lunes, 14 de octubre de 2013

Biografía de La Caperucita Roja


Angélica María Salas González


Caperucita Roja. Ilustración de Albert Anker
Dentro de la constante fluidez de las palabras y las ficciones forzadas surgen por momentos preguntas –arrogantes-, una de ellas tiene que ver con la vida secreta de La Caperucita Roja, sobre ella sabemos que como personaje su vida dependerá de la función cumplida dentro del relato. Así, en unas dependerá de la acción que realice y en otras de lo que exprese verbalmente. Pero, ocurre que esta complicada existencia de la niña la ha llevado a realizar todas las funciones y casi todos los roles, luego de concluir el contrato con Charles Perrault, los Hermanos Grimm y Disney. De allí en adelante se le ha visto en ropa ajustada, armada, en ligeros trajes, en caperuza verde –o sin nada-, de femme fatale y hasta de heroína.
Este personaje tan peculiar ya se le conoce desde el periodo medieval europeo. Aunque, para algunos (González M, 2006:135) la aparición de esta joven vestida de rojo se puede
ubicar aproximadamente hacia el siglo II D.C, en los relatos del griego Pausanias en su obra Descripción de Grecia. En el apartado respectivo al sacrificio de doncellas, entre las que figura el caso de Ifigenia.  La descripción cuenta o da testimonio de un fresco en una pared de una joven con una túnica roja, una cesta con alimentos elaborados a base de trigo y un hombre con una piel de lobo sobre sus hombros. En este sentido, vemos como el otro elemento infaltable que acompaña, tanto a la niña como a la historia siempre está presente en el resto de las demás versiones. Así,  la cesta llena de pasteles, mantequilla y miel, formaría según la autora, parte de la ofrenda para alguna diosa de la antigüedad (Deméter, Hera, etc.).
La Caperucita nace a la sombra de las leyendas folcloristas sobre niñas precoces y hombres-lobos. Además, como historia contada no surge inicialmente para “entretener” a los más pequeños, sino como una especie de crónica roja en la cual el lobo se comía a la abuela, guardaba su carne y sangre en la alacena, para luego ofrecerlas como festín a la niña.
 Por otro lado, González Marín (2006) también resalta que originalmente el lobo no engañaba a la niña, y tampoco había un final feliz. Posteriormente fueron los hermanos Grimm quienes edulcoraron el relato castigando al lobo, abriéndole la barriga y ubicando la advertencia dada por la madre al inicio. Mientras que Charles Perrault decidió que era mejor dejar la moraleja al final y por escrito.
Consecutivamente la historia central y sus personajes serán adaptados a un público infantil. En cuanto al personaje de la niña no se sabe nada sobre sus padres, si fueron campesinos o aldeanos, tampoco tenemos registro de su acta de bautismo. En tal caso se puede decir que se le conoce una madre y una abuela, y su madre le ordena ir a casa de su abuela que está enferma y vive del otro lado del bosque. Como si esto fuera parte de un ritual fijo de una sociedad matriarcal.
En todo caso se trata de observar la vigencia a través del tiempo de un personaje que se reinventa, se adapta a las nuevas generaciones y aún conserva parte de su esencia. Pero ¿cómo logra mantenerse al día?, esto se debe a varios factores interventores, el primero y más obvio está relacionado con la pericia del escritor quien debe estar al tanto de aquello que pueda motivar al público de su momento, así ya no será igual una Caperucita que guste escuchar al grupo “Menudo” y salga con “Astroboy”, a una que lleve piercing en ombligo y cejas, y corra para los conciertos de Justin Bieber o Lady Gaga. Aunque existamos lectores que preferimos a la tradicional Caperucita, las versiones adaptadas a los usos y modas contemporáneos también cautivan, si están bien escritas.
Caperucita Roja. Ilustración Dave Cooper
Ahora bien, a nivel de la estructura del relato se conserva un rasgo particular del cuento matriz. En este caso destacamos la presencia fundamental de la Abuela y el Lobo, porque el Cazador en ocasiones aparece sustituido por un Leñador, pero también son imprescindibles para el “final feliz”. Para darle el sentido de compensación a la acción malvada del Lobo, al recibir su castigo merecido, entonces es allí cuando la panza del Lobo es llenada con piedras. Lo cual insinúa la idea de una falsa maternidad, y  en consecuencia de lo que puede pasarle a las niñas que se desvían del “buen camino”.  De este modo, los núcleos de sentido recaen sobre Niña-Abuela-Lobo-Leñador, de lo contrario se rompería el principio de analogía.
Aunque, la Abuelita sea personaje del tipo nominal, es decir, se nombra y sólo se sabe de ella cuando el lobo se la come. No tiene una profundidad psicológica, su actuación se define junto a la del Lobo y por extensión al personaje de Caperucita. La Abuelita mantiene un diálogo con la niña mientras aparece suplantada por el Lobo, en seguida solo le da las gracias al Leñador o Cazador, después de ser rescatadas de la panza del Lobo.
