martes, 4 de junio de 2013

Poesía: Mágica creación

David Figueroa González

 “Podrá no haber poetas;
pero siempre habrá poesía.”
Gustavo  Bécquer

 
Paul Gauguin (1848-1903) Poemas Bárbaros
Recuerdo una mañana de mi infancia, mis primos y yo nos reunimos en casa de mi abuela con papeles de colores en mano, unos trozos de cañas y unas tiras de trapo viejo, hicimos un papagayo.  El viento barría las nubes dejando el cielo limpio con un espléndido sol. La brisa no dejaba de jugar  y nuestro papagayo se elevaba muy alto.  La cometa  subía y subía impulsado por breves tirones que dábamos al hilo; así se  iba alejando y ella alegre serpenteaba en el aire equilibrando su peso. Cuando llegó al punto más alto, desde donde nos enviaba mensajes de libertad,  el  cordel se reventó  y nuestro papagayo se fue libre, hasta que  la vimos caer inocentemente tras los árboles de otra casa. No pudimos recuperarla y tal vez lloramos por el sueño perdido.
La sensación de independencia en el viento, en el vuelo de la cometa y ese sentimiento de pena por algo que se nos arrebataba de inmediato, la alegría renovada en la invención de otros juegos, fue una visión inexpresable… En aquel tiempo sólo pudo manifestarse mediante una simple frase enunciativa, incapaz de contener la totalidad de la experiencia: “El papagayo que hicimos subió muy alto y al reventar el hilo se fue”.
Si entonces me hubiera sido posible describir lo vivido, habría logrado tal vez un hermoso texto. La vivencia  transformada en  poética se habría revelado en signos lingüísticos, ritmos e imágenes.
La imaginación nos acerca a la realidad y al mismo tiempo nos separa de ella, estableciendo una relación más profunda al interiorizarla. Y este mundo entrañado es el que se transforma en el texto.  Producir un escrito no es reproducir la realidad, sino crear con el lenguaje una ilusión de realidad que no se agota en los límites de su propio espacio, sino que emite otras significaciones, es crear mundos nuevos. De ahí que cada obra es única e insustituible, la palabra se manifiesta más allá de sus cauces normales en una pluralidad de significados. Según Aristóteles “la poesía era/es un arte o una actividad creadora (espiritual, libre) que el hombre desempeña mediante el lenguaje, con el afán de crear algo, por el placer de crearlo”. Hoy día se considera literatura al conjunto de obras artísticas creadas mediante la palabra.
La literatura es creación lingüística y artística; la obra resultante de dicha creación es una obra de arte u obra literaria. La creación literaria es un acto lingüístico, un acto de expresión, de significación, de comunicación y como cualquier otro hecho del lenguaje, el texto creado es un mensaje enviado por un emisor, captado por un receptor, transmitido por un medio, producido en una situación histórico- social y en un contexto lingüístico-literario determinado y cifrado conforme a un código.
El habla, como acto de comunicación personal, tiene una finalidad referencial práctica (saludar, informar, pedir) o lógica (conceptualizar, ordenar, explicar la realidad). En cambio, en un proceso creativo, el lenguaje deja de ser instrumento para nombrar la realidad y se vuelve realidad en sí mismo. El lenguaje creador tiene como punto de partida motivaciones generadas desde el lenguaje mismo, desencadenantes de un tejido de palabras que se cruzan y se entrecruzan, van y vienen, cuerpo sonoro y rítmico, polisemia, letras, puntos y comas, frases, espacios en blanco, silencios, sistemas de hilos que por más que se anuden siempre vuelven a desatarse para desplegar de nuevo su potencial significativo, así lo podemos observar en el fragmento de Canto a mí mismo de Walt Whitman:

“Yo me celebro y yo me canto,
Y todo cuanto es mío también es tuyo,
Porque no hay un átomo de mi cuerpo que no te pertenezca.
Indolente y ocioso convido a mi alma,
Me dejo estar y miro un tallo de hierba de verano.
Mi lengua, cada átomo de mi sangre,
hechos con esta tierra, con este aire,
Nacido aquí, de padres de cuyos padres nacieron aquí,
lo mismo que sus padres…

