jueves, 3 de noviembre de 2011

Fragmentos para una memoria


José Gregorio González Márquez

Caminar en la memoria. Jack Butler Yeats (1871-1957)
Para el poeta, la memoria no se circunscribe al simple recuerdo de lo que ha vivido. Pareciera que cuando afronta la nostalgia desde la poesía se limitara a recordar las épocas que han marcado su existencia. Sin embargo, esto no es cierto pues en la memoria se van acumulando las imágenes que le permiten conjugar la infinidad de palabras cuyo acercamiento le llevarán a transitar por los senderos de la creación. Develar la palabra, actuar en el acto genésico de la vida, propicia el acercamiento entre el lector capaz de asumir como propio el poema y los referentes que brinda el escritor para que se eternice en el mundo de las cavilaciones y las certidumbres.
En Fragmentos para una memoria del poeta José Javier Sánchez, se imbrica una red de imágenes que recorren un universo marcado por la cotidianidad; pero que además señalan desde el pasado los embates de las voces ausentes y el acercamiento de los días desdibujados por el tiempo. La memoria deja de ser un estado de obnubilación para expresarse en una concentración de figuras cuya intención no es otra que retratar los laberintos por los que el poeta camina descifrando los enigmas a los que se enfrentará en la posteridad.
Asumir la ausencia como un campo donde se reencuentra la palabra escrita y la visión de un pasado alterado por las vicisitudes, augura los sortilegios que acompañarán al poeta cuando viaja a su interior de la mano del destino. Pretende José Javier Sánchez en su libro, liberar los fantasmas que acecharon sus pasos y que de alguna manera le guiaron en su búsqueda de la poiesis. En su primer texto nos dice: Voy a rendir tributo a mis palabras/ a mis recuerdos de infancia/ a mis sueños truncados/ a mis fracasos y a los laureles conquistados en el tiempo/ Con ambiente festivo vendrás a mi lado/para que juntos bebamos la fuerza de estas sencillas oraciones/
Para el poeta, la casa se configura como el lugar donde los sueños se mimetizan y concurre la fragmentación de los recuerdos que aún divididos forman un cuerpo que pervive desde la memoria arcana. El instante, momento que se destruye para dar paso a un nuevo dilema, se silencia para que emerja un desafío desde las paredes, el jardín que se traduce en la mirada fiel al pretérito. La casa es la abuela, la abuela es la casa. Las dos conforman un atado indivisible que se transforma en la heredera de la lejana infancia. En el poema Mi abuela es una casa nos dice: Mi infancia transcurrió junto a mi abuela/ que llevaba una inmensa biblioteca adherida a la memoria/Mi casa era un jardín encerrado en ruinas marginales de techos de zinc repletos de goteras/ El poeta intuye sin sacralizar los estigmas de su vida, un mundo que se compagina con el paso de sus alteridades.
Fragmentos para una memoria es un libro con múltiples voces que irradia textos urbanos, poemas que cruzan calles, avenidas y plazas asumiendo los personajes que la cotidianidad recrea en la gran ciudad. Caracas moviéndose entre la marginalidad y su existencia cosmopolita. La Pastora, Los Mecedores retratadas por los oscuros ángulos de la cosmogonía capitalina, piel de la urbe desgastada por el tiempo, la nostalgia, la bohemía obligada, el destello de los amores infortunados y los retazos que rememora el poeta desde su corazón de amalgama./ yo sé bien de esa cara, yo sé bien/y de rostros que deambulan por la calle/haciendo juicios a los otros de lo que ellos carecen/Yo sé bien de amores infortunados/porque nunca llegaron a quereres/y se hicieron cenizas al momento de estrecharse las manos/o mirarse/ nos dice el poeta en su texto Delirios de la calle.
Sánchez reconfigura la imagen del barrio, de su modus vivendi acercando más allá de convencionalismos, las luchas sociales que nacen de las entrañas del silencio. Su discurso poético amaina la violencia presente en Caracas para abordar el recuerdo con la visión del joven que crece en una barrida donde todo se conoce y gira alrededor de la costumbre. Desde el desamor al interés inmanente de algunas chicas que viven en su barrio, como viejo daguerrotipo se va conformando la historia de épocas vividas y que se encausa por las veredas de la memoria. En las nenas de mi barrio apunta: /Las nenas de mi barrio caminan por las calles de mi barrio como/ si lo hicieran por grandes pasarelas de Roma o de New York./Yo las he visto exhibir sus mejores trapos a un grupo de/ intelectuales de la grama que las observan en la gran subasta del deseo/
Fragmentos para una memoria es un extenso discurso donde no se omite nada del quehacer de la vida capitalina. Las venas de la ciudad se ramifican en un contexto que parte desde la visión de la casa irrumpiendo por sus calles hasta convertirse en un mundo de afinidades que el poeta inmortaliza en los textos diáfanos de su creación. Los fragmentos se unen a partir del rompecabezas de la poesía. El hombre se infiltra en la causalidad metafórica para demostrarnos el vigor de la palabra hecha equilibrio. El umbral de la calle se desvanece y alcanza los recuerdos, la agonía, los eslabones que propician la urdimbre metafísica de la memoria.

1 comentario:

  1. Poeta

    Gracias por este regalo de cumpleaños

    cuanto me haces seguir queriendo a este libro

    Todo el afecto

    José Javier4 Sánchez

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