Igualmente, el motivo del viaje se hace patente, la niña debe realizar un recorrido hasta la casa de su abuela, ya sea en auto, bicicleta, motocicleta, aeronave, mentalmente… pero lo ejecuta. En esta ficción heroica la finalidad es la del aprendizaje, lo cual no solo lo realiza por tratarse de una mini heroína –buena o mala- sino porque constituye el “deber ser” de un héroe. Por otro lado, porque en buena parte su base anclada en la tradición de la fábula le asigna la función moralizante o aleccionadora.  Esto a su vez lo hereda de las antiguas leyendas y relatos orales de los periodos medievales europeos, donde la realidad era más cruda y peligrosa para las adolescentes, si llegaban a serlo. Recordemos que el concepto de infancia y adolescencia no se llegaron a conocer como tales aún en esa época. Además, la amplia tasa de morbilidad infantil, las pestes y las guerras dificultaban el crecimiento de los pequeños, cuando no se les obligaba a trabajar como un adulto. Los que gozaban de infancia eran los nobles y los hijos de los monarcas, para quienes luego compilarían Perrault y los Grimm las historias que les dieron fama hasta hoy.
La Caperucita nace dentro de un contexto oscuro, plagado de abusos contra los menores y las mujeres. Igualmente desde la oralidad se crea o nace un personaje plano, que simbólicamente debe viajar hacia la madurez sola, sin más compañía que las viandas de su madre: su tarro de miel, un poco de mantequilla, un pastel y algunas flores del camino. Aunque cabe destacar, que se trata de una disposición por parte de la madre la salida al bosque de la niña,  a la vez que hay una prohibición: la de no abandonar el camino señalado, lo cual cumple, pero habla con un extraño y le aporta información confidencial. Esto equivale a mostrar las debilidades a un potencial enemigo. Se puede interpretar que en la dulzura de adolescencia es fácil cometer errores.
Dentro del conjunto de elementos que acompañan al relato también está el alimento confeccionado por la madre, el cual sirve a modo de recordatorio de las virtudes de la vida de la mujer hogareña, y por último las flores, que reflejan las cosas cosechadas por sí misma desde lo femenino. Para finalmente llegar a una vejez tranquila, en medio del bosque cuya paz evoca la imagen de una muerte virtuosa. Por supuesto, si no dejamos que el Lobo logre seducirnos, puesto que el calificativo de “lobo” era utilizado para los hombres malos –timadores, proxenetas o aberrados-.
Además, dentro de la simbología se puede establecer una relación entre la metáfora del hombre perverso con la figura del lobo, animal que vendría a representar los bajos instintos de los seres humanos. Luego, el hecho de haber sido rescatadas abuela y niña dispone la idea de muerte y resurrección, hay que vivir para morir, así el hecho de que ambas estén con vida indica varias ideas, una la de que ser viejo no impide ser engañado, por tanto las trampas existen siempre y la juventud debe en prestar atención al camino señalado por los mayores.
Caperucita sobrevive porque no alcanza la madurez, si bien se trata de un personaje plano la matriz originaria del relato aprovecha esto y se manifiesta hacia un estructura profunda compleja, cargada de simbolismos de la época medieval. Por tanto la eterna la clave de la vigencia del personaje, radica en sus raíces folclóricas debido a que en este tipo de relato la fuerza del universo simbólico representa la estructura, puesto que sostiene la mayor carga, asimismo la carencia de exhaustivas descripciones y profundización en la vida o forma de los personajes permite equilibrar los valores estéticos junto a la configuración metafórica, lo cual se hace necesario en las historias orales donde lo accesorio es el personaje y lo primordial se traslada a la historia narrada.
El simple detalle de que la niña se haga notar solo por su capa roja y no por un nombre, consolida lo
Caperucita y el lobo. Ilustración publicada en 1868
innominable relacionado a la identidad atribuible a cualquier niña, abuela u hombre, lo realmente importante son las acciones desarrolladas por ellos, en otros términos: los núcleos de sentido permanecen en los hechos atribuidos a los personajes. Asimismo es interesante resaltar la ausencia de objetos o portentos mágicos, no hay hadas madrinas, no hay animales que, a excepción del lobo, le hablen a la niña para advertirle del peligro, y en su canasta no lleva ni un espejo mágico. Es decir, lo maravilloso aparece en su mínima expresión. También se nota la falta de un “vivieron felices por siempre”, la niña no se casa con el Leñador y este no tiene ningún palacio secreto, ni es un Príncipe disfrazado.

