martes, 26 de mayo de 2015

Escribir un cuento

 Raymond Carver 

Allá por la mitad de los sesenta empecé a notar los muchos problemas de concentración que me asaltaban ante las obras narrativas voluminosas. Durante un tiempo experimenté idéntica dificultad para leer tales obras como para escribirlas. Mi atención se despistaba; y decidí que no me hallaba en disposición de acometer la redacción de una novela. De todas formas, se trata de una historia angustiosa y hablar de ello puede resultar muy tedioso. Aunque no sea menos cierto que tuvo mucho que ver, todo esto, con mi dedicación a la poesía y a la narración corta. Verlo y soltarlo, sin pena alguna. Avanzar. Por ello perdí toda ambición, toda gran ambición, cuando andaba por los veintitantos años. Y creo que fue buena cosa que así me ocurriera. La ambición y la buena suerte son algo magnífico para un escritor que desea hacerse como tal. Porque una ambición desmedida, acompañada del infortunio, puede matarlo. Hay que tener talento. Son muchos los escritores que poseen un buen montón de talento; no conozco a escritor alguno que no lo tenga. Pero la única manera posible de contemplar las cosas, la única contemplación exacta, la única forma de expresar aquello que se ha visto, requiere algo más. El mundo según Garp es, por supuesto,

viernes, 22 de mayo de 2015

Efímera escritura: A la Brevedad Posible

José Gregorio González Márquez

Carlos Yusti
La escritura puede parecer efímera en su existencia cotidiana; pero, no significa que su prevalencia en la historia de la humanidad se pierda sin dejar rastros ni huellas visibles. La temporalidad de la palabra se abraza a la tradición oral, a la memoria colectiva para sobrevivir al paso del tiempo y proyectarse a futuros ciertos o inciertos. El libro, en su diversidad de formatos, guarda el pensamiento afianzando la posibilidad de su permanencia en el devenir histórico. Las páginas se convierten en lugar sagrado, en altar  para preservar la escritura. 
Un libro incita a la curiosidad, rememora  silencios, hilvana sucesos, mantiene la tradición, alegra la vida, juguetea con el humor, precisa de sus letras para alejar incertidumbres. Hojas resueltas a acompañar al hombre en sus ratos de ocio.  Julio Borromé precisa que: “... el libro es ideario de libertad prescindiendo del tiempo, se torna vuelo sublime, promesa inacabada que terminan los pueblos cuando se trata de integración mediante las palabras, los hechos y la acción. El mundo es un archipiélago entre dos mundos, el posible y el imposible” 
Carlos Yusti, escritor y pintor, propone una lectura fragmentada de su obra: cuentos, ensayos y artículos en su libro A la brevedad posible. Yusti asume el juego para que la palabra se diversifique en miles de imágenes. Lúdico y sencillo, se desparrama en infinidad de posibilidades, sorpresivas anunciaciones y razonamientos cargados de ironía. Asimismo, usa sus dibujos para ilustrar desde su visión a escritores reconocidos y que han formado parte de su formación intelectual. 

miércoles, 13 de mayo de 2015

¿Hay ese lugar, afuera…?

Carlos Barbarito


¿Hay ese lugar, afuera o en la mente?
¿Ese espacio destinado a recibirnos
o, al menos, recibir una porción de nosotros?
Lo pregunto mientras de la escollera
se retira el último de los pescadores
y, al fondo, se prepara una tormenta.
Quien me oiga hablará de libros de tapas blancas,
de ladrillos secados al sol, de ajados cartapacios,
de un fino hilo luminoso entrando por una ventana
-en ese hilo, flotando,  innumerables granos de polvo-.
Nada dirá, lo sé, de la cabeza sumergida en el agua,
de la piedra nimbada en lugar del pez ángel,
del vaso vacío diciendo adiós en diez mil idiomas.
Mi voz y su mínima resonancia.
La que mendiga de puerta en puerta con temor a los perros.
¿Qué opaco y concluso aire respiramos?

domingo, 10 de mayo de 2015

Las razones de la poesía

Laura Antillano

Sé valiente, lee! Ilustración de Gosia Herba
Cuando fuimos jóvenes, ya  adultos, mi hermano mayor me señaló una verdad irremediable, recordaba la gran admiración y empatía que sentía nuestro padre por los poetas, por los artistas, por quienes tenían el poder y la satisfacción de llevar a cabo una obra en algún lenguaje del arte, me dijo entonces: -Papá se equivocó en creer que por ser talentosos en su arte eran mejores personas.
Reconozco que en ese momento no alcance a comprender lo que quería señalarme, pero hoy día, con los años y la experiencia del contacto humano creo haber llegado al centro de su reflexión. Efectivamente, es una equivocación considerar a ese otro, solo en función de su capacidad de ser sensible frente a la experimentación con el acto de crear y olvidar otras muchas esferas de lo que somos como ser humano.
Conocí a una escritora, cuya obra admiraba, además se dedicaba particularmente a la literatura para niños, ella comentó, y este es solo un ejemplo práctico, que cada vez que se mudaba de ciudad, o a veces dentro de la ciudad a otro lugar distante, una de las cosas que hacía era mandar a “dormir” a sus mascotas (perros o gatos), para

lunes, 4 de mayo de 2015

Grass y Galeano al oído


Carlos Yusti

Galeano-Grass. Ilustración Carlos Yusti
En literatura los universos paralelos se tocan. Han muerto dos escritores distintos en cuanto a su literatura, pero bastante similares en lo referente al compromiso de la escritura; de esa escritura al servicio de quienes son demolidos y humillados por esa maquinaria implacable de la historia.
 Leí bastante joven Las venas abiertas de América Latina y aunque era un ensayo de ajuste de cuenta contra el imperialismo estaba también narrado que el libro se dejaba leer como una novela fragmentada. El libro era un compendio mágico y extraordinario de la historia de Latinoamérica siempre saqueada y vejada desde tiempo inmemoriales. El libro estaba lejos de ser un panfleto y con el devenir de los años se convirtió en un clásico con mucho veneno histórico y la mejor literatura. Escribió otros muy buenos libros marcado con esa impronta política de inteligencia, poesía y crítica en las que en ocasiones se asoma el periodista y el buceador de historias, pero de esas historias tachada de la memoria y de los libros de historia. Cualquier libro de Eduardo Galeano posee el estilo de inigualable literatura.
Galeano como pudo se aferró a un concejo de Juan Rulfo: “La brevedad la aprendió de Juan Rulfo, que le dijo: "Se escribe por la otra punta del lápiz, la que tiene la goma de borrar". Y sus libros son como un collage de historias breves, de apuntes escritos en volandas con la precisión y exactitud de esa metáfora oculta en la cotidianidad. De todas sus historias y anécdotas hay una que el propio Galeano narra en una entrevista: “A finales de septiembre, en Perú, una maga me leyó la suerte. La maga me anunció: "Dentro de un mes recibirás una distinción". Yo me reí. Me reí por la palabra distinción, que tiene no sé qué de cómica, y porque me vino a la cabeza un viejo amigo del barrio, que era muy bruto pero certero, y que solía decir, sentenciando, levantando el dedito: "A la corta o a la larga, los escritores se hamburguesan".