viernes, 27 de junio de 2014

Diario de una señorita que escribía porque se fastidiaba

  Luz Marina Almarza

                                                            “Yo soy yo y mi circunstancias” J. O. G

Sufrí de parálisis cerebral * (a causa de un nacimiento prematuro de 5 meses y medio) , por  lo que tuve  que ser operada a los 11 años para mejorar, facilitar el caminar, pues  me resultaba casi imposible. Vivo siempre en Barinas, pero me tocó trasladarme hasta Maracaibo, vivía con unos tíos y primos muy queridos muy queridos.  Les escribí una carta a mis papás contándoles como me había ido varías semanas internada en el Hogar Clínica San Rafael. Mi mami me contestó asombrada de la buena redacción y me regaló un bolígrafo. Apenas había aprobado el 4 ª grado.
En mi bachillerato, o ya desde antes, leía muchísimo; mis lecturas iniciales fueron “Doña Bárbara”   recuerdo una gruesa colección de libros empastados rojos con letras doradas de clásicos juveniles: cuentos y novelas de aventura y caballería que despertaba la imaginación y sumergía en épocas remotas de héroes legendarios o viajes largos de aventura y suspenso donde me apartaba y pasaba ratos de descanso. Nadie me obligaba, al contrario, -Como no podía hacer las labores de la casa, ni mi papito me dejaba salir a fiestas de adolescentes, me aburría, como el título inicial de las novela de la insigne Teresa de la Parra, y sin ninguna pretensión de ser petulante ni burlarme de ella.
Cuando terminé mi bachillerato el tío, con una voz bien dramática por su carácter fuerte, me preguntó:” ¿qué piensas hacer con tu vida? ¿Vas a pasar tu vida leyendo u oyendo música? Deberías estudiar teatro pues eres medio teatral.” Por mi mente pasaban un torbellino de pensamientos que casi me tumbaban. No quería quedarme sin ser alguien en la vida ni un saco de piedras para mi familia.
También evocaba a mi abuela cuando me dijo: “estudie letras para que escriba la vida de su bisabuela” una viejita, alta, delgada, morena y arrugada como una ciruela pasa, de voz temblosa pero muy cariñosa.
Pienso que lejos de obligarme, mi abuela Ana, maestra durante 50 años, estaba anunciándome mi vocación, mi futuro.
Estudiando quinto año nos hacen el test vocacional; estaba pasándola verde con las materias científicas no así con Castellano y Literatura, y además me dedicaba a leer varios libros por mi cuenta. Alguien en mi cumpleaños se le ocurrió regalarme un libro con un título algo extraño: “Los pies de barro”, de Salvador Garmendia. La primera novela que compré fue la voluminosa: “Lo que el viento se llevó, que me tomó tres semanas enteras, casi sin parar en leerla
 Estaba decidida a estudiar letras; No importaba que me dijese mi profesora de 5º año: “mija, ni se le ocurra pues se va a morir de hambre” 
Recuerdo que alguien me regaló un pequeño diario, en el tiempo de transición entre el bachillerato y la universidad. No recuerdo si fui yo o quién me regaló un pequeño diario, que forré yo misma con papel gamuzado amarillo pues sus tapas eran muy delgadas; recuerdo que en la primera hoja llegué a escribir: “hola, diario, espero seas mi compañero, mi confidente y te pueda contar los momentos malos, tristes, los problemas…