Quizá esto pudiera ser porque se trata de un relato de advertencia para las pequeñas aldeanas que debían salir de sus casas a cumplir mandatos de los padres, y luego valerse por sí mismas en la rudeza del mundo fuera del hogar. Un universo en el cual si se llegaba con vida a los catorce o quince años significaba una hazaña, recordemos la regularidades de las guerras y las epidemias por falta de las debidas condiciones sanitarias en Europa.
En definitiva  La Caperucita prefigura un eslabón entre la oralidad y la escritura, dentro de un universo de símbolos válidos para una época,  al “modernizarse” desplaza a sus núcleos de sentido hacia esferas más “comprensibles” para los receptores de otras etapas conocedores de la extinción de ciertas especies de lobos en la vieja Europa. Lo cierto es que la niña de la capa roja se encuentra en desplazamiento continuo entrando y saliendo de la modernidad.

 Bibliografía y Hemerografía

GONZÁLEZ MARÍN, Susana (2006) “El lobo y los siete cabritillos” y “Caperucita Roja”. Historia de una relación, en Revista OCNOS (2):129-140
LÓPEZ TAMÉS, Luis (1990) Introducción a la literatura infantil Murcia: Universidad, Secretariado de Publicaciones
PROPP, Vladimir (1977) Morfología del Cuento Caracas-Madrid: Editorial Fundamentos
YEPES OSORIO, Luis Bernardo (2001) www.fundaciongsr/documentos/1229.pdf 20-04-12

2 comentarios:

  1. Muy buena nota, la recomiendo en mi blog sobre Caperucita.

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  2. Encuentro que hay demasiadas opiniones personales en este artículo que son desmentidas por las distintas versiones escritas de Caperucita.
    Otro aspecto que encuentro desafortunado es la cronología de personajes del cuento (leñador/cazador).
    En las versiones de Perrault y de los hermanos Girmm no se menciona la palabra cesta. La cesta no aparece en los textos sino que son los ilustradores los que la hacen aparecer. El hecho de que S. Glez. Marín teorice sobre el tema no deja de tener cierta gracia.
    Sobre la resurrección de Caperucita y de su abuela corramos un tupído velo...

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