Traducción: Jorge Luis Borges

El lenguaje poético es siempre un hallazgo a través del cual se van revelando
Gonzalo Ilabaca. El poeta que vendía niñas huerfanas
caminos interiores y cauces verbales. Es el encuentro íntimo del yo con la palabra, es una entrega mutua y  fascinante donde los signos son capaces de crear mundos.  Y al empezar a escribir, se siente una emoción ante la infinita promesa de la página en blanco, es deleite de los textos “por venir”. Se vislumbran universos  posibles y se genera esa energía interior que impulsa al escritor o  escritora al principio de las aventuras de lo inexplorado y a la expectativa del descubrimiento.
Según Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio de 1986) Conferencia en el Collège de France en 1983, existen dos teorías para la creación. La primera,  es la inspiración. La idea de la inspiración es la idea del poeta como secretario, digamos: como alguien que recibe el dictado de fuerzas desconocidas, los griegos pensaban en las musas, los hebreos pensaban en los reyes, en el espíritu…
La segunda teoría, sería la desarrollada por el  poeta, Edgar Allan Poe (Boston, Estados Unidos, enero 1809 – Baltimore, Estados Unidos, octubre 1849), la teoría de Poe, expresada en su Filosofía de la composición, es que la poesía, la creación poética, es un acto intelectual. El tomó su  poema—”El cuervo”—, y explicó cómo llegó a ese resultado. Según él, comenzó por la idea del refrán; la importancia, la fuerza estética del refrán. Entonces pensó: los dos sonidos más sonoros de la lengua inglesa son [eer] y [oor], entonces llegó, inmediatamente, según él, a la palabra nevermore y después pensó: es bastante extraño que un ser dotado de razón repita continuamente la misma palabra, entonces pensó en un animal, pensó en un loro. El leía en ese tiempo Barnaby Rudge de Dickens y ahí encontró un cuervo, entonces el cuervo le sugirió el busto de Palas, el busto le sugirió una biblioteca y siguió así, por un sólido razonamiento, hasta la escritura de su poema “El cuervo”. Según él, comenzó por el último verso, Shall be lifted nevermore!, y después escribió el resto:

El Cuervo
La ventana abrí —y con rítmico aleteo y garbo extraño,
entró un cuervo majestuoso de la sacra edad de antaño.
Sin pararse ni un instante ni señales dar de susto,
con aspecto señorial,
fue a posarse sobre un busto de Minerva que ornamenta
de mi puerta el cabezal;
sobre el busto que de Palas la figura representa
fue y posóse —¡y nada más!

Traducción: Juan Antonio Pérez Bonalde.

También podemos pensar, en las palabras  del poeta irlandés William Butler Yeats (Dublín junio 1865 - Roquebrune-Cap-Martin, Francia, enero 1939) él llamaba “great memory,” a la idea de que en cada uno de nosotros yace la memoria de nuestros ancestros. Somos infinitos. Entonces el poeta no se puede reducir a su realidad personal y escribe sobre todo lo habita en esa “gran memoria”. Se podría pensar también en los arquetipos platónicos, eso sería lo mismo; es decir, uno tiene todo y uno lo expresa, de allí evocamos el poema  EL VINO ENTRA EN LA BOCA de William Butler Yeats

El vino entra en la boca
Y el amor entra en los ojos;
Esto es todo lo que en verdad conocemos
Antes de envejecer y morir.
Así llevo el vaso a mi boca,
Y te miro, y suspiro.

Traducción: Luis Zalamea

Sea cual sea su fuente (inspiración o intelectual), la creación generan obras de sin igual belleza literaria, donde intervienen signos lingüísticos y  figuras literarias, que permiten construcciones gramaticales que se apartan de la sintaxis habitual para aumentar o matizar la expresividad. El artista es esencialmente un «hacedor», como diría J.L. Borges, “su objetivo no es la especulación sobre el ser, sino la creación de un objeto, de una obra de arte que constituye un aumento del ser.” La creación de una obra de arte y de literatura es el resultado materializado de un conocimiento poético, una inexplicable inmersión de la subjetividad del autor en la realidad. El poeta José Gregorio González Márquez (La Azulita, Mérida, 1965) nos dice: “un poeta es un chamán de la palabra, invoca con las letras el espíritu de la lluvia, el aire, el fuego, la tierra; de la libertad”

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