpo/ el abrazo del huracán (Pág., 101)
Con el último poema cierra el proceso de madurez, para anclarse de modo indefinido en un tiempo el Ahora, desde la temporalidad definida se precisa el lugar de llegada en la vida del personaje poético, con su crecimiento emocional y psicológico, que señaláramos al comienzo del trabajo. Por consiguiente estaríamos observando una poética de la formación a lo largo de cuarenta y tres poemas, digamos que cada uno corresponde con lo más profundo de cada año de la existencia de este personaje tácito; por otro lado, vemos que el eje temático fundamental, luego de la naturaleza, lo constituyen las experiencias que llevan a los seres humanos hacia la madurez. El ciclo cierra el tiempo y lo atrapa para siempre: Ahora/ no hay preguntas/ ni respuestas/ está el olvido/ Estrangulé el ayer/ los recuerdos/ se extraviaron/ para siempre/ Ahora/ el tiempo es mío/ ya no hay lucha/ Desaté las amarras/ de mi prisión Soy yo (Pág., 103)
Dentro de la frase el tiempo es mío, puede sentirse la aceptación de todos los dones dados durante la vida, por tanto, existe la felicidad agradecida de estar viva y poder recordar lo pasado como notas de aprendizaje, con amor y desamor, y a través de todo simplemente poder decir con valentía: SOY YO, o nosotros quienes leemos esas notas llenas de rumores terrenales, susurros del mar, del viento, del sol y la luna que apuntan a demostrar al hombres que ellos si son ``eternos`` y nosotros frágiles y perecederos; lo que en suma consolida el desarrollo del sentimiento humano a través de la naturaleza.
Finalmente consideramos que ambos poemarios se manifiesta el proceso de crecimiento o formación que propone el bildung, con la diferencia de que lo que se legitima no es de carácter social, sino de la persona a su nivel interior, por tanto la voz poética se desdobla para dialogar consigo, luego de reconocerse en su propia dimensión si comienza su viaje hacia la madurez.
Bibliografía

ALZENBERG, Edna (1985). El Bildungsroman fracasado en Latinoamérica: el caso de Ifigenia de Teresa de la Parra. Revista Iberoamericana (132-133): 539-546

KUSHIGAN, Julia A. (1987). Transgresión de la autobiografía y el Bildungsroman en Hasta no verte Jesús mío. Revista Iberoamericana, 53 (140):667-677

LÁZZARO, María Luisa (2005). Poemas de Agua, Fuego y Árbol. Mérida, Fundalea

MATHEUS BENCOMO, Débora (1991). Rumores terrenales. Mérida, Mucuglifo

SCHMIDT, Rita Teresina (2000). Uma aprendizagen ou o livro dos prazeres: Un bildungsroman femenino. Actual, (44): 123-138

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