miércoles, 27 de agosto de 2014

Los niños y la poesía


 
Morita Carrillo

Niña leyendo. Iman Maleki
La literatura es parte esencial del arte al servicio del niño. Ofrece un campo vastísimo para cultivar el sentido estético. Para nuestros propósitos de exposición breve, la consideramos de inmediato en su gran división de Poesía y Prosa. A la primera forma expresiva nos vamos a referir a continuación, asignándole concretamente el papel principalísimo que desempeña con respecto a la formación estética.

Poesía y Educación Estética

No cabe duda de la profunda virtud docente de las artes. Y que de ellas, la poesía es la que tiene un parentesco más cercano con las almas infantiles: lleva al a encontrarse dentro de sí mismo y hacer uso de sus recursos totales de imaginación, de sensibilidad, de afectividad; es capaz, en fin, de guiarlo hasta el libre desarrollo de sus facultades creadoras, por su gran poder de emulación. Mucho se ha insistido sobre la gran capacidad receptiva de los niños, como también es bien sabido que todo contacto con la belleza es por sí mismo fértil. Lo será entonces mayormente si los destinatarios son

martes, 19 de agosto de 2014

La cifra y la ceniza, el poema




Eleazar León

Si un poeta escribe sobre la lluvia, su cuerpo cae y sus palabras, mana por dentro y se va lejos, goteando y solo, desmemoriado y lleno hasta el desbordamiento de sus propias aguas. Nada y nadie de afuera puede poblar el poema si antes no es huésped de una conciencia disponible, de un alguien, el poeta, que se sabe visitado por todo y residente de lo fugaz, como un paraje que se recorre y se abandona sin permanencia. Lo duradero es lo que pasa, ese intercambio entre el camino y el caminante, ambos en  ruta hacia un  lugar que ya conocen, aunque no puedan encontrarlo. La duración del poeta es la sucesión del poema en un tiempo y un espacio siempre futuro: para ser ahora, inmediatamente, tendría que saltar la distancia que el mundo mantiene para que nosotros seamos, para poder vivir diferenciados de él.
El poema es una reconciliación  entre extraños, entre viajeros que no se han visto antes y se saludan con aire consecuente, repitiendo los ritos de una ceremonia desconocida, dándose mensajes que nadie ha enviado y que ellos no podrán descifrar. El poeta no se resigna al país extranjero que es la vida, y en un alarde, con más alma que entendimiento, habla todas las lenguas,