lunes, 22 de septiembre de 2014

Con la palabra siempre

                                                      David Figueroa Figueroa

                                                        “Los libros están demasiado llenos
                                                          de palabras. Hay que llenarlos de
                                                        significaciones, sin olvidar que éstas
                                                         andan a caballo sobre las palabras”
                                                                             Ludovico Silva

Poeta José Gregorio González Márquez
La palabra es y será el don más maravilloso que la naturaleza o Dios le haya dado al hombre, de aquí se desprende que el epígrafe que encabeza este escrito tenga esencia y dimensión. No en balde, el primer poema que conseguimos en Rostros de la insidia, del poeta merideño José Gregorio González Márquez, dice:

                   
                      “La muerte
                      atrae a su núcleo
                      sólo el cuerpo desaforado del poeta
                      pero nunca lleva a su seno la palabra
                      ésta perdura por siempre
                      en el silencio de la vida
                      en el anochecer del destino
                      en la lejanía y el misterio”

Es que la palabra al llenarse del elixir bienaventurado de la metáfora, se transforma en el juego más importante creado por nosotros en este mundo y quizás en el otro. “Homo Sapiens y Homo Metaphoricus: las dos orillas del río heraclitiano de la vida. El lenguaje como tránsito, como medio para informarse; y el lenguaje como ámbito, como campana de

jueves, 18 de septiembre de 2014

El rostro de un poeta de cien años

Julio Bolívar

NIcanor Parra. Foto Claudio Pérez
Veo el rostro de Nicanor Parra en una foto en color usada para un reportaje de una página cultural digital. El texto es de una cronista que siempre me ha sonado feroz, Leila Guerrero, sobre una visita que hizo a la casa del poeta. Por pura casualidad la celebrada cronista pasa por Caracas. Sorprendido, la escucho en radio, tiene una sabiduría no común en nuestros escritores, conoce sus límites, además tiene la voz dulce de las mujeres firmes.
Regreso a Parra, su rostro es delgado y algo parecido a una colina de donde bajan quebradas que marcan surcos, pocas arrugas. Parece el rostro de un hombre delgado y fibroso. Es una foto de hace tres años. Sospecho  que no se arrugará más. Este año cumplió 100 años (otra fecha redonda más) y no creo que haya agregado una arruga más a su rostro. Su cabellera va hacia un lado  como si pasara un fuerte viento sobre él hacia la izquierda. Como si en su cabeza estallaran  explosivos todos los días. Se nota que se peina con las manos. Sus cejas son como dos rectángulos descuidados, o mal dibujados, no tienen canas,  a diferencia de su cabello blanquísimo como la nieve. Las bolsas arrugadas que caen de sus ojos lanzan un mensaje: no duerme