Tenía en mi corazón sensible una herida honda, era demasiado brusco el viraje en u; la inquietud, el temor, la soledad que sentía se las manifestaba en largas cartas de muchas páginas, en papel muy fino que le cogía a escondidas a mi mamá, que luego no hallaba como meter en el sobre al correo, para enviárselas a un viejo sacerdote amigo Jesuita. La escritura era un poco temblorosa y las líneas las últimas palabras de la línea iban hacia abajo. Empecé a escribir poesía justo, la víspera de cumplir 21 años, (un 3 de diciembre de 1982) fue mi primer cumpleaños sin mi familia, en Caracas.
En la universidad me sentía feliz, contenta y me agradó desde el principio el pensa de estudios. En mis años de estudio, entre gustos y exigencias   leía gruesos libros y novelas íntegras y extensas además de  poetas atormentados.  Iba los lunes en la noche, después de clases al taller literario; allí leíamos a los poetas venezolanos e hispanoamericanos de la Vanguardia, a franceses del Simbolismo, Vanguardismo, que se veían en el último año. Tuve el privilegio de   conocer a la escritora Antonia Palacios, Premio Nacional, Armando Rojas Guardia y otros, miembros de los Grupos Literarios Tráfico y Guaire.
Escribir me ha hecho un ser libre; me ha llevado a momentos de gozo, pues sé que
Lectora. Ilustración de Natalie Foss
puedo 
convertir esa experiencia del dolor y la soledad en un texto literario que va a comunicarse a otros. Escribir poesía ha llenado anhelos, ausencias, duelos; me ha liberado de sentimientos dolorosos; me ha señalado un camino distinto y poco frecuente, ha ocupado mi tiempo de hastío; me ha ayudado a valorarme, a apreciar cada momento, a detenerme y andar a mi propio ritmo.  Gracias al oficio de poeta he podido encausar mi largo, intensa e indetenible caminar por la vida, plasmar en mis versos cortos mi visión del mundo, habito; en mis haiku, todo lo que observo como una cámara fotográfica.
 Mis libros, los poetas han sido un apoyo como lo son mis muletas; un universo compartido; pero lo más hermoso del acto creador, es poder comunicar las palabras y poder transformarlas en un texto literario, en ese taller del orfebre que es la poesía y el poeta.
 Mis motivos para escribir son mis propias vivencias. Escribo sobre o que me acontece; lo que observo; lo que me asombra, belleza, ternura, la creación entera, partiendo de lo más sencillo, lo frágil, lo vistoso hasta lo duro, lo seco. Hay algunos temas que son recurrentes como: el paisaje, la tierra, los ríos, la lluvia las flores, el cielo, el horizonte, el pájaro, el vuelo; el silencio; la espera, el esperar a alguien; la soledad, la tristeza y la melancolía; la puerta…
Hay una poesía propia cuyo tema es la comunicación con Dios; es decir, hago de mi poema una oración, están también mis preguntas como ser humano, al Supremo invisible y silencioso. Además de poeta soy un ser orante, angustiado e inquieto que espera la respuesta del Todopoderoso y anhela su paz.
Escribo, soy poeta, no porque tenga una diversidad funcional para caminar, hablar y hasta respirar, sino porque soy sumamente sensible; Soy un pájaro que vuela.
Le doy gracias a la vida por el afecto, la familia, los amigos; los premios, los aplausos.
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*(Es una alteración en el desarrollo causada por daño en el cerebro en evolución, ya sea antes o después del nacimiento. Esta alteración afecta la visión, la audición, el lenguaje la coordinación y habilidades mentales. El daño al cerebro puede resultar en un Retardo Mental, convulsiones o dificultades para el Aprendizaje, respiración, alimentación y digestión).



Luz Marina Almarza (Chivacoa, 1961)  Poeta, compiladora, docente.  Vive en Barinas, estudió letras en la UCAB. Ha escrito poesía desde hace más de 25 años, tiene escrito una extensa obra poética.. Merecedora de premios de poesía como: El I Concurso de Poesía “Eliseo Jiménez Sierra, Yaracuy: “Hasta el fulgor inmaculado” Municipal de Poesía Alcaldía de Barinas con “Siguiendo el Rastro de una Lagartija”). “Frágil Luz Deslumbradora”. Mención en la II Bienal de Literatura” Orlando Araujo” con el libro “Vislumbrar el Cielo”. El poemario: “Frágil Luz Deslumbradora”. IV Bienal Nacional de Literatura “Orlando Araujo, La vocación del pájaro “Tiene un ensayo “La poesía en la escuela” (estrategias y antología breve de poesía para niños)”.

1 comentario:

  1. Conmovedor. Me has impresionando gratamente por tu voluntad y el amor por la palabra. Gracias por compartirlo, nos hace sentir ligeros de equipaje como diría Tony De Mello